Neutralidad climática
10/06/2022

La neutralidad climática es un concepto que ha entrado en el mainstream gracias sobre todo a la insistencia de los medios de comunicación. Los medios no han tenido más remedio que difundirlo ya que su uso en las conferencias sobre el clima y entre la comunidad científica ha sido habitual e imprescindible. En realidad, la neutralidad climática puede ser bien comprendida por todo el mundo y en especial por todos aquellos que estén mínimamente familiarizados con la contabilidad y los balances de las empresas.

La neutralidad climática, también conocida como neutralidad de carbono, es la situación a la cual se llega en un ámbito determinado (organización, ciudad, país) cuando los niveles de dióxido de carbono (CO2) emitidos a la atmósfera son iguales a los niveles de CO2 que se retiran por diversas vías, dejando el balance a cero. Este balance a cero (neutralidad de carbono) representa la denominada huella cero de carbono.

Dos vías hacia la neutralidad climática

La palabra un tanto peculiar en esta definición es el de retirar. Suena ciertamente un tanto extraña puesto que tiene diversas connotaciones que nos alejan un poco del contexto climático. Más allá de esta pequeña cuestión semántica, para ser neutral en carbono hay dos vías.

Una es utilizar energías que no contribuyan a las emisiones de carbono (y por extensión a los gases de efecto invernadero). Otra es compensar el carbono emitido con diversas acciones, como por ejemplo plantando árboles o incluso bosques enteros, comprando créditos de carbono, que suponen un incentivo para las compañías para reducir las emisiones, y también invertir en proyectos e iniciativas que conduzcan a la reducción de carbono.  En este último terreno se halla las técnicas de captura y almacenamiento de carbono, que son diversas, complejas, y están sujetas a un intenso debate.

La captura y almacenamiento constituyen un conjunto de tecnologías orientadas evitar que el CO2 llegue a la atmósfera y están pensadas como complemento de la captura natural. El CO2 se almacena en formaciones geológicas o en las profundidades marinas a largo plazo. Aun así, los críticos con estas opciones señalan que solo son soluciones temporales, altamente costosas y que no están protegidas contra el riesgo de fugas.

Otras modalidades de compensación tampoco no ha estado exentas de polémica. El físico y climatólogo norteamericano James Hansen se ha mostrado muy escéptico ante las posibilidades del comercio de emisiones. Incluso ha ido más allá manifestado sus dudas con ironía sobre la idea de compensación en general al señalar que este cumple en el mundo moderno con la misma función que tenían en el pasado las indulgencias de la iglesia para eximir de los pecados.

Idea clave del Pacto Verde Europeo

Pero más allá de la bondad de los distintos mecanismos para conseguirla, lo cierto es que la neutralidad climática es una idea clave que se sitúa en el núcleo del Pacto Verde Europeo ya que su objetivo con mayúsculas es que Europa sea climáticamente neutra para 2050.

Para acercarse a este gran objetivo, la primera prioridad es tratar de no emitir más CO2 del que pueden absorber de forma natural los bosques y las plantas, que funcionan como sumideros de carbono ya que a través de la fotosíntesis asimilan CO2 atmosférico y lo transforman en oxígeno.  No son los únicos: se considera un sumidero de carbono cualquier sistema que absorba más carbono del que emite.

 Los principales sumideros naturales de carbono son el suelo, los bosques y los océanos. Según datos publicados por la Unión Europea, los sumideros naturales eliminan entre 9,5 y 11 Gigatoneladas (Gt) de CO2 al año, mientras que las emisiones globales anuales de CO2 alcanzaron 38 Gt en 2019.

Queda mucho por hacer y, a pesar de que Naciones Unidas puso en marcha en 2015 la iniciativa Climate Neutral Now para invitar a empresas, organizaciones, gobiernos y ciudadanos a trabajar por la neutralidad climática, la Unión Europea es la organización internacional que está siendo más ambiciosa en este reto.

El Parlamento Europeo dio su apoyo en octubre de 2020 a la neutralidad climática para 2050 y a incrementar el objetivo de reducción de las emisiones hasta 60% para 2030 respecto a los niveles del año 1990. Los eurodiputados pidieron a la Comisión que fijara un objetivo provisional adicional para 2040 para garantizar el progreso hacia dicha meta. Además, los eurodiputados también pidieron a todos los países de la UE que, individualmente, se marcaran como objetivo alcanzaran la neutralidad climática.

Actualmente, cinco países de la UE han establecido el objetivo de neutralidad climática nacional por ley: Suecia tiene como objetivo alcanzar las emisiones netas cero para 2045, y Dinamarca, Francia, Alemania y Hungría para 2050.