Groenlandia: la independencia ambientalista
03/09/2021

La primera cosa que hay que saber sobre Groenlandia es que su nombre es un exónimo, es decir, la denominación foránea de un país cuyos habitantes conocen por otro nombre completamente distinto. Dicho exónimo es Kalaallit Nunaat​, que en la lengua local significa tierra de los kalaallits 

Groenlandia es la castellanización de Grønland​ ,tierra verde, una denominación del pueblo colonizador danés, la cual no es nada desacertada,  los científicos han confirmado que Groenlandia, en efecto, fue muy verde en el pasado.   

No está de más clarificar algo evidente, pero la verdad es que poco conocido, como el hecho de que Groenlandia no pertenece a Europa, sino que es una isla de América del Norte. 

¡Y qué isla! Más de dos millones de km2 para 20.000 habitantes. Donald Trump expresó a Dinamarca su deseo de comprarla. Teniendo en cuenta que Estados Unidos pagó siete millones de dólares al Imperio Ruso por Alaska en 1867, tampoco tendría nada de particular adquirir otro territorio en el devenir histórico de aquel país.  

Recursos estratégicos

Hay que reconocerlo: las intenciones de Trump en este caso tenían sentido. Groenlandia posee enormes reservas de tierras raras. Hoy el mercado global de estos recursos está dominado por China, que controla prácticamente toda la cadena de suministro. Por su parte, los Estados Unidos importan la mayoría de sus tierras raras del país asiático.  

Todo ello en un contexto de crecimiento de demanda mundial de estas materias para múltiples usos, y la mayoría estratégicos, como telefonía móvil, motores para vehículos eléctricos, imanes de alto rendimiento y aplicaciones en la Industria 4.0, por no hablar de los usos militares. 

El pasado mes de mayo se cumplieron 300 años de la colonización de este pueblo americano por parte de la corona danesa. Groenlandia cuenta con autonomía política real desde el año 2009, y dentro de este estatus Copenhague reconoció el derecho de autodeterminación del país.  

Ahora la independencia está en manos de los groenlandeses, pero el factor clave para la decisión final en un futuro referéndum no es un nacionalismo apasionado, sino el cálculo de los costes económicos que este paso supondría.   

Los habitantes del país se muestran tanto a favor como en contra en función de la cambiante percepción de lo que la independencia supondría para la estabilidad económica. Parece que la mayoría de la población se inclina por la soberanía total, pero en un proceso lento. 

Actualmente la isla está subvencionada en gran parte por Dinamarca. Dos tercios del presupuesto del gobierno autónomo surgen de las arcas del gobierno central. Claro está que todo esto podría cambiar si el estado independiente se abriera a la explotación a fondo de sus valiosos recursos.  

El gobierno afirma que existe consenso para desarrollar una política mineral para los próximos años. Esta idea se desglosa en el documento Greenland’s Mineral Strategy 2020-2024  ¿Pero cuál sería el coste ambiental de todo ello? Por otra parte, el cambio climático podría favorecer pronto nuevas rutas árticas para cruceros internacionales y esto supondría una fuente de ingresos adicional. 

La Unión Europea no se inmiscuye en el debate sobre el futuro de Groenlandia. Eso sí, contempla una política del nuevo estado comprometida con la sostenibilidad en el Ártico, en colaboración con países de fuera de la Unión.  

Probablemente los groenlandeses serán el primer pueblo que ejerza su derecho de autodeterminación con la sostenibilidad como un elemento central del debate.