UNIDO, acrónimo de sonido español pero de nombre inglés (United Nations Industrial Development Organization) es una de las agencias menos conocidas de Naciones Unidas. A diferencia de la OMS o la FAO, cuya tarea se proyecta de manera abundante en la sociedad y en el escenario mediático, apenas tenemos noticias de UNIDO.
El nacimiento de esta agencia no se entiende sin la descolonización. Concretamente se crea en 1966 para promover la industrialización de los países en desarrollo que en aquella década obtuvieron su independencia, y que fueron más de 50. Es interesante remarcar que esta agencia esquivó el riesgo de convertirse en un artefacto burocrático obsoleto y, a medida que pasaba el tiempo supo adaptarse a nuevas exigencias. UNIDO está integrada hoy por 170 estados y posee una constitución propia.
En 2013 se dotó de unos nuevos principios orientados a que el desarrollo industrial de los países estuviera de acuerdo con la sostenibilidad, concretamente para que este desarrollo beneficiara a las personas salvaguardando a la vez el medioambiente. Este objetivo se reafirmó en la declaración de Abu Dhabi en 2019. Hoy UNIDO se considera un instrumento de peso para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Su cometido ambiental es muy amplio. Incluye el cambio climático, la descarbonización de la actividad económica, las energías renovables. Pero entre todos ellos merece subrayarse el objetivo de separar el uso de recursos naturales y los impactos ambientales del crecimiento económico. UNIDO lo considera “un requisito clave para superar el desafío apremiante de los crecientes niveles de consumo de recursos”.
Este último aspecto conecta con la economía circular, otro ámbito en el que esta agencia de Naciones Unidos se muestra bastante activa. Hace tres años su conferencia general pidió a la organización que realizara una ronda de consultas sobre esta materia a expertos de los estados miembros con el fin de facilitar los intercambios sobre mejores prácticas e innovaciones emergentes y la promoción y adopción de los principios y prácticas de la economía circular por parte de las industrias de dichos estados.
En 2021 UNIDO se ha significado en este terreno al formar parte de la Alianza Global sobre Economía Circular y Eficiencia de Recursos (GACERE) cuyo objetivo proporcionar un impulso global a las iniciativas relacionadas con la transición de la economía circular, la eficiencia de recursos, los patrones de producción y consumo sostenibles y la industrialización inclusiva y sostenible. GACERE ha sido establecida por la Comisión Europea) y por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en coordinación con UNIDO.
Por otra parte, UNIDO ha publicado su propio informe sobre la economía circular en el que, entre otros aspectos, pone de relieve la conexión entre este nuevo paradigma y la inclusividad. En cierto modo con ello la organización retorna a sus orígenes que eran la ayuda al desarrollo de los países que se emancipaban, aunque ahora lo hace de otro modo.
Inclusividad, aspecto olvidado
La relación con la inclusividad se explica del siguiente modo: “la economía circular tiene en cuenta dos pilares de sostenibilidad — medioambiental y económico— pero corre el riesgo de dejar de lado un tercer pilar esencial: la inclusividad” . Y añade: “ la economía circular podría eliminar a los países más pobres del cadenas de suministro globales en las cuales les ha costado tanto de entrar”.
¿Por qué? Pues sencillamente porque, si los países más avanzados logran crear una auténtica economía circular, reducirán su demanda de materias primas e incluso de productos procedentes de los países en desarrollo. Un tema, sin duda espinoso, pero que habrá que considerar si se quiere construir un nuevo paradigma económico.
Sin embargo, según el informe de UNIDO, con el enfoque adecuado se puede superar este obstáculo y lograr que los países en desarrollo también pueden beneficiarse enormemente de la economía circular. Esta sería la idea de inclusividad.
En este sentido, apunta que las actividades de la economía circular tienen el potencial de satisfacer una parte de la necesidad creciente de materiales, agua y energía, debido tanto al crecimiento de la población como al aumento de la demanda por parte de las infraestructuras, la industria y los consumidores de los países en desarrollo. Y cita, en este sentido, un informe del McKinsey Global que ha estimado que hasta el 85% de las oportunidades de mejorar la productividad de los recursos se encuentran precisamente en los países en desarrollo.