En las discusiones formales sobre la crisis climática hay un término que se repite bastante a menudo: tipping point. Es un concepto que planteó el Panel Intergubernamental de expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC) hace ya dos décadas y que, sin embargo, todavía no se entiende del todo bien o, al menos, no se traduce correctamente.
El tipping point en el cambio climático
Al contrario de lo que mucha gente piensa, el “tipping point” o “punto crítico” no se refiere a la barrera límite de calentamiento como sí lo es el grado y medio o los dos grados centígrados de aumento de temperatura media de la Tierra que fija el Acuerdo de París para evitar las consecuencias más catastróficas de la crisis climática y llegar a alcanzar el objetivo fijado. El concepto de “puntos críticos” se refiere, más bien, a aquellos fenómenos que debemos evitar a toda costa para mantener el calentamiento global, porque, una vez se produzcan, será muy difícil revertir el proceso de calentamiento que nos lleve a esa situación desastrosa. Lo que ocurre es que, según los científicos, estos acontecimientos seguramente sucederán si nos pasamos del grado y medio o de los dos grados.
Según los últimos datos presentados por la Organización Mundial Meteorológica (OMM), el planeta ya se ha calentado 1,1 ºC desde los niveles preindustriales, de aquí el sentido de urgencia. Y, si la ambición política no aumenta para limitar el calentamiento global, luchar contra el cambio climático y reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero —lo cual pasa por reformar estructuralmente la economía global, empezando por la forma que tenemos de generar energía—, los expertos vaticinan un aumento de temperatura a finales de siglo de 3 ºC (siempre respecto a los niveles pre-industriales).
Qué pasará en el punto de no retorno
Esencialmente, los tipping points preocupan porque desencadenan un “efecto dominó” que lleva al calentamiento imparable. En el clima, son nueve los grandes puntos críticos que nos deben alarmar, según ha advertido recientemente un grupo de científicos de universidades de Alemania, Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Australia y China, en un artículo publicado en la revista Nature. Estos son:
- El derretimiento del hielo en Groenlandia
- El derretimiento del hielo marino del Ártico
- La fusión del permafrost
- Los incendios en los bosques boreales de Norteamérica
- La sequía frecuente e incendios en la Amazonía
- La pérdida acelerada de hielo en la Antártida occidental
- La pérdida acelerada de hielo en la Antártida oriental
- La ralentización de la circulación del Atlántico
- La mortandad de los arrecifes de coral
Desaparición de la criosfera
La criosfera, es decir, la parte helada del agua de la superficie del planeta, es uno de los focos de mayor atención para los estudiosos del clima. Y es que para la criosfera el límite de 2 ºC es demasiado optimista. Sólo el calentamiento de 1,5 ºC puede condenar la capa de hielo de Groenlandia, algo que, avisan los científicos, podría ocurrir tan pronto como en 2030. Esto quiere decir que “ya hemos comprometido a las generaciones futuras a vivir con aumentos del nivel del mar de cerca de 10 metros durante miles de años”, señalan los expertos en el artículo.
La capa de hielo terrestre y marino se está derritiendo
“La capa de hielo de Groenlandia se está derritiendo a un ritmo acelerado y podría añadir otros 7 metros al nivel del mar durante miles de años si pasa un umbral determinado”, escriben, y agregan que “más allá de eso, a medida que la elevación de la capa de hielo desciende, ésta se derrite y expone a la superficie a un aire cada vez más caliente”.
En cuanto al hielo marino, los especialistas apuntan que un escenario de 2 ºC implica que la región del Ártico tendrá entre un 10 y un 35 por ciento de probabilidades de quedarse completamente sin hielo en los meses de verano.
La amazonia desaparece
El punto crítico en la Amazonía —donde, recuerdan, vive una de cada diez especies conocidas— no está tan claro. Lo sitúan entre la pérdida de masa forestal del 20% y la deforestación del 40%. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que ya se ha perdido un 17% de bosque amazónico desde la década de 1970.
Incendios cada vez más frecuentes
Por otro lado, en tanto que el Ártico se calienta el doble de rápido que, de media, el resto del planeta, los bosques boreales se exponen a un riesgo cada vez mayor. “El calentamiento ya ha desencadenado perturbaciones de insectos a gran escala y ha propiciado un aumento de los incendios que han provocado la muerte de los bosques boreales norteamericanos, lo que, potencialmente, está transformando algunas regiones que pasarán de ser sumideros de carbono a ser fuentes de carbono”.
Permafrost del Ártico descongelado
Esta sutil conversión de lo que es una eficaz solución en parte importante del problema está ocurriendo también con el permafrost del Ártico, que está comenzando a descongelarse irreversiblemente y a liberar dióxido de carbono y metano, “un gas de efecto invernadero que es alrededor de 30 veces más potente que el CO2 en un período de 100 años”, recuerdan.
Todos los puntos de no retorno está conectados
Una de las claves para entender el funcionamiento de los “puntos críticos” es el hecho de que están interconectados. “Si se exceden los puntos de inflexión en un sistema, puede aumentar el riesgo de cruzarlos en otros”. Y, desgraciadamente, ya hay algunos ejemplos de ello.
Así lo explican los científicos: La pérdida de hielo en el Ártico está amplificando el calentamiento regional, y el calentamiento del Ártico y el deshielo de Groenlandia están impulsando un flujo de agua dulce hacia el Atlántico Norte. Esto podría haber contribuido a una disminución del 15% desde mediados del siglo XX de la Circulación de Retorno del Atlántico Meridional (AMOC), una parte clave del transporte mundial de calor y sal por el océano. El rápido derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia y la ralentización del AMOC podrían desestabilizar el monzón de África Occidental, lo cual propicia la sequía en la región del Sahel de África. Una desaceleración del AMOC también podría secar el Amazonas, perturbar el monzón de Asia Oriental y provocar la acumulación de calor en el Océano Austral, lo cual podría acelerar la pérdida de hielo de la Antártida.