La pandemia ha cambiado diversos factores, como la preocupación por la salud, las tendencias de consumo, la visión del teletrabajo y del mundo digital en general, y quizás la confianza hacia los gobernantes. Pero ha cambiado algo más: las percepciones de los consumidores en relación con el medio ambiente. Una encuesta realizada hace ahora un año, todavía en plena pandemia, señalaba que un 61% de los españoles estaría dispuesto a cambiar sus hábitos de compra para reducir el impacto negativo en el medioambiente.
La encuesta llevada a cabo por el Institute for Business Value de IBM (IBV) indica que la perturbación sin precedentes causada por el COVID-19 puede haber llevado a los consumidores a un punto de inflexión sin precedentes. Para comprender que estaba sucediendo en la percepción pública de la sostenibilidad y la responsabilidad social, IBV encuestó a más de 14.000 adultos de 9 países (Brasil, Canadá, China, Alemania, India, México, España, Reino Unido y Estados Unidos).
En el caso de nuestro país, un 94% de españoles afirmó que el COVID-19 había influido en su opinión sobre la sostenibilidad ambiental, superando a países como Canadá (90%) o Estados Unidos (84%). Aún hay más. Un 70% de los españoles encuestados consideran más atractivas las empresas medioambientalmente sostenibles y un 69% aceptaría un puesto de trabajo en estas empresas si le hiciesen una oferta.
Esta investigación de mercado de IBV no es la única. El pasado mes de abril el BBVA informaba en su web de otro estudio, en este caso de Ernst & Young, donde se apunta que la sostenibilidad se ha convertido en el principal criterio para el consumo post-covid. Es un cambio cultural que contiene una reivindicación de valores más profundos y una priorización de la calidad por encima de la cantidad.
Mentalidad y hábitos de los consumidores
Estos estudios detectan un cambio de mentalidad del consumo de tus clientes. Sin embargo, quizás sería un poco prematuro afirmar rotundamente que se ha influido en los hábitos de los consumidores y que estos han cambiado. Este análisis necesitará un tiempo porque los hábitos no se modifican de forma radical y tan rápidamente. Eso sí cabe esperar que la nueva mentalidad acabará repercutiendo en las compras.
De momento, hay algunos signos contradictorios -una prueba de que el cambio es lento- porque el comercio electrónico ha ido creciendo de manera espectacular durante la pandemia aumentando las ventas y no se puede afirmar que la movilidad que genera sea de lo más sostenible. Y otro tanto ocurre con la fast-fashion que, según los analistas, muestra una tendencia al alza para 2022 con respecto al año anterior y continua en esta línea según la prospectiva para los próximos años.
Los pesimistas dirán que todo continuará mal para siempre y los optimistas afirmarán que “la semilla está plantada” y que solo es cuestión de tiempo para que empecemos a ver grandes transformaciones en los comportamientos del consumidor.
Veremos quién tiene razón. Pero más allá de optimismo y pesimismo, hay un factor muy importante que es en buena parte resultado de la transformación digital y que, según cómo evolucione, puede decantar la balanza de un lado o de otro.
Se trata del cambio de paradigma experimentado en el mundo de la empresa y cuya característica más importante es que el cliente se ha situado en el centro. Esta estrategia de marketing se basa en hacer que la empresa contemporánea sea cada vez menos product-centric para ser más customer-centric.
Toda compañía tanto con tienda física como digital que se precie y que quiera sobrevivir está llamada a poner el cliente en el centro de sus decisiones. Esto significa que, si finalmente se acaba concretando el cambio de hábitos de consumo en la línea sostenibilista, esto podría arrastrar de forma masiva a todos los sectores de la economía. Habrá que esperar un poco para ver qué sucede.