El negacionismo climático… ¡todavía existe!
04/02/2021

“Siempre ha habido cambios en el clima”, “la comunidad científica y el consenso científico no se pone de acuerdo sobre si el calentamiento es cosa de los humanos”, “el CO2 es positivo para la vegetación” … Son algunos de los argumentos que mantienen los negacionistas climáticos, aquellas personas que no creen lo que los científicos llevan décadas advirtiendo y que ya estamos viendo como una realidad: que los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera por actividades como la quema de combustibles fósiles está calentando el planeta a un ritmo vertiginoso y que está alterando los ecosistemas y el mundo en general tal y como lo conocemos.

Los negacionistas climáticos desoyen a la ciencia

Se conoce como cambio climático, también llamado “crisis climática”, para enfatizar la gravedad del asunto. A esta crisis se han atribuido numerosos fenómenos meteorológicos extremos recientes, además del aumento progresivo de la temperatura media del planeta. Aún así, hay todavía personas que se resisten a creer lo que sugiere la ciencia.

Al contrario de lo que algunos argumentos citados al inicio del texto indican, el consenso entre la comunidad científica es abrumador. A día de hoy, son una minoría insignificante los expertos que cuestionan el fenómeno de calentamiento global, su origen antropogénico y sus efectos. Es más, de ese pequeño porcentaje de científicos que niegan el cambio climático se han encontrado relaciones con empresas de la industria de los combustibles fósiles, como exponen en su libro Mercaderes de la duda (Capitan Swing, 2018) Naomi Oreskes y Erik M. Conway. Conway y Oreskes desvelaron las campanas de desinformación que lideraron científicos a sueldo en Estados Unidos, ligados a las mismas estrategias de confusión respecto a la relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón.

Actualmente, la ciencia del cambio climático es validada por el 97% de los científicos, y quienes se muestran escépticos ni siquiera niegan el calentamiento sino sus causas antropogénicas. Entre los más prestigiosos, los que forman parte del grupo de expertos de Naciones Unidas, llevan décadas advirtiendo de la que se nos viene encima. En 2018, fijaron un margen de actuación de diez años para evitar que se agote el presupuesto de carbono correspondiente a 1,5 ºC.

El negacionismo climático al borde de la extinción

Tras su demoledor informe, publicado en octubre de 2018, una ola de activismo y conciencia social se expandió por el mundo, y en 2019 la sensibilización respecto a la necesidad de actuar se hizo notable, con protestas de jóvenes a lo largo y ancho del globo que pedían a las autoridades políticas acción climática contundente para salvar su su futuro. Algunas victorias se pudieron celebrar. Por ejemplo, hubo un aumento en la ambición climática de los “major players”, los países o grupos de estados más contaminantes, como China, que se comprometió a descarbonizar su economía antes de 2060, o la Unión Europea, que será neutra en carbono en 2050 y ahora aspira a elevar su objetivo de reducción de emisiones al 55% en 2030 y respecto a los niveles de 1990.

El corto recorrido del negacionismo 

Pero los datos sobre la relación entre la quema de combustibles fósiles y el calentamiento existen desde los años 50. En los años 80, el mundo estuvo muy cerca de sellar un acuerdo internacional vinculante orientado a frenar el aumento de temperaturas y evitar los peores efectos de la crisis climática. En su libro Perdiendo la tierra (Capitan Swing, 2020), Nathaniel Rich recuerda que en ese momento incluso los republicanos en EEUU estaban a favor de cerrar este acuerdo. Hasta que la industria del gas y del petróleo presionó a la administración de George H. W. Bush y, en 1989, EEUU se echó atrás. De estos dos ensayos — Mercaderes de la duda y Perdiendo la Tierra— se puede concluir que el negacionismo climático es un fenómeno relativamente reciente y muy ligado a los intereses económicos del sector energético fósil.

Un argumento de los negacionistas, “siempre ha habido cambios climáticos”, es cierto. En los registros históricos queda patente que el planeta ha atravesado diversos cambios climáticos. Sin embargo, la crisis climática actual es la primera ocasionada por el hombre, a través de las emisiones de gases de efecto invernadero que se acumulan en la atmósfera. Los datos oficiales revelan que la concentración de partículas por millón de CO2 en la atmósfera, que se traducen en un aumento de la temperatura global, ha escalado rápidamente desde la segunda revolución industrial.

Por otro lado, las plantas necesitan dióxido de carbono, además de agua y luz para sobrevivir. Sine embargo, más CO2 no significa mejores condiciones para la vegetación. De hecho, la crisis climática comporta una amenaza para la biodiversidad, en tanto que supone sequías más frecuentes y prolongadas —por tanto, menos agua—, y un aumento de temperatura que provoca estrés térmico en ecosistemas enteros, como por ejemplo los arrecifes de coral, que están condenados a desaparecer si la crisis no se frena a tiempo, según muestran los estudios del IPCC (el grupo de especialistas climáticos de la ONU).