Los residuos que generamos en los hogares no sólo inciden en la salud de los ecosistemas del planeta. Seguramente no son pocos quienes, al pensar en contaminación por la basura, reconstruyen aquellas poderosas imágenes de tortugas atrapadas en plásticos, o de una isla entera formada por botellas. Sin embargo, la basura mal gestionada puede llegar incluso a nuestros propios pulmones, ya que influye en la contaminación del aire.
Indicadores biológicos de la contaminación del aire
Y es que ni siquiera el aire se salva de la contaminación de los residuos. En el caso de la fracción orgánica, por ejemplo, la putrefacción de los residuos emite gases de efecto invernadero como son el Metano (CH4), el Óxido Nitroso (N20) y el Dióxido de Carbono (CO2), muy contaminantes y algunos de los causantes del calentamiento global que nos acucia.
En el caso de los envases, es la producción de nuevos productos (latas y briks), cuando se fabrican desde cero -incluida la obtención de materias-, la responsable del impacto ambiental, dado el gasto energético e hídrico asociado a este proceso y las emisiones de CO2 que acarrea.
Más reciclaje, menos polución del aire
Al reciclar, se reduce por tanto el trabajo de extracción, transporte y elaboración de nuevas materias primas, y se evita el uso de la energía necesaria para llevar a cabo esos procesos, por lo que al mismo tiempo se genera menos CO2. Así, cuando reciclamos contribuimos además a combatir el cambio climático.
En Ecoembes lanzamos en 2017 la campaña “Respira y Recicla”, que buscaba sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de reciclar para respirar aire limpio. “Si el aire es de todos, la contaminación también”, rezaba el eslogan.
Tal campaña, fundamentada en los datos de informes realizados por la Cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático, y la Fundación Cidaut, revelaba que, por cada 6 latas que se recuperan, se contrarrestan 10 minutos de tubo de escape.
Ir más allá del reciclaje
Separar los distintos tipos de residuos en origen, para que sean recogidos y posteriormente reciclados, contribuye a protegernos frente a la contaminación del aire. Pero no basta con reciclar. Prevenir el residuo es, para grupos ecologistas como Ecologistas en Acción o Zero Waste Europe, una prioridad. “No pretendemos decir que el reciclaje no es importante, muy al contrario, es de vital importancia, no obstante, queremos señalar que es necesario ir más allá para afrontar la grave problemática de la generación de residuos, que no deja de aumentar”, recalcan desde Ecologistas en Acción en su web.
Otra de las formas de reducir el impacto de los residuos sobre la calidad del aire es, por ejemplo, doblando los briks de forma que ocupen menos espacio y se almacenen más residuos en una misma bolsa. Cuanto mayor sea el volumen de la basura, más espacio requerirá para su almacenaje y transporte, lo que emitirá más gases contaminantes a la atmósfera.
Las consecuencias de la contaminación del aire: 428.000 muertes prematuras en Europa
Este problema ambiental, del que también son responsables otras prácticas humanas como la agricultura comercial, la ganadería intensiva, el transporte o la producción eléctrica, entre otras, supuso en 2014 la muerte prematura de 428.000 personas en Europa, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
La elevada contaminación atmosférica que empeora la calidad del aire en España, sobre todo en grandes urbes como Madrid y Barcelona, llevó a la Comisión Europea a dar un ultimátum a principios del 2018 para que el país revirtiera la situación y cumpliera la normativa europea de calidad del aire.
Finalmente, la UE llevó al Tribunal de Justicia a Alemania, Francia, Italia, Rumanía, Hungría y Reino Unido, mientras que España se libró de la demanda.
Con todo, la ex ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, advirtió hace unas semanas que España debía igualmente reducir sus emisiones de CO2 en zonas urbanas «en al menos un 26%”, para afrontar este problema ambiental, según informó EFEverde.