Las TIC y el medio ambiente
08/09/2020

La digitalización de la economía es una de las grandes apuestas estratégicas que están definiendo la posición de muchos países en el poderoso mercado global de las tecnologías de la información y la comunicación. El primer ejemplo que se nos viene a la cabeza es, seguro, el 5G, que ha desatado toda una guerra comercial entre los gigantes de EEUU y China.

La economía circular necesita de la transformación digital… y viceversa

La transformación digital y la economía circular deben ir unidas. Pero a nivel nacional la digitalización también puede ser una herramienta para paliar las desigualdades internas y garantizar la sostenibilidad de la economía. Por ello el gobierno de España, a través del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, acaba de lanzar su estrategia España Digital 2050, con la que quiere movilizar entre este año y 2025 unos 140.000 millones de euros de inversión pública y privada. La idea es que en los dos primeros años (2020-2022), las 50 medidas concretas que contiene la estrategia empiecen a materializarse gracias a por lo menos 70.000 millones de euros (es decir, la mitad del volumen de inversión esperado).

España Digital 2050, para impulsar la transformación digital

Se trata, como la definen en su presentación, de “una Agenda actualizada que impulse la Transformación Digital de España como una de las palancas fundamentales para relanzar el crecimiento económico, la reducción de la desigualdad, el aumento de la productividad, y el aprovechamiento de todas las oportunidades que brindan estas nuevas tecnologías”, entre las cuales se encuentra la vertebración del territorio y la sostenibilidad.

De hecho, cita entre sus objetivos “acelerar la digitalización del modelo productivo mediante proyectos tractores de transformación digital en sectores económicos estratégicos como el Agroalimentario, Movilidad, Salud, Turismo, Comercio o Energía, entre otros”, proyectos que tienen como meta “una reducción del 10% de las emisiones de CO2 por efecto de la digitalización de la economía en 2025”.

Sostenibilidad y digitalización

La digitalización podría ser una solución, por ejemplo, para la despoblación y el abandono rural. El planeamiento es que, mejorando la conectividad digital y permitiendo su acceso al 100% de la población, desaparezca la brecha digital que se da actualmente entre zonas rurales y urbanas. Esto, en un contexto en que el teletrabajo cobra más y más importancia —sobre todo a partir de la pandemia del coronavirus—, facilita que muchas personas puedan irse a zonas rurales a trabajar. Y, a más gente en el ámbito rural, menos abandono del campo, lo que se traduce en última instancia en una mayor sostenibilidad del entorno y los ecosistemas que comprende.

Más allá de la brecha digital entre lo urbano y lo rural, otro elemento importante es la eficiencia energética. La digitalización puede aportar un 82% de eficiencia en el consumo energético de los edificios, que suponen hasta el 70% del consumo de energía mundial, según el informe Living in a World of Data, de Schneider Electric. En el caso de las infraestructuras, la digitalización lograría un 79% de eficiencia energética, según el mismo estudio.

Desmaterialización

Otra forma en que una transformación digital de la economía puede impulsar la transición ecológica es a través de la “desmaterialización” de la misma que, aunque con matices, prometen ciertos avances tecnológicos. El Internet de las Cosas (también llamado “IoT”, por sus siglas en inglés) o el cloud computing —computación en la nube— son algunos ejemplos de innovaciones que permiten el ahorro de materiales. De nuevo, esto sólo se puede asumir en algunos casos, pues también hay voces críticas que señalan que estas tecnologías requieren materiales más pequeños pero cada vez más difíciles de encontrar y cuya extracción exige un mayor gasto energético que el que implica la fabricación de los productos tal y como los concebimos actualmente.

Lo que sí está claro es que una mayor conectividad desplegada en todo el territorio español favorecerá un escenario de teletrabajo en que se ahorrarán los desplazamientos al puesto de empleo —lo que se llama “movilidad obligada”— y, por tanto, se reduzca la huella de carbono y ayudará a evitar el abandono rural, lo que contribuye al mantenimiento del ecosistema y a la lucha contra los incendios forestales, entre otras mejoras para el medio ambiente.