Edafología y sostenibilidad
29/05/2023

El suelo es un elemento fundamental en el desarrollo de los sistemas agropecuarios y también en el medioambiente. Hablamos de un sistema complejo en el que intervienen de forma constante agua, gases, plantas y seres vivos en descomposición, excrementos de los animales que interactúan con él… que acaban por alterar sus características. En este sentido, la edafología es la ciencia que estudia el suelo, porque solo entendiendo cómo se comporta es posible lograr de él un rendimiento óptimo. 

¿Qué es la edafología? 

La edafología es una rama de la geología que toma como objeto de estudio los suelos para evaluar de qué manera su composición influye en los organismos que se desarrollan en él. Es importante saber que esta disciplina convive con la pedología, que también se dedica al estudio del suelo, pero la diferencia es que la edafología se enmarca dentro del ámbito de la ecología, y trata el estudio de las relaciones y las interacciones de los organismos animales y vegetales que se desarrollan en el suelo o sobre él. 

Los suelos están compuestos aproximadamente en un 50% por materia sólida, un 25% gaseosa y otro 25% líquida. Los elementos que determinan la composición básica de cualquier suelo son las rocas. Así, la denominada roca madre es uno de los elementos principales, ya que constituye la fuente principal de materiales sólidos, por tanto es responsable de buena parte de la composición del suelo, su permeabilidad al aire y al agua y la granulometría (textura) del suelo. 

A esto, se sumarán otros factores: compuestos orgánicos e inorgánicos en diferentes estados (sólidos, líquidos y gaseosos), dióxido de carbono, seres vivos (plantas y animales) en descomposición, y los efectos del clima y el paso del tiempo, que aportarán unas características determinadas que acabarán de definir el humus, dando como resultado una compleja mezcla de materiales orgánicos e inorgánicos.  

En la edafología confluyen la física, la química y la bioquímica, que permiten extraer información como la edad de la tierra y los sedimentos que la componen.  

Para qué se usa la edafología 

La edafología parte de la premisa de que el suelo es un terreno de cultivo. A través de diferentes muestreos y análisis es posible identificar las características concretas de su formación y sus propiedades físicas, químicas y biológicas, su potencial y limitaciones, y en función de ellos se determinarán los procesos más convenientes de producción y de conservación, incluso las técnicas para mejorarlo, teniendo en cuenta varias premisas:  

Al margen de los estudios que se realizan de cara a explotaciones agrícolas, se recurre a la edafología antes de realizar obras de ingeniería civil para extraer información acerca de las calidades de los suelos. No obstante, la edafología permite conocer la composición estratigráfica del suelo, es decir, las capas o estratos de diferentes características que lo componen y su profundidad, además del nivel de profundidad al que deben realizarse las fundiciones en la construcción y los materiales más adecuados. Esto contribuye a evitar defectos posteriores como el que, por ejemplo, se da en la Torre de Pisa, que se construyó en un suelo inestable y no cuenta con cimientos adecuados para soportar su peso. 

Edafología y sostenibilidad 

El nivel de actividad que ha llegado a desarrollar el hombre en la Tierra hace que nos encontremos en una nueva era geológica en la que los procesos que gobiernan el planeta ya no están controlados por exclusivamente por la naturaleza, sino que existe una fuerte intervención del hombre.  

El suelo juega un papel muy relevante en la vida en nuestro planeta. Se trata de un elemento dinámico y vivo que interviene en la simbiosis entre la atmósfera, la litosfera, la biosfera y la hidrosfera. Estos sistemas contribuyen al intercambio de energía y materia de la que se nutre el suelo y que se produce de manera constante.  

En base a lo anterior es fácil entender que el suelo es esencial para el desarrollo de procesos bioquímicos superficiales que determinan el desarrollo de plantas, animales e insectos, por tanto, es un elemento que debemos entender para poder cuidar y protegerlo y garantizar así el equilibrio de nuestros ecosistemas.  

En la actualidad en nuestro planeta cerca del 12% del suelo está destinado a la agricultura. Para mantenernos en un modelo sostenible las explotaciones agrícolas no deben superar el 15%. Teniendo en cuenta que la conversión de bosques y otros ecosistemas en tierras de cultivo se ha producido a un ritmo medio del 0,8% cada año en los últimos 40-50 años, y que en las últimas décadas esta transformación presenta las cifras más altas, es fundamental intervenir aportando sistemas agrícolas que imiten los procesos naturales para poder ampliar el límite del 15% y reservar las tierras más productivas para la agricultura. 

La edafología juega, en este plan de sostenibilidad de la agricultura, un papel fundamental, ya que nos permitirá desarrollar cultivos más sostenibles (si se estudia el suelo y sus necesidades es posible asignar cultivos más adecuados a los terrenos y con mayores garantías de éxito) y realizarlos de acuerdo con criterios sostenibles como los que plantean por ejemplo la agricultura regenerativa o la silvicultura.