Plan de Acción para la Economía Circular: La tozuda realidad de lo lineal
06/04/2020

Nos hemos acostumbrado a que los productos se rompan pronto y haya que tirarlos. A que las cosas no duren. Que sea más costoso repararlo que comprar uno nuevo. Ese patrón de “comprar-consumir-tirar” es parte del problema de falta de sostenibilidad que hoy sufrimos, pero la Unión Europea, en el marco de su nuevo Green Deal, se ha propuesto cambiar la manera en la consumimos.

La Comisión Europea acaba de aprobar en el mes de marzo el Plan de Acción para la Economía Circular, un programa en el que se engloban diferentes medidas orientadas a maximizar el aprovechamiento de los recursos, asegurando que éstos se mantengan en la economía de la UE durante el mayor tiempo posible. Se trata de avanzar hacia la adaptación de nuestra economía a un futuro ecológico sin perder competitividad. La normativa pretende recompensar a los fabricantes que apuesten por la sostenibilidad de sus productos y vincular los incentivos a este tipo de prácticas. Según las previsiones de la UE la aplicación de este plan podría aumentar su PIB en un 0,5% de aquí a 2030 y crear en torno a 700.000 nuevos empleos.

¿Por qué es importante una transición hacia la economía circular? Este tipo de producción cambia el ciclo típico de fabricación actual y pretende un mayor aprovechamiento de los productos. Nuestro modelo de desarrollo actual es la economía lineal, que se basa en extraer recursos naturales para poder fabricar productos, consumirlos y después tirarlos. Este sistema se ha demostrado insostenible y tiene un límite en tanto que los recursos naturales son finitos. Además, tiene un enorme impacto ambiental, con efectos derivados como el cambio climático, la contaminación y la consecuente pérdida de biodiversidad. Por otro lado, la población va en aumento y con tendencia a la concentración urbana, por lo que dentro de unos años se necesitarán todavía más recursos para abastecer a esas megaciudades.

Propuestas de el Plan europeo de acción para la Economía Circular

La economía circular pretende que estos recursos que ya se han extraído puedan recuperarse y ser utilizados el mayor número de veces posible. En este tipo de economía es importante pensar en el diseño previo de los productos, ya que, de esta manera, si se hace pensando en el futuro desmontaje y readaptación, se reducen los residuos provenientes de los componentes biológicos y técnicos. El reciclaje vuelve al producto como materia prima en bruto. El ecodiseño, por su parte, se preocupa de que el producto sea ecológico y eficiente en todas las fases de su concepción, en contra de la obsolescencia programada y pensando en el futuro residuo ya como recurso.

El plan de la Comisión Europea hacia una economía más circular incluye diferentes medidas que pretende reforzar la legislación actual. Para empezar, se ampliará la información a los consumidores para empoderarles y concienciarles sobre la opción de reparar sus productos y que, así, decidan apostar por aumentar la durabilidad de los mismos y sean conscientes de la posibilidad de darles una segunda vida.

En materia legislativa se hará obligatorio que los productos que se comercialicen en la Unión Europea duren más, su reparación sea más sencilla y que los materiales usados en su fabricación, siempre que sea posible, sean materiales reciclados y no materias primas. Habrá además nuevos requisitos sobre el contenido reciclado de los microplásticos, bioplásticos y plásticos biodegradables.

Otra de las medidas importantes es la prohibición de productos de un solo uso, como pueden ser pajitas, envases, vajilla y cubertería de plástico, palos de globo, etc. También se intentará reducir el excesivo embalaje de los productos.

Este plan pretende, en resumen, reducir los residuos que generamos, y agilizar el tratamiento, tanto de los que se envían fuera de la UE como de los que se procesan en su interior. El fin último es transformarlos en recursos de alta calidad que se integren en el mercado de materias primas secundarias. Además, se mejorará la recogida de los residuos generados por los productos electrónicos, favoreciendo la minería urbana y alargando la vida útil de los mismos.

Por último, se fomentará la circularidad y sostenibilidad tanto de los edificios como de las baterías, y se impulsará la reutilización textil para reducir el inmenso impacto ambiental de esta industria, la segunda más contaminante del mundo después de la del petróleo.

Este plan entronca con el objetivo de la Unión Europea de alcanzar el objetivo de reciclar el 65% de los envases para 2025 y el 70% para 2030, una meta que, para los residuos municipales como conjunto, se ha fijado en el 55% y el 60%, respectivamente.