No cabe duda de que el reciclaje es una de las claves de la economía circular. La legislación europea cada vez se ocupa más de reducir el impacto ambiental de los plásticos, una materia todavía pendiente dado el elevado uso de este tipo de materiales en la cotidianeidad de la población y dada la excesiva contaminación -tanto marina como terrestre- que deriva de éstos. Por ello, la Comisión Europea endureció en mayo de este año los objetivos de reciclaje de residuos sólidos urbanos, que en el caso de los plásticos deberá ser del 50 % antes de 2020 y del 55 % para el 2030, según establece el nuevo paquete de economía circular de la Unión Europea.
La industria del plástico, por su parte, ha ido respondiendo a estos avances legislativos y culturales -a demanda de la ciudadanía- con anuncios y compromisos para hacer que sus productos sean reciclables. Sin embargo, todavía parece no quedar del todo claro qué se entiende exactamente por “reciclable”.
Así lo han asumido los grupos internacionales de recicladores de plásticos, quienes, para armonizar este concepto y precisar lo que implica que un producto sea verdaderamente “reciclable”, han acordado una definición común para el término, al considerar que “se necesitan definiciones y objetivos claros y universalmente respaldados” para solucionar el problema de la sostenibilidad de los plásticos.
Según estos grupos, un producto puede etiquetarse como ‘reciclable’ siempre y cuando cumpla estas cuatro condiciones:
- Que se haya fabricado con un plástico que pueda ser recogido para su reciclaje, que tenga valor de mercado y/o esté respaldado por un programa exigido por la legislación.
- Que esté clasificado y agregado en flujos definidos para los procesos de reciclaje.
- Que pueda ser procesado y recuperado/reciclado con procesos comerciales de reciclaje.
- Que el plástico reciclado se convierta en una materia prima que posteriormente se utilice en la producción de nuevos productos.
Materiales innovadores
En este sentido, los recicladores han advertido de que los “materiales innovadores deben demostrar que pueden ser recogidos y separados en cantidades suficientes y ser compatibles con los procesos de reciclaje industrial actuales o, de lo contrario, deberán presentarse en suficientes cantidades para justificar la puesta en marcha de nuevos procesos de reciclaje”.
En el anuncio de esta nueva definición común, que recibió también el apoyo de Petcore Europe -la asociación que representa la cadena de valor completa del PET en Europa-, los presidentes de los grupos autores de la misma, Tom Emans, de Plastics Recycling Europe, y Steve Alexander, de la Asociación de Recicladores de Plástico, justificaron la decisión: “como recicladores, somos una parte fundamental de la solución al problema de la sostenibilidad de los plásticos, y necesitamos que las audiencias apropiadas entiendan lo que es necesario para etiquetar un producto o envase como ‘reciclable’”, espetó Emans.
«Al fin y al cabo, la reciclabilidad va más allá de ser técnicamente reciclable, debe haber acceso de los consumidores a un programa de reciclaje, un reciclador debe ser capaz de procesar el material y debe haber un mercado final”, agregó por su parte Alexander.
Prevención de los residuos
Los envases forman parte del grupo de productos a los que se aplica la Responsabilidad Ampliada del Productor, un concepto incluido desde hace años en la política de residuos de la UE y que, como su propio nombre indica, consiste en trasladar a los productores de -en este caso- los envases la responsabilidad sobre el coste y gestión adecuada de los mismos desde su puesta en el mercado hasta incluso después de su vida útil.
Además, para alcanzar las nuevas metas de reciclaje, se ha hecho hincapié en la importancia de la prevención del residuo desde el eco-diseño y el etiquetado adecuado, de forma que el consumidor tenga a su disposición la información necesaria sobre la correcta gestión del envase una vez deja de serle de utilidad.
A través de la gestión de Ecoembes, en España se recicló en 2017 un 77,1% de los envases domésticos colocados en el mercado una vez finalizada su vida útil. Entre ellos, se reciclan diferentes envases de plástico, como las botellas de agua, refrescos o suavizantes, entre otros muchos.