El aumento de población en nuestro planeta, el desarrollo de las ciudades e industrias y la normalización del uso de vehículos de motor térmico hacen que los contaminantes atmosféricos sean un problema global que afecta a la salud de la población y el equilibrio de los ecosistemas naturales. Sobre la mesa tenemos un nuevo reto en el que el compromiso de los gobiernos ocupa un papel fundamental.
Contaminación atmosférica
Consideraremos contaminantes a todas aquellas sustancias que al introducirse en la atmósfera pueden tener un efecto perjudicial en la salud de las personas o en el medioambiente.
Las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera han existido siempre. Multitud de procesos naturales van acompañados de emisiones de gases, vapores, polvos y aerosoles que son dañinos para el medioambiente, como las erupciones volcánicas, la actividad biológica de microorganismos, los huracanes, tornados, incendios naturales…
Pero las que en la actualidad presentan una amenaza para nuestro bienestar son las denominadas fuentes antropogénicas, que tienen su origen, principalmente, en focos industriales y domésticos (instalaciones de calefacción) y en el transporte.
La suma de todas ellas tiene como consecuencia el efecto invernadero, la lluvia ácida y la acidificación de los medios naturales, el smog fotoquímico y la destrucción de la capa de ozono.
Contaminantes primarios
Los contaminantes primarios son aquellos que llegan a la atmósfera de forma directa, a través de chimeneas, de la quema de combustibles, como consecuencia de procesos industriales… Los principales contaminantes primarios que encontramos son:
- Monóxido de carbono (CO). Es un gas que se produce a partir de la combustión a bajas concentraciones de oxígeno. Un 86% de las emisiones proceden del transporte, el 6% de la quema de combustible en la industria, el 3% de procesos industriales y el 4% restante de quemas y otros procesos no identificados. El CO interfiere en nuestra salud reduciendo la capacidad de la sangre de transportar el oxígeno y, aunque es raro que se excedan los límites permitidos de CO en aire, puede afectar a personas que acumulan otras dolencias.
- Óxidos de Nitrógeno (NO, NO2, NOx). Son una mezcla de óxido nítrico (NO) y dióxido de nitrógeno (NO2). Sus emisiones proceden del transporte en un 62%, de procesos de combustión para generación de energía mecánica y eléctrica en un 30% y de procesos industriales en un 7%. En la naturaleza también se producen a consecuencia de procesos de descomposición bacteriana, incendios forestales y de actividad volcánica. El NO2 es perjudicial para los bronquios, puede irritar los pulmones y bajar la resistencia a infecciones respiratorias. En lo que a naturaleza se refiere, contribuye a la formación de lluvia ácida y aumenta la concentración de nitratos en suelos y aguas superficiales.
- Dióxido de azufre (SO2). Es un gas que se produce durante la combustión de carburantes fósiles que contienen azufre. El 93% de sus emisiones proceden de la quema de combustibles fósiles (que se dan en industria, generación de electricidad, transporte). La OMS establece una relación directa entre las concentraciones de SO2 en el aire y problemas respiratorios como broncoespasmos y problemas en asmáticos. La presencia de SO2 en la atmósfera es responsable directamente de la acidez de las lluvias.
- Material Particulado (PM). Se refiere a partículas sólidas o líquidas que, debido a su tamaño, se mantienen suspendidas en el aire. Esto incluye elementos naturales como el polen o el polvo, pero también hollín, metales pesados o microplásticos. Su origen es la quema de combustibles, procesos industriales, el desgaste de neumáticos, frenos y pavimento… Estas partículas pueden ser inhaladas, instalarse en nuestras vías respiratorias y llegar al torrente sanguíneo.
A estos se suman otras sustancias que también son perjudiciales como los hidrocarburos (HC), el anhídrido carbónico (CO2), los halógenos y sus derivados y sustancias radiactivas.
Contaminantes Secundarios
Los contaminantes secundarios son aquellos que surgen a consecuencia de las reacciones físicas y químicas que experimentan los contaminantes primarios en la atmósfera.
Uno de los contaminantes secundarios más conocido es la lluvia ácida, que se da cuando que se forma cuando el dióxido de azufre o los óxidos de nitrógeno reaccionan con el agua. La consecuencia de este proceso es que los suelos y el agua sufren un proceso de acidificación, que conlleva daños graves en especies acuáticas o terrestres que se nutren de esas aguas, y también para especies vegetales. La lluvia ácida acidifica la tierra, y esto genera estrés y deficiencia de nutrientes en la vegetación, que se vuelve más vulnerable a enfermedades y plagas. Esto impacta también en las especies animales. En las zonas urbanizadas la lluvia ácida contribuye al denominado “mal de la piedra”, que alude a la erosión superficial de las edificaciones.
Otro gran contaminante secundario es el ozono troposférico u “ozono malo”, que se forma cuando los hidrocarburos (HC) y los óxidos de nitrógeno (NOx) se combinan en presencia de luz solar y puede provocar problemas respiratorios, irritación ocular y ralentizar el proceso de fotosíntesis de las plantas al reducir su capacidad de absorción de CO2. El ozono troposférico es uno de los principales componentes del smog (junto con NOx, peróxido de hidrógeno, partículas de ácido nítrico y sulfúrico…), una niebla fotoquímica responsable de la boina de contaminación que podemos ver en ciudades con altos índices de contaminación
Con el firme objetivo de proteger la salud y el medio ambiente ya empezamos a vislumbrar las primeras iniciativas a nivel internacional, europeo y nacional que auguran cambios relevantes en el medio plazo y el inicio de la reversión del proceso de contaminación atmosférica.