La idea original de “ciudad jardín” planteada por Howard a finales del siglo XIX como la combinación perfecta de campo y ciudad, está evolucionando hacia una nueva generación de “garden cities” capaces de hacer frente a nuevos retos, como el del cambio climático.
Se trata de crear espacios urbanos donde se promueva el desarrollo sostenible, se fomente la biodiversidad, se utilicen tecnologías respetuosas con el medio ambiente y se avance en la movilidad sostenible y el trabajo de proximidad. Todo ello en un ambiente de respeto y accesibilidad a las aspiraciones y necesidades de sus habitantes y en unas condiciones económicas asequibles.
El británico Ebenezer Howard fue el primero, en 1898, en idear el concepto de “ciudad jardín”, una la combinación perfecta de las ventajas de una ciudad enérgica y activa con toda la belleza y el encanto del campo.
Desde que publicara “To-morrow: A Peaceful Path to Real Reform” su idea sería interpretada en distintos y muy variados proyectos urbanísticos a lo largo y ancho del globo. El mismo Howard fundó una compañía para hacer realidad su idea: la primera ciudad jardín del mundo, fundada en 1905 se llamó Letchworth y estaba situada a 56 kilómetros de Londres. Quince años después se fundó Welwyn, también en el condado de Hertfordshire.
Desde entonces, tal y como recuerda el Garden Cities Institute, se han construido otros ejemplos de “garden cities”: Canberra en Australia; Romerstadt en Alemania; Milanino, en Milán, Italia; Pinelands, en Cap Town, Sudáfrica, o Greenhills en Hamilton County, Ohio, Estados Unidos. Casi todas diseñadas en la primera mitad del siglo XX y algunas más bien como “barrios jardín” que como ciudades propiamente dichas.
Hace unos años que la Town and Country Planning Association (TCPA), fundada por Howard, lidera una campaña a favor de una nueva generación de Garden Cities, es decir, “un nuevo tipo de asentamiento planificado de manera holística que cuida el medio ambiente y que ofrece viviendas asequibles de alta calidad así como accesibilidad a trabajos locales en comunidades bonitas, saludables y sociables”.
Hay doce principios que para la TCPA debe reunir una ciudad para considerarse como tal. Entre ellos, tratarse de un desarrollo que cuide el medio ambiente, promueva las infraestructuras verdes, aumente la biodiversidad y que use tecnologías energéticas positivas y cero combustibles fósiles para asegurar la resiliencia del clima. Poder ir andando -a trabajar, por ejemplo- moverse fácilmente en bicicleta y gozar de un transporte público accesible es otro de ellos.
Parece entonces que el concepto de “ciudad jardín” se vuelve a retomar adaptado a nuestros tiempos. De hecho, un siglo después de las iniciativas de Howard y de nuevo en Reino Unido, el Gobierno británico está tratando de sacar adelante un desarrollo similar en Ebbsfleet, Kent, un proyecto no exento de críticas, tal y como ha publicado recientemente la prensa local.
Seguiremos de cerca la evolución de esta idea que trata de mejorar la relación de las personas con el medioambiente.