Una contradicción, aunque positiva, se da en medio de la grave crisis ecológica que vivimos actualmente. Por un lado, estamos ante uno de los mayores retos a los que nos hemos enfrentado como sociedad global. Por otro, la sostenibilidad y la acción climática están generando numerosos puestos de trabajo. En España, sin ir más lejos, los expertos en la materia ya hablan de la llamada economía ambiental como un nicho de empleo muy importante. El sector ambiental no hace más que crecer y las cifras lo ponen de manifiesto, por eso el aumento de ofertas de empleo en el sector de la gestión de residuos.
Así lo revelan las “Cuentas medioambientales: Cuenta de bienes y servicios ambientales” (CBSA) de 2018, informe que el Instituto Nacional de Estadística (INE) hizo público el pasado mes de diciembre. Año tras año, el INE publica los datos que revelan nuestra realidad en un amplio abanico de temáticas. En este caso, las CBSA presenta las cifras relativas a las principales variables asociadas a la producción de bienes y servicios cuyo objetivo principal es la protección del medio ambiente y/o la gestión más eficiente de los recursos naturales. Estas clasifican por actividades económicas y dominios ambientales.
La economía ambiental representó un 2,20% del PIB en 2018
La economía ambiental, definida como el valor de las actividades asociadas a la protección del medio ambiente y la gestión de los recursos naturales, representó en 2018 el 2,20% del Producto Interior Bruto (PIB) español, cinco centésimas más que en el año anterior, sin ser la cifra más alta hasta la fecha.
En 2014 supuso el 2,22%. En 2015 ascendía a 2,27%, en 2016 decrecía hasta el 2,11% y, en 2017, volvió a crecer hasta comportar el 2,15%. En total, las actividades ambientales generaron más de 316.000 empleos equivalentes a tiempo completo con un crecimiento anual del 4,5% (el 1,76% del total la economía en ese mismo año).
Se consideran empleos verdes todos aquellos puestos que se han creado tanto directa como indirectamente por actividades relacionadas a la gestión del medio ambiente, y tanto en los sectores tradicionalmente vinculados a este área como en los nuevos yacimientos que emergen ante el cambio de modelo productivo, necesario para combatir la pérdida de biodiversidad y afrontar la emergencia climática.
Por su parte, el Valor Añadido Bruto (VAB) asociado a la producción de bienes y servicios ambientales se situó en 2018 en 26.424,4 millones de euros, un 5,5% más que el año anterior, y estuvo dos puntos por encima del crecimiento del PIB a precios de mercado en 2018. Para esta variable, las actividades que tuvieron mayor relevancia fueron las asociadas al suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado (38,6 %) y al suministro de agua, actividades de saneamiento, gestión de residuos y descontaminación (28,9 %). Las que menos fueron aquellas del sector de la construcción (3,8 %) y de la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (5,4 %).
Actividades económicas que generan más puestos de trabajo
En términos de empleo, las actividades económicas que generaron más puestos de trabajo fueron las de suministro de agua, saneamiento, gestión de residuos y descontaminación (que suman el 40,5 %) y las de los servicios (23,5 %). El sector de la construcción queda, una vez más, en el último puesto, representando apenas el 5,9 %. Pero si hablamos de crecimiento de empleo, las actividades que más nuevos empleos lograron fueron los servicios y las industrias extractivas y manufactureras, que registraron un aumento anual de 8,9 %.
Dichas variables se clasifican además en función del dominio del medio ambiente afectado y, las tablas publicadas muestran cómo la producción de energía a través de fuentes renovables (33, 8 %) y la gestión de residuos (22,5 %) fueron los dominios con mayor peso sobre el total del VAB ambiental, mientras que la protección del aire y el clima tuvo la menor aportación (2,1 %). Sin embargo, este orden no coincide con los dominios ambientales que generaron más empleo, que fueron el de gestión de residuos (36,5 %) y, bastante por detrás, una categoría denominada “otros ámbitos de protección ambiental (13,3 %).
Ofrecer una mayor diversidad en las alternativas y oportunidades más ecoeficientes para el trabajo puede contribuir a impulsar el cambio económico y social que precisa el planeta. Sólo así, dicen los expertos, con una nueva forma de pensar la producción y el consumo —lo que pasa con reformar también el empleo—, se podrá contribuir a frenar el calentamiento global y la degradación de los ecosistemas.