A principios de 2021, la publicación especializada en turismo para profesionales y empresas, Hosteltur, publicó un artículo titulado Un año para impulsar la economía circular en el turismo, una interesante recopilación de diversos documentos que apuntan a la convergencia entre sostenibilidad, circularidad y turismo. Lo es por los contenidos que maneja, pero también por el hecho de que da la medida del nivel de conciencia sobre estas cuestiones por parte del sector.
En el artículo se menciona “el turismo de naturaleza y el desarrollo de áreas rurales” y cita que “los principios de sostenibilidad y circularidad también son transferibles a las medidas orientadas a revitalizar la España vaciada”.
Además, recuerda que habrá financiación “para proyectos tendentes a hacer del turismo una industria más circular en el marco de los fondos europeos” y hace el siguiente llamamiento: “más allá de las grandes cadenas, las pymes del sector deberían trabajar desde ya, a través de sus asociaciones empresariales, para planificar acciones en esta área, que eviten improvisaciones y costes de oportunidad”.
España vaciada
Hablando de España vaciada, el verano pasado la Universidad de Castilla-La Mancha celebró en Tragacete (Cuenca) un curso con un sugestivo nombre Destinos Rurales Circulares como laboratorios de innovación.
Otra aportación que merece ser destacada es el Informe sobre economía circular aplicada al turismo de Segitur. En sus más de 180 páginas propone estrategias para el turismo circular en España e identifica a los agentes clave para un cambio en este ámbito.
Como se puede ver el tema preocupa y a la vez anima. Preocupa porque el volumen del reto es enorme, el modelo turístico que ha prevalecido desde los años 60 con pocas modificaciones es insostenible a todas luces y, aun así, sigue siendo hegemónico. Es un modelo hiperconcentrado en las costas, tal y como puso de relieve este artículo publicado en El País en 2017 (pero que podría ser publicado otra vez en 2021 sin grandes variaciones). Además, genera una enorme cantidad de residuos con una gran afectación del medio marino, si bien este es un problema del modelo de turismo masivo que va más allá de un solo país.
Decíamos también que el tema anima. ¿Cómo es posible eso? Bien, de entrada anima el debate: nunca antes se había generado tanta discusión y documentación al respecto. Por otra parte, anima, en general, el hecho de que por fin se esté empezando a vincular turismo, desequilibrio territorial y circularidad.
Áreas rurales
El portal Ecocircular publicó el año pasado un artículo que merece la pena ser leído. Se titula Economía circular, una oportunidad para revitalizar el mundo rural y profundiza sobre esta idea planteando numerosas posibilidades de futuro.
Basta un pequeño fragmento para captar su filosofía: “Las ciudades tienen un déficit de recursos y un exceso de jóvenes desempleados, mientras que las áreas rurales tienen una gran cantidad de recursos, pero nadie que los aproveche. La economía circular debe impulsarse también en las áreas rurales, porque es en esas áreas donde abundan esos recursos, donde mejor se pueden estudiar las fórmulas para revalorizarlos y optimizarlos al máximo”.
No hay que engañarse, todavía no estamos en la fase de las soluciones. Existe una ebullición de ideas cuyo logro mayor en este momento es haber situado el foco sobre la cuestión.
Un turismo circular no es aquel que construirá un complejo hotelero con certificación passivhaus y 100% de reciclaje de residuos al lado de un pueblo abandonado, sino el que sabrá devolver a la vida ese pueblo para que pueda ser habitado y visitado con moderación.
Sin menoscabar los aspectos técnicos que habrá que resolver en cada caso, deberán ser los modelos de negocio turístico innovadores los que aporten las soluciones.