Aire y salud: El sur de Europa es la zona del continente con la peor calidad del aire
28/11/2019

La salud de los humanos está en riesgo por el aire que respira y la paradoja es que detrás de sus principales amenazas están los propios humanos. Respiramos aire contaminado gracias a nuestra forma de movernos y de generar y usar la energía. Emitimos, sobre todo con nuestros desplazamientos en vehículos y otros modos de combustión, contaminantes muy perjudiciales que terminan por asentarse en nuestros organismos.

Los contaminantes que tienen más presencia en el aire de las ciudades son el dióxido de nitrógeno (NO2), las pequeñas partículas en suspensión (PM) y los compuestos volátiles que favorecen el ozono troposférico (también llamado “ozono malo”). Este último surge más fácilmente en los entornos cálidos y soleados, ya sean rurales o urbanos. Por eso el sur de Europa —España incluida— es la región más afectada por el O3.

Aunque ya se ha hablado mucho de este problema, que continúa motivando la aprobación de políticas —a nivel municipal, regional y estatal— para reducir la contaminación, el  último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) vuelve a poner de manifiesto la gravedad del asunto. Por ejemplo, señala que, por sí solas, las partículas finas (PM2,5) causaron en 2016 unas 412.000 muertes prematuras en 41 países europeos, y que aproximadamente 374.000 de esas bajas sucedieron en la Unión Europea (UE).

De los nuevos datos, que la AEMA ha dado a conocer este mes, se extraen varias conclusiones: una más positiva, pues nos revela que la polución del aire ha disminuido en general en Europa (en esos 41 países las muertes en 2016 se redujeron un 2% respecto al año anterior); y una negativa, en tanto que los tres mayores contaminantes (NO2, PM y 03) continúan aportando consecuencias severas sobre la población y superan los niveles límite deseables para no engordar esas cifras de fallecimientos.

Por ejemplo, en 2016 el nivel de partículas PM2,5 (el contaminante más peligroso) que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) se superó en la mayoría (69%) de las estaciones que  miden la contaminación atmosférica en los estados europeos.

Y es que, lejos de ser un problema meramente ambiental, es también una cuestión de salud pública y de estabilidad económica. Uno de los perjuicios indirectos de la contaminación atmosférica es la pérdida económica que acarrean los costes en sanidad por el tratamiento de enfermedades derivadas de la polución. A saber: “afecciones respiratorias como las infecciones agudas de las vías respiratorias bajas (por ejemplo, neumonía), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el cáncer de pulmónenfermedades cardíacasaccidentes cerebrovasculares, y otras enfermedades del aparato respiratorio, etc”, según la OMS.

Cada uno de estos contaminantes tiene un efecto diferente en la población que los respira: