En un escenario de calentamiento global como el actual, lograr sistemas de refrigeración sostenibles es uno de los grandes retos. Ya existen sistemas eficientes y sostenibles, como, por ejemplo, la geotermia, pero inevitablemente conllevan un coste económico. Curiosamente, la artesanía es quien se encarga de ofrecernos una solución, que además de eficiente y sostenible, resulta realmente económica: prescinde totalmente de alimentación energética al apoyarse en procesos físicos.
Un invento milenario
Muchas de las respuestas a necesidades actuales las encontramos en elementos cotidianos del pasado, y esto es lo que pone de manifiesto el sistema de Aire Acondicionado Nave. Se trata de una pared compuesta de piezas huecas de terracota que se rellenan con agua y recurren a la evaporación natural a través de la pared de barro como método de refrigeración.
Su creadora, Yael Issacharov, una diseñadora israelí afincada en Barcelona, tomó como referencia la ‘jarrah’ de cerámica palestina, una vasija tradicional de terracota sin esmaltar, presente en las costas del Mediterráneo desde el Neolítico. Su función era la de almacenar el agua y, al mismo tiempo, mantenerla fresca, pero ofrecía una tercera ventaja, y es que lograba refrescar la estancia en la que se ubicaba.
Simple y complejo como un botijo
La ‘jarrah’ debe su capacidad refrigeradora a su diseño, cuyo funcionamiento se basa en los mismos principios que el de nuestro tradicional botijo. Hablamos de vasijas que no están esmaltadas, por tanto, no son completamente impermeables. Sus paredes de barro están llenas de poros microscópicos a través de los cuales se filtra el agua hacia el exterior. Aquí se produce una dinámica similar a la que sucede en nuestro cuerpo con la sudoración. El agua que ha traspasado las paredes, al entrar en contacto con el calor del aire del exterior se evapora y va enfriando lentamente la que queda en el interior del recipiente.
Cuanto más calor hace en el exterior, más eficiente es este proceso, lo que hace que la temperatura del agua pueda bajar varios grados. Esto explica la presencia de botijos alrededor de toda nuestra geografía desde mucho antes de que existieran el hielo y las neveras.
Una pared refrigerante
Otro de los elementos de inspiración para el desarrollo de Nave fue el trabajo del arquitecto Hassan Fathy, que recuperó métodos propios de construcción con adobe para extrapolarlos a la arquitectura egipcia del S XX. El adobe resulta ser una materia energéticamente eficiente, capaz de preservar temperaturas confortables y presente alrededor de todo el mundo, lo que significa que puede tener una producción local que no conlleva altos costes.
Contando con este segundo factor, Yael Issacharov pudo afinar aún más el diseño de su proyecto: la ‘jarrah’ se traduciría en unas paredes activas, que irían mucho más allá de separar espacios: transformarían su temperatura.
Así es como surge el sistema de Aire Acondicionado Nave. Estéticamente es una gran pared compuesta por baldosas de terracota formadas por tubos huecos que dibujan una fina celosía. Esta estructura puede colocarse sobre una pared ya existente o sobre un bastidor que le proporciona un aspecto de biombo y permite incluso dividir una estancia.
Las piezas que componen la pared se llenan con agua y así es como se empieza a climatizar. El proceso de evaporación del agua no sólo enfría el interior de la estructura, sino que convierte la pared de terracota en un elemento con gran capacidad refrigerante: es posible lograr que una habitación alcance una temperatura de aproximadamente 25ºC, manteniendo además una humedad ambiental entre un 30 y un 50%.
El sistema Nave es modular, lo que permite aumentar y disminuir el número de baldosas en función del tamaño del espacio que queramos refrigerar. Yael Issacharov cuenta con una fórmula que permite calcular todos los aspectos necesarios para lograr una correcta refrigeración de cualquier espacio con Nave.
En busca de la sostenibilidad
Issacharov plantea Nave como una solución idónea para la climatización de viviendas en zonas desérticas alrededor de todo el mundo, los climas más secos favorecen su funcionamiento debido a la manera en que el aire impulsa la evaporación.
Su instalación, si bien puede ser más elevada que la de muchas unidades de aire acondicionado, es fácilmente amortizable, ya que al contrario de lo que ocurre con otros sistemas de climatización, no implicará gastos energéticos o de mantenimiento. Esto último a su vez redundará de forma positiva en el medioambiente: hablamos de un sistema completamente sostenible, tanto en su fabricación como funcionamiento.
Lograr desarrollar un sistema de climatización con un impacto medioambiental nulo y que no recurriese a ninguna fuente energética podría parecer imposible, pero Nave nos demuestra que el ingenio no tiene límites. Ponerlo al servicio de un futuro sostenible es el gran reto que asumimos a partir de ahora como especie.