La agricultura y la ganadería son actividades con un gran impacto ambiental. Sin embargo, es imprescindible para alimentar a los más de 8.200 millones de personas que vivimos en el Planeta. Esta dicotomía es la que presenta contradicciones a la hora de decidir el modelo agropecuario.
Por un lado, son necesarias ingentes cantidades de alimento, y aun así hay casi 800 millones de personas que están en situación de hambruna. Por otro, la agricultura convencional, especialmente la extensiva, aumenta cada año la presencia de sus cultivos, utiliza fertilizantes y plaguicidas (pesticidas y herbicidas), y requiere de grandes cantidades de agua (en España, cerca del 80% de toda la que consumimos). Entre ambas realidades, hay productores que optan por la llamada agricultura ecológica.
Qué es la agricultura ecológica
La agricultura y ganadería ecológica, biológica u orgánica es un sistema para producir cultivos y criar animales basado en el uso racional de los recursos naturales, que no emplea productos químicos ni organismos genéticamente modificados, respetando así la fertilidad de la tierra y protegiendo la biodiversidad. Estas son las grandes diferencias con la agricultura convencional.
Sus objetivos son:
- Obtener alimentos usando sustancias y procesos naturales.
- Cultivar alimentos sanos, saludables, nutritivos y de calidad.
- Usar de manera responsable la energía y los recursos.
- Utilizar métodos agronómicos, biológicos y mecánicos.
- Respetar los ciclos biológicos.
- Mantener la biodiversidad del entorno donde se cultivan los alimentos.
- Conservar el equilibrio ecológico del entorno.
- Mejorar la fertilidad del suelo.
- Hacer un uso responsable del agua y mantener su calidad.
- Proteger y mejorar las condiciones de vida de los agricultores.
- Lograr la rentabilidad y la sostenibilidad económica del sistema.
- Promover el bienestar animal.
Métodos y prácticas
Los métodos usados en la agricultura y ganadería ecológica están encaminados a utilizar la tierra para cultivar y criar, a la vez que se protege y conserva la diversidad biológica. Según el Roda Institute, hay seis prácticas elementales en este tipo de actividades.
- Suelo saludable. Es el que permite a los cultivos crecer sin enfermedades o plagas, porque contiene bacterias, hongos y otros organismos que lo mantienen sano y producen antibióticos naturales. Para determinar si un suelo está sano se mide el nivel de microorganismos, los nutrientes, su resistencia a la sequía, el carbono que retiene, etc.
- Cultivos de cobertura. Los que no son comerciales; es decir, otro tipo de cultivos que no son necesariamente los productos que se cultivan para ser vendidos. Su función es evitar plagas, mejorar la calidad del suelo, fijar nutrientes y evitar su erosión. Algunos ejemplos son la mostaza, tréboles, trigo sarraceno o centeno.
- Rotaciones. Es la práctica de plantar de manera secuencial diferentes tipos de cultivo para equilibrar los nutrientes y evitar plagas. Una rotación sencilla es de tres cultivos, pero las más sofisticadas pueden llegar a alternar 12 tipos diferentes de cultivos.
- Compost. Creado a partir de la descomposición aeróbica de desechos de comida, restos vegetales y abono animal. Es un fertilizante natural rico en nutrientes que se consigue gracias a una visión circular de las sustancias biológicas.
- Labranza cero. Remover y preparar la tierra después de una cosecha para plantar la siguiente es un método que puede ser muy agresivo. En este tipo de labranza se utilizan herramientas manuales para penalizar menos los nutrientes del suelo.
- Plagas. En la agricultura ecológica el manejo de las plagas es orgánico y se hace con insectos y otras especies como los escarabajos o mariquitas que protegen los cultivos de manera natural.
- Gestión del ganado. Se hace desde el máximo respeto a los animales, procurando su bienestar y dándoles unas condiciones de vida dignas. Su alimentación es natural y pasan la mayor parte de su tiempo en libertad.
- Pastoreo rotacional. Consiste en mover y trasladar a los animales por diferentes pastos, lo que ayuda a diversificar su dieta y permite rotar los pastos para no consumirlos en exceso. También es una excelente solución contra los incendios, porque los animales “limpian” los suelos.
Certificaciones de agricultura ecológica
La Unión Europea cuenta con una amplia normativa que regula la agricultura y la ganadería ecológica, y que garantiza a los consumidores una trazabilidad de los productos que se venden como ecológicos.
Podemos identificar estos productos gracias a la etiqueta de la UE que los certifica como ecológicos. La certificación garantiza que los productos han cumplido todos los requisitos exigidos por la UE en materia de alimentos procedentes de la agricultura y ganadería ecológica.
Dado al gran crecimiento de la agricultura ecológica en la UE durante los últimos años, en parte debido al aumento de la demanda de los consumidores, se aprobó una nueva legislación más estricta que entró en vigor en 2022.
Las novedades que aporta la nueva legislación se centran en reforzar los controles de las producciones ecológicas para proteger al consumidor, nuevas fórmulas para que los pequeños productores puedan pasar de métodos convencionales a ecológicos, mayor control de los productos importados para que cumplan con la normativa de la UE y una ampliación en la gama de productos que pueden comercializarse como ecológicos.
Además, la UE tiene en marcha la Estrategia “De la Granja a la Mesa” para promover unos sistemas alimentarios más saludables, justos y respetuosos con el medio ambiente y la biodiversidad.
España, líder europeo
Con más de dos millones de hectáreas, España el primer país productor de agricultura ecológica de Europa, según los datos de Eurostat. Le siguen Italia y Francia. No obstante, si vemos el ranking de países según el porcentaje del total de sus tierras agrícolas dedicada a la agricultura ecológica, Austria es el país líder con un 21%.
La superficie en España dedicada a la agricultura ecológica (año 2022) supone el 10,95% del total de la superficie agraria del país, según el informe estadístico de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecológica (SEAE).
Por Comunidades autónomas, Andalucía es líder indiscutible con el 47,33%, seguida de Castilla-La Mancha (15,42%), Cataluña (9,60%) y la Comunidad Valenciana (5,41%).
La mayoría de la superficie arable ecológica a nivel nacional es de cereales (42,26%), barbechos (32,7%), plantas para alimentación animal (8,54%), legumbres secas (6,92%) y hortalizas frescas y fresas (4,65%), entre otras.
Por tipo de cultivo permanente, producimos frutos secos (33,84%), olivares (33,08%), viñedos (18,34%) y cítricos (3,10%).