En 2016, se generaron 2.010 millones de toneladas de residuos municipales en el mundo, 0,74 kilos por habitante y día. De seguir esta dinámica, en 2050 generaremos 3.400 millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Este es el principal dato de un informe recientemente publicado por el Banco Mundial.
Además, la gestión de residuos urbanos no es nada barata. Más bien al contrario: en los países con nivel de renta más bajo el manejo de los residuos municipales representa el elemento más caro para las administraciones locales. De media, esta gestión llega a suponer el 20% del presupuesto municipal, mientras que en los estados con un nivel adquisitivo medio, suele acaparar el 10% del presupuesto municipal y, en los países con mayor nivel de renta, comporta en torno al 4%.
Así lo asevera un reciente informe del Banco Mundial, “What a waste 2.0” (“Menudo desperdicio 2.0”), en que hace una fotografía de la generación y gestión de residuos urbanos en la actualidad y un pronóstico de cómo será la situación en 2050. En este sentido, el Banco Mundial da la voz de alarma sobre la necesidad de mejorar los modelos de gestión de residuos, adaptándolos a las nuevas tendencias globales, para reducir el impacto ambiental y económico de los desechos municipales.
Para ello, distingue entre la diferente generación, gestión e impacto de los residuos en los países según sus ingresos. En términos de renta nacional bruta per capita, los clasifica como: países de ingresos bajos (menos de 1.025 dólares al año), como Uganda o Afganistán; de ingresos medio-bajos (entre 1.025 y 4.035 dólares), como Sudán o Ucrania; de ingresos medio-altos (entre 4.036 y 12.475 dólares), como China, Rusia y la mayor parte de América Latina; y de ingresos altos (más de 12.476 dólares), como Estados Unidos, Canadá, Australia y la mayoría de Europa.
Más allá del coste monetario derivado de la gestión de residuos para cada uno de estos países, el Banco Mundial recuerda que existe un impacto que es global, pese a que sus efectos se sientan de manera desigual y arbitraria: el coste medioambiental.
Emisiones de CO2 derivadas de los residuos
Y es que “el medio ambiente también paga un alto precio”, afirma este organismo. “Los residuos plásticos están ahogando nuestros océanos, y sin embargo nuestro consumo de plásticos no hace más que aumentar”, lamenta. En 2016, el mundo generó 242 millones de toneladas de residuos plásticos (el 12 por ciento de todos los residuos sólidos municipales). Ese mismo año, la gestión de residuos sólidos generó unas 1.600 millones de toneladas de emisiones equivalentes al dióxido de carbono (CO2) , lo que supone alrededor del 5% de las emisiones mundiales.
Así, pronostica que, sin mejoras en el sector, las emisiones de CO2 relacionadas con los residuos sólidos podrán aumentar a las 2.600 millones de toneladas para 2050. Teniendo en cuenta que en 2017 más de 80 países afianzaron su compromiso por reducir sus emisiones de efecto invernadero para mitigar el cambio climático -a través del Acuerdo de París-, estos datos ponen de manifiesto que la mejora de la gestión de residuos urbanos es crucial. Para ello, a juicio del Banco Mundial, los países y ciudades deberán adaptar sus políticas de gestión de los residuos a la cambiante composición de los mismos, entre otras medidas.
Cambios en la composición de los residuos y en la gestión
“El cambio en la composición de los residuos en los países de bajos ingresos refleja cambios en los patrones de consumo: la proporción de materia orgánica se redujo del 64% al 56%, mientras que la recogida de residuos en los países de bajos ingresos aumentó significativamente de alrededor del 22% al 39%, reflejando la priorización de la gestión adecuada de residuos en ciudades y países”, señala el Banco Mundial.
Al mismo tiempo, detecta que hay una tendencia global de mejora en el reciclaje y en el compostaje, así como un incremento en la incineración de residuos para producir energía en los países de ingresos medio-altos, donde ésta práctica pasó del 1% al 10%, impulsado por la apuesta de China por la incineración.
El problema persistente del vertido
Con todo, la mayoría de residuos generados en el mundo acaba todavía en vertederos. A nivel global, la mayor parte de los residuos (37%) se vierte o se elimina en algún tipo de vertedero. De esta parte, sólo el 8% se deposita en vertederos con sistemas de extracción de gas -a través, por ejemplo, de la biometanización-. Del total de residuos gestionados, el 33% va a parar a “vertederos abiertos”, el 19% se recupera mediante el reciclaje y el compostaje y el 11% se incinera para su eliminación.
Pero el tratamiento adecuado de los residuos -mediante vertederos controlados o instalaciones que funcionan con mayor rigor- existe “casi exclusivamente” en los países de altos o medio-altos ingresos. El 93% del vertido no regulado o “vertido al aire libre” de residuos ocurre en los países más pobres, mientras que el 2% es en los más ricos. Respecto al vertido regulado, son los países de ingresos medio-altos los que tienen el porcentaje más alto: el 54%. Los de ingresos altos vierten el 39%, con un 35% de reciclado y un 22% de incineración.
¿Quién se encarga de los residuos?
La competencia sobre la gestión de residuos suele ser del gobierno municipal, con un 70% de países que han establecido instituciones con responsabilidad para el desarrollo de políticas y la supervisión regulatoria en el sector.
El documento aduce que al menos la mitad de los servicios, desde la recogida primaria de residuos hasta el tratamiento y la eliminación de los mismos, son gestionados por entidades públicas, y que alrededor de un tercio de ellos cuentan con una asociación público-privada.
Sin embargo, advierte que “las colaboraciones exitosas con el sector privado para la financiación y las operaciones tienden a prosperar sólo bajo ciertas condiciones, con estructuras de incentivos y mecanismos de aplicación adecuados, y por lo tanto no siempre son la solución ideal”.