Aunque pueda parecer que en algunas localidades costeras de nuestro entorno la pesca ya no tiene la importancia de antaño, la realidad es que continúa siendo un sector clave si se contempla con perspectiva global. En este artículo vamos a conocer la importancia de saber a dónde van a parar los residuos de pesca.
Las cifras dan buena cuenta de ello, ya que esta actividad es fuente de ingresos directos e indirectos para 820 millones de personas, según datos de la FAO. Además, este mismo organismo considera el sector pesquero una comunidad relevante para la seguridad alimentaria y la nutrición, para el crecimiento económico en general, y del comercio en particular, así como para mitigar la pobreza por su capacidad de crear oportunidades de empleo.
Desde esta consideración, la FAO promovió hace más de 25 años un código de conducta responsable en las pesquerías con un enfoque ecosistémico de la pesca. Tras este tiempo, el código continua siendo un marco de referencia para los esfuerzos nacionales e internacionales de regulación en este ámbito. Su aportación fundamental ha sido el establecimiento de principios y normas de comportamiento para conseguir prácticas responsables con el fin de asegurar la conservación, gestión y desarrollo de los recursos acuáticos vivos.
Esta línea de trabajo sigue plenamente vigente y en 2021 ha visto la luz una declaración oficial de la FAO en favor de una pesca y una agricultura sostenibles. Precisamente, esta declaración se hizo para marcar el 25 aniversario del código de conducta.
Por otra parte, la conservación de la vida submarina es el objetivo número 14 de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas.
Sobreexplotación y polución
Más allá de intenciones y objetivos, y yendo a la realidad de la explotación de las pesquerías, la FAO apunta en su informe El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura que 34,2% de las poblaciones de peces que se han evaluado están sobreexplotadas. Y es en el Mediterráneo donde la sobreexplotación es más acusada.
Otro ámbito de problemas es el que hace referencia a la basura marina. Por una parte, este fenómeno genera diversas amenazas para la propia actividad pesquera, tal y como ha puesto de relieve un informe de la Unión Europea sobre la materia. Pero, por otra, la actividad pesquera es a veces causante de este tipo de polución, aunque no de forma mayoritaria: según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) se estima que las millones de toneladas de basura marina que proviene del sector representaría un 10% del total. Estos residuos orgánicos están formados por equipos de pesca, abandonados, perdidos o desechados.
En este contexto, cabe señalar una interesante iniciativa en nuestro país, concretamente el proyecto RED-USE para una gestión responsable de las artes de pesca de la Confederación Española de Pesca (Cepesca).
El proyecto se ha centrado a lo largo de 2020 y 2021 en el desarrollo de un sistema integrado de gestión (SIG) para artes de pesca. Partiendo de un diagnóstico inicial para conocer la realidad en los puertos españoles de este problema, se ha establecido un mapa de actores así como una hoja de ruta a seguir para aplicar la directiva europea sobre la gestión de residuos plásticos de un solo uso en el contexto español.
Siguiendo esta línea, además de la innovación aplicada a procesos, se ha establecido también una ficha técnica de los componentes plásticos presentes en las principales artes de pesca y se ha trabajado en el análisis del ciclo de vida y análisis de la degradación de estos componentes plásticos para sentar la bases de un futuro ecodiseño de las artes de pesca que contribuya a minimizar su impacto ambiental.
El proyecto RED-USE no es una iniciativa aislada ya que Cepesca es una organización que, además de defender los intereses sectoriales, en todos los foros, ha demostrado poseer una amplia sensibilidad ambiental en otros muchos proyectos y campañas. Con ello se inscribe en una corriente mundial de la economía circular que está preparando el futuro para unas capturas de pesca más sostenibles.