Ante nuestros ojos, se abre un panorama protagonizado por una crisis climática que pone en jaque nuestros modelos de consumo y de explotación de los recursos. ¿Podemos hacer algo para frenar este proceso? ¿Estamos a tiempo de parar la crisis climática? Tenemos buenas noticias, el proceso de crisis climática aún es reversible y nuestro mejor aliado para lograrlo es la economía circular.
Economía circular
La economía circular nos desplaza de nuestro eje de consumo habitual, en el que la vida de cada producto es intencionalmente breve, a un modelo en el que se promueve una reducción del consumo apoyándonos en la reutilización, la renovación, la reparación y el reciclaje, que nos permiten aumentar la vida de los bienes que forman nuestra vida cotidiana y transformar nuestra relación con el entorno.
Tal como plantea la PACE (Platform for Accelerating Circular Economy), para maximizar los beneficios climáticos de la economía circular es necesario seguir los siguientes pasos:
- Cambiar los patrones de consumo.
- Estimular la circularidad de los productos desde la fase de diseño.
- Introducir la circularidad en la cadena de valor de las energías limpias.
- Llevar estrategias de economía circular a los gobiernos y a los planes climáticos nacionales.
- Incentivar la reducción de emisiones transfronterizas de gases de efecto invernadero.
- Establecer una conexión entre las métricas de la economía circular y el impacto del cambio climático.
- Aumentar la colaboración y la transparencia para obtener datos de emisiones de gases de efecto invernadero comparables.
- Aplicar evaluaciones de impacto sobre el contexto específico de cara a la toma de decisiones.
- Investigar el papel de la economía circular en la adaptación al cambio climático.
Economía circular como estrategia climática
Cuando se plantea utilizar la economía circular como estrategia climática el objetivo es trabajar en torno a tres grandes ejes:
- Reducción de gases de efecto invernadero. La economía circular plantea como necesidad fundamental la reducción de nuestros niveles de consumo, y uno de los motivos que justifican este planteamiento es que la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero están relacionadas con la extracción y procesamiento de materiales. Inevitablemente, en el momento en que se reduce la demanda de productos, se reducen las emisiones ligadas a la extracción de materias primas, a la producción y los transportes asociados. Si a esto sumamos el diseño de productos eficientes en cuanto al uso de materiales, estaremos logrando reducir notablemente las emisiones ligadas a la industria.
- Transición a energías limpias. La necesidad de pasar de los combustibles fósiles que dominan nuestro panorama energético, a las energías limpias (LINK AL POST) no alberga ningún género de dudas a estas alturas: la energía eólica y solar serán las principales aliadas a la hora de reducir las emisiones, pero estas al igual que el resto de energías limpias requieren materias primas que nos permiten elaborar turbinas eólicas, paneles solares o vehículos eléctricos, y supondrán al mismo tiempo la generación de residuos que han de gestionarse correctamente. En este punto es donde cobra sentido la economía circular, que ayudará a aliviar la presión del suministro de materiales y permitirá reducir al mínimo el volumen de residuos ligados a la generación de energía.
- Adaptación al cambio climático. Ignorar la evidencia del cambio climático sólo sirve para retrasar nuestra reacción y agravar sus consecuencias. La manera en que consumimos los recursos que nos rodean ha derivado en la pérdida de biodiversidad y estrés hídrico. En este punto resulta crítico adaptarnos al cambio climático: en función de la respuesta que nos da la naturaleza, debemos protegerla apoyándonos en estrategias de economía circular que nos ayuden a reducir la demanda de materias primas. Por ejemplo, la agricultura regenerativa, permite pasar de la explotación a la restauración desde una concepción integral de los procesos agrícolas, en la que se contempla el impacto del cultivo en la biodiversidad, la salud de los suelos, la gestión de los residuos, la combinación con la ganadería como medio de fertilización y la reducción del uso de tratamientos mecánicos, químicos y físicos. De esta manera, lograremos reducir la presión sobre los ecosistemas naturales y, al mismo tiempo, facilitar que desarrollen mecanismos de adaptación, como los bosques, que regulan las temperaturas o los manglares, que funcionan como barrera de protección ante inundaciones.
La Economía circular se revela así como el perfecto aliado de la lucha contra el cambio climático. Tenemos que lograr mantener el nivel de bienestar que hemos alcanzado con menos productos y materiales. Esto significa fijar la circularidad como objetivo desde la fase de diseño de los productos, al mismo tiempo que se modifican gradualmente los patrones de consumo. Para ello será necesario seguir trabajando en la integración de las estrategias de economía circular con la gestión del cambio climático.