En nuestro planeta, la cantidad de agua siempre es la misma, pero no siempre está en los mismos lugares o en el mismo estado y cada vez es menos frecuente que llegue como y cuando la necesitamos. Asegurar el suministro de agua en cantidad y calidad suficientes es el reto que enfrenta la gobernanza del agua. Hablamos de un elemento esencial para nuestra supervivencia y, dado que la crisis climática amenaza con situaciones de escasez que empezamos a vislumbrar, resulta imprescindible mejorar nuestros modelos de gestión para hacerlos realmente eficientes y sostenibles.
El reto de la gestión del agua
Para hablar de la gestión del agua debemos comprender la complejidad de la que parte: debido a los flujos que nos permiten acceder a ella, el agua tiene la particularidad de vincular áreas geográficas y sociedades, (de hecho, en muchos casos las fronteras hidrológicas son imprecisas). Hablamos de agua dulce (superficial y subterránea) que tiene implicaciones a todos los niveles (global, local e incluso particular), y cuya gestión ha de contar con actores tanto públicos como privados e, incluso, organizaciones sin ánimo de lucro.
La gestión del agua tiene un impacto directo en ámbitos como la salud, la agricultura, el medio ambiente, la energía, la planificación territorial, el desarrollo regional y la mitigación de la pobreza, por lo que es necesario contemplar estas dimensiones y actuar en colaboración con diferentes áreas y niveles de gobierno para tratar de aportar solución a los diferentes retos que plantea:
- Escasez. La sobreexplotación de los recursos hídricos, ligada al desarrollo de las sociedades, ha dado lugar a que en muchas regiones la disponibilidad de agua dulce sea limitada (e incapaz de satisfacer la demanda de la población).
- Contaminación. Existen múltiples amenazas que ponen en riesgo la calidad del agua: los vertidos de productos químicos procedentes de la agricultura y ganadería dan lugar a la eutrofización del agua, a esto se suman las aguas residuales, que llegan a mares y ríos sin depurar (según datos de la ONU solo un 20% del total se depura), y la amenaza que suponen bacterias y virus procedentes de residuos orgánicos.
- Pérdida de ecosistemas acuáticos. La contaminación y la degradación de ecosistemas acuáticos como humedales, ríos o lagos pone en jaque la biodiversidad y la capacidad de los ecosistemas para regular correctamente el agua.
- Uso agrícola e industrial. Tanto la agricultura como la industria requieren de grandes cantidades de agua para el desarrollo de su actividad. El aumento de los niveles de consumo en nuestro planeta traslada inevitablemente una mayor presión a los recursos hídricos.
- Acceso desigual. El acceso a agua potable y saneamiento no se puede dar por hecho alrededor de todo el mundo. Las áreas rurales y las regiones en desarrollo son las que más sufren esta desigualdad, con todo lo que esto conlleva para el desarrollo económico y la salud de sus habitantes.
- Conflictos por el agua. Teniendo en cuenta el punto anterior, es inevitable que la competencia por los recursos hídricos desemboque en conflictos tanto locales como internacionales.
El cambio climático está alterando gradualmente los patrones de precipitación, y con ello los recursos hídricos de multitud de regiones, lo que genera un círculo vicioso en el que la alteración de los ecosistemas tenderá a agravar las condiciones climáticas, lo que de nuevo repercutirá negativamente en los recursos hídricos. Resulta imprescindible contar con políticas que adopten una postura preventiva y tomen medidas sólidas que garanticen una gestión sostenible del agua, atendiendo a todos los ámbitos sobre los que impacta.
Ámbitos de acción para mejorar la gestión del agua
Si queremos que el agua siga siendo un bien accesible, es necesario que como sociedad revirtamos el daño que hemos ocasionado a nuestros recursos hídricos y protejamos los de las generaciones futuras. Para ello, los gobiernos deben diseñar estrategias que mejoren su gestión tanto de forma directa como indirecta.
La gestión del agua requiere un ejercicio indispensable de educación y concienciación, un uso sostenible de los recursos hídricos en agricultura, el tratamiento de aguas residuales y control de vertidos, planes específicos de gestión de las cuencas hidrográficas, el desarrollo de una infraestructura que garantice un suministro acorde a las necesidades, el uso de tecnología que permita identificar tanto problemas como áreas de mejora, inversión en innovación para el desarrollo de nuevas soluciones (desalinización, purificación del agua, reciclaje), y, por supuesto, una legislación que garantice la protección de los recursos hídricos y un uso sostenible del agua.
Afortunadamente, ya estamos avanzando en esta línea y la UE ha puesto en marcha diferentes estrategias:
- Directiva Marco del Agua (DMA). Establece un marco para la protección de las aguas y la promoción de un uso sostenible.
- Directiva de Aguas Subterráneas. Como complemento a la DMA esta directiva se enfoca en la protección y gestión sostenible de las aguas subterráneas, que en Europa son importantes proveedoras de agua dulce.
- Estrategia de Adaptación al Cambio Climático. Contempla el impacto que este puede tener sobre los recursos hídricos y ofrece planes para la gestión de sequías y la retención de agua.
- Programas de financiación. El Programa Medio Ambiente y Acción por el Clima (LIFE), el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y el Fondo de Cohesión, ofrecen financiación para apoyar proyectos de conservación y promoción de la eficiencia en el uso del agua. Existen además otras iniciativas que fomentan la investigación y la innovación en la gestión del agua (desalinización, tratamiento de aguas residuales, gestión inteligente de recursos hídricos…).
La gravedad de la situación de nuestros recursos hídricos y el avance de la crisis climática requiere que la intervención sea urgente y unánime por parte de todos los países del mundo. Mientras estas medidas y las que estén por llegar dan su fruto, nuestra aportación como individuos es esencial y solo requerirá un consumo consciente y sostenible del agua.