Castilla-La Mancha aprobó en noviembre de 2019 la ley de economía circular de la comunidad, cuyo objeto era “incorporar al ordenamiento jurídico de la región los principios de la economía circular con la finalidad de favorecer un crecimiento económico, la creación de empleo y la generación de condiciones que favorezcan un desarrollo sostenible desacoplado del consumo de recursos no renovables y de la producción de externalidades negativas que permita luchar contra el cambio climático y avanzar hacia una economía hipocarbónica en la región”. Además, en su artículo 6 la ley establecía que se debería elaborar una estrategia específica para conseguir este objetivo: estrategia circular de Castilla-La Mancha.
Fue en mayo de 2020 cuando quedó constituida formalmente la Comisión de Economía Circular de Castilla-La Mancha encargada de coordinar dicha estrategia. Finalmente, en marzo de 2021 se aprobaba la Estrategia de Economía Circular en Castilla la Mancha 2030.
Lo interesante de este tipo de documentos es ver cómo un paradigma bien definido -como es el de la economía circular- se puede adaptar a todo tipo de situaciones y contextos socioeconómicos. Además, de forma indirecta, pensar en la implementación de la circularidad obliga a un territorio determinado a realizar un diagnóstico profundo de sus posibilidades con las fortalezas y las debilidades, lo cual supone un beneficio para muchas otras estrategias.
Diagnóstico y oportunidades
En el caso de la que nos ocupa las conclusiones del diagnóstico han puesto de relieve las particularidades de Castilla-La Mancha. Así, por ejemplo, sus características sociodemográficas (baja densidad de población y elevado número de núcleos rurales) condicionan la estructura productiva y el mercado laboral y por tanto las acciones y proyectos a implementar en materia de economía circular.
Por otra parte, la cercanía con dos áreas económicamente muy potentes como Madrid y la Comunidad Valenciana puede ser un hándicap, pero a la vez un punto favorable, ya que el precio suelo industrial en Castilla La Mancha y sus buenas comunicaciones suponen una ventaja competitiva para nuevas iniciativas industriales circulares que se quieran instalar en la región.
Asimismo, la especialización de la economía castellanomanchega en el sector agrario, las industrias manufactureras y la construcción abre la puerta a la aplicación de nuevos sistemas de producción que tengan el uso eficiente de recursos como directriz principal. El diagnóstico apunta también la necesidad de dejar de ver la evolución de las empresas de forma individual y crear “ecosistemas industriales” que valoren las sinergias adecuadamente en un paradigma circular. Para concretar: existen grandes posibilidades para los productos químicos orgánicos y fertilizantes, o para obtener combustibles y aceites a partir de productos agrícolas y vegetales.
El hecho de que la región esté situada en la denominada España seca supone sin duda un acicate para racionalizar al máximo el consumo de agua en todos los sectores productivos.
Igualmente, la estrategia ha detectado la necesidad de reducir la disposición de residuos en vertedero y de impulsar actividades de reducción de generación, reutilización y valorización. Al hilo de esta necesidad, se hace imprescindible fomentar la industria 4.0 en las plantas de tratamiento de residuos para facilitar la conversión de estos en materias primas secundarias.
Grandes líneas de actuación
Para 2030 la estrategia establece una serie de objetivos numéricos en generación de residuos domésticos e industriales y en reutilización y propone incrementar el gasto en materia de economía circular. Estos objetivos son en principio indicativos, pero en el texto de la estrategia se subraya que se convertirán en vinculantes al ser reconocidos por la normativa ulterior.
Para estos objetivos se han identificado cuatro sectores de especial interés por su relevancia actual en el tejido económico regional y por su potencial de desarrollo: el agroalimentario; el de construcción y demolición; el industrial (que se concentra en cuatro actividades principales que son la metalúrgica, la alimentación, suministro de energía y fabricación de muebles) y el turismo.
A partir de aquí se han desarrollado unos ejes de actuación que giran en torno a la gobernanza, la educación, la concienciación, la divulgación, la competitividad, la investigación y desarrollo, la innovación, la producción de bienes y servicios, el consumo, y la gestión de residuos. Este último eje se describe como “pieza clave en la transición a un modelo de economía circular” Y se indica que “es necesario avanzar en la jerarquía de residuos haciendo hincapié en la prevención (…) la reutilización, la recuperación y reciclado”. Finalmente, a cada eje de actuación le corresponden unas líneas de trabajo y unas medidas concretas.
Prioridades territoriales
La estrategia castellanomanchega se apoyará durante esta década en planes de acción particulares y para elaborarlos se tendrá en cuenta donde se dan las necesidades y las oportunidades. Por esta razón, antes de redactar los planes se lleva a cabo un exhaustivo análisis del territorio de la comunidad para tener una suerte de mapa de implantación.
El análisis ofrece un diagnóstico provincial, identificando en cada provincia diferentes zonas tractoras de la economía circular. Por el momento, se han establecido 17 zonas de implementación de este modelo en Castilla-La Mancha, cada una de ellas con un nodo regional o punto focal.