En la historia de la gestión de residuos, como en la mayoría de sectores, la innovación y la creatividad han jugado un papel fundamental para su mejora y desarrollo.
En España, fue en el siglo XVIII cuando se establecieron los primeros servicios de limpieza municipal en Madrid. Y, aunque por entonces los ciudadanos ya investigaban e innovaban en torno al reciclaje de los residuos que generaban convirtiendo la madera en leña o utilizando los restos de aceite para hacer jabón, no fue hasta 1982 cuando llegó el primer contenedor destinado al reciclaje de vidrio.
Unos años más tarde, en 1998, nació Ecoembes, la organización medioambiental que coordina el reciclaje de envases de plástico, latas y briks (contenedor amarillo) y papel y cartón (contenedor azul). Desde entonces, la organización se ha basado siempre en la innovación para mejorar los procesos y concienciar a la sociedad sobre la importancia de separar los residuos, incrementando cada año la tasa de reciclaje.
En esta línea, Ecoembes decidió, en 2017, crear TheCircularLab, el primer centro de innovación abierta en materia de economía circular de Europa, impulsando la atracción de talento, la puesta en marcha de las ideas más innovadoras y el desarrollo y aplicación de la tecnología más avanzada. Durante sus tres años de vida se han puesto en marcha más de 150 proyectos que han permitido avanzar para mejorar el modelo de reciclaje y avanzar hacia una sociedad 100% recicladora.
Así, entre varios de los proyectos nacidos en TheCircularLab destacan, entre otros, el proyecto de reciclaje tecnológico, RECICLOS; el Asistente Inteligente de Reciclaje, AIRE; la aplicación tecnológica, Smart Waste, y la herramienta Packaging Circular Design (PackCD).
RECICLOS es una iniciativa tecnológica pionera que surge de la integración de diferentes innovaciones como la tecnología móvil, el reconocimiento de imágenes, la sensórica o el blockchain en el acto cotidiano de reciclar latas y botellas de plástico en los contenedores amarillos.
Se trata de proyecto que busca testar cómo los incentivos y la digitalización pueden servir de palanca para incrementar el compromiso ciudadano con el reciclaje y el medioambiente. Para alcanzar este objetivo, RECICLOS se sirve de una webapp en la que los ciudadanos pueden registrar las botellas y latas de bebidas que depositan en los contenedores amarillos, obteniendo así un reconocimiento por reciclar. Un reconocimiento que se traduce en “RECICLOS”, es decir, en puntos canjeables por una donación a un proyecto social sostenible o la participación en el sorteo de un producto relacionado con el transporte o la movilidad sostenible.
El Asistente Inteligente de Reciclaje de Ecoembes, AIRE, es un chatbot que, a través de inteligencia artificial, resuelve las diferentes dudas del ciudadano en cuestiones de reciclaje. AIRE funciona a través del reconocimiento de voz, imagen y texto del usuario, y ofrece información interactiva sobre distintas cuestiones relacionadas con el reciclaje de residuos, como en qué contenedor debe depositarse cada residuo y el material del que está compuesto.
Desde que se lanzara AIRE en 2018, esta herramienta ha recibido en torno a 770.000 mensajes y ha sido utilizado por más 1.731.000 usuarios.
Con el fin de promover la eficiencia y elevar así el porcentaje de envases reciclados, TheCircularLab trabaja en el desarrollo de Smart Waste, una innovadora plataforma tecnológica de información y gestión para eficientar los procesos de recogida, selección y reciclado de envases. El objetivo de Smart Waste es avanzar en la implantación de un modelo efectivo de smart city a través de la aplicación de la tecnología más puntera y el big data.
TheCircularLab también ha desarrollado Packaging Circular Design (PackCD). Una herramienta técnica que tiene como objetivo ayudar a las empresas a evaluar el impacto ambiental de sus envases antes de comenzar a fabricarlos.
En función de las características del futuro envase, se estudia su sostenibilidad y se ofrecen recomendaciones de mejora, ya aplicables en esa primera fase de diseño y fabricación, que es la más crítica porque en ella se determina el 80% del impacto ambiental que puede tener un envase.