Próximo objetivo: productos textiles
29/04/2022

No es la primera vez, ni será la última, que se habla en este blog del gran impacto de la industria textil en el entorno. El tema no es baladí ya que, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente hechos públicos durante el mes de febrero, los productos textiles tienen, por término medio, el cuarto mayor impacto negativo del ciclo de vida sobre el medio ambiente y el cambio climático, después de los alimentos, la vivienda y la movilidad.  En este artículo vamos a hablar sobre la relación entre los textiles y la circularidad y su impacto en el entorno.

Estos datos forman parte del informe Textiles and the environment: The role of design in Europe’s circular economy. El documento también indica que, en comparación con otras categorías de consumo, los productos textiles supusieron en 2020 la tercera mayor presión sobre el uso del agua y de la tierra, y el quinto mayor uso de materias primas.

Concretamente, el sector requirió 9 metros cúbicos de agua, 400 metros cuadrados de tierra, 391 kilogramos (kg) de materias primas, por persona, y causó una huella de carbono de unos 270 kg. Además, gran mayoría del uso de recursos y de las emisiones se produjo fuera de Europa.

Circularidad y diseño

La única forma de mitigar estos impactos es, naturalmente, la economía circular por su capacidad de retener el valor de los productos textiles, ampliar su ciclo de vida y aumentar el uso de materiales reciclados.

Según la Agencia Europea del Medio Ambiente. el factor que puede marcar la diferencia en el futuro de la circularidad en el sector es el diseño circular. Esto es así porque el diseño permite controlar aspectos ambientales determinantes del impacto de los textiles y la circularidad, como el reciclaje y la reutilización de los materiales, las estrategias de prolongación de la vida útil y la durabilidad, la facilidad de reutilización, la reparación y la prefabricación. Sin olvidar la prevención del uso de sustancias químicas peligrosas, la limitación de las emisiones tóxicas o la liberación de microplásticos.

Ahora bien, su implementación no es fácil ya que depende de una combinación de factores: la innovación técnica, social y empresarial, la política, la educación y los cambios en el comportamiento de los consumidores. Pero este es el camino.

Sector central en la economía

Los productos textiles están cobrando cada vez mayor importancia por su enorme impacto (recordemos los datos señalados al inicio de este texto). De hecho, el sector textil está considerado por las autoridades comunitarias como una cadena de valor clave en el marco Plan de Acción de la Economía Circular de la UE y este año 2022 puede ser muy importante para este asunto, ya que está previsto que en los próximos meses se aborde una estrategia específica de la UE para productos textiles más sostenibles y circulares.

Además de la cuestión estrictamente ambiental, otra razón poderosa para centrarse en este objetivo son los datos económicos. El textil tiene un gran peso en la UE. En 2019, el sector textil y de la confección europeo facturó 162.000 millones de euros y empleó a más de 1,5 millones de personas en un total de 160.000 empresas.

Además, se trata de un sector muy globalizado en el que Europa es, a la vez, importadora y exportadora. En 2020, importó 8,7 millones de toneladas de productos textiles acabados con un valor de 125.000 millones de euros. Las prendas de vestir representan el 45% de las importaciones de la UE en términos de volumen, seguidas por los textiles para el hogar, otros textiles y el calzado, según Eurostat. La UE importa principalmente de China, Bangladesh y Turquía, y exporta sobre todo al Reino Unido, Suiza y Estados Unidos.

¿Es la globalización un obstáculo para los textiles y la circularidad?

Esta dimensión añade un factor de enorme complejidad ya que la Unión Europea no puede transformar este sector aisladamente al estar totalmente imbricado con el resto del mundo. La situación tiene dos lecturas. La pesimista vería aquí una dificultad insalvable. La optimista una oportunidad para marcar una agenda global de cambio en un sector que plantea grandes dificultades para avanzar en los ODS, por ejemplo.

Quizás exista una tercera lectura, llamémosla realista, basada en el hecho de que la Unión Europea es reconocida como una de los principales promotores de la acción internacional en materia de medio ambiente y está comprometida con el fomento del desarrollo sostenible en todo el mundo. ¿Por qué habría de quedar el sector textil fuera de este cometido?