La búsqueda de alternativas a los combustibles fósiles nos obliga a devolver la mirada a los biocombustibles. Sus orígenes están en el S. XIX, cuando Rudolph Diesel presentó en la Exposición de París su motor de aceite pesado, alimentado con aceite de cacahuete.
¿Qué son los biocombustibles?
Los biocombustibles son una fuente de energía limpia y renovable. Su origen son materias primas orgánicas, plantas, desechos de cultivos, frutas… Dichas materias se someten a diferentes tratamientos, normalmente calor, fermentación y reacciones químicas que, mediante la descomposición de almidones, azúcares y otras moléculas de las plantas, alteran la materia. El producto resultante se refina para obtener el biocombustible con el que se podrán alimentar motores de combustión.
A continuación, analizamos algunos de los biocombustibles cuyo uso está más normalizado:
- Etanol o bioetanol: Se obtiene a través de la fermentación de azúcares, almidón o celulosa realizada por la acción de microorganismos y enzimas. Para este tipo de biocombustible es habitual recurrir a plantas, como el maíz o la caña de azúcar. En algunos países, como EEUU o Brasil, se mezcla con la gasolina (al contener oxígeno ayuda al motor en el proceso de combustión), pero también puede funcionar por sí solo como combustible en motores específico.
- Biodiésel: El origen del biodiésel podemos encontrarlo en aceites y grasas vegetales e incluso animales. De hecho, su fabricación también contempla un modelo de economía circular, cuando para la realización de biodiésel se recurre al reciclaje de aceites de cocina. El aceite, que normalmente será de palma, girasol, canola, soja o reciclado, se somete a un proceso de transesterificación que lo convierte en combustible. Sus principales usos, más allá del transporte, son la generación de energía eléctrica o calorífica.
- El biogás: Hablamos de un gas generado mediante la descomposición de materia orgánica. Sus principales componentes son metano y dióxido de carbono, que se obtienen mediante la degradación anaerobia –sin oxígeno– de residuos orgánicos. Normalmente, su extracción se produce a partir de residuos ganaderos, agroindustriales y lodos de depuradoras de agua, pero también parte de los residuos domésticos. Posteriormente, se refina para obtener el biogás que se utiliza principalmente como combustible para vehículos o para generar calor y electricidad.
- Syngas o gas de síntesis: Se obtiene mediante un proceso de gasificación térmica de materiales orgánicos lignocelulósicos, que se biodegradan lentamente, es decir, residuos forestales y agrícolas. El Syngas es un combustible gaseoso para cuya obtención es necesario someter a un proceso químico a alta temperatura materias orgánicas ricas en carbono como hulla, carbón, coque, nafta… Sus usos más frecuentes son la producción de energía eléctrica o térmica, pero también se utiliza como materia prima para obtener diferentes productos químicos.
¿Son los biocombustibles sustitutos de los combustibles fósiles?
Son muchos los retos que enfrentan los biocombustibles. El primero de ellos es tratar de ganarles espacio a los combustibles derivados del petróleo que hasta ahora han dominado el mercado. Para lograr alcanzar los objetivos de crecimiento sostenible planteados por la Agencia Internacional de la Energía, la producción mundial de biocombustibles debería triplicarse de aquí a 2030.
Pero ese crecimiento encuentra otros obstáculos. Por un lado, sería necesario destinar cultivos enteros a la producción de biocombustible. Por otro, dichos cultivos requieren el uso de fertilizantes, además, el procesamiento de la materia orgánica para convertirla en combustible requiere grandes cantidades de energía, por lo que hay que balancear bien el impacto medioambiental de dichos procesos antes de dar por hecho su escalada.
Por último, nos encontramos con la fabricación de biocombustibles a partir del reciclaje, que es la opción más sostenible, ya que permitiría dar utilidad a toneladas de residuos. De hecho, en el Plan REPowerEU para reducir la dependencia del gas ruso, se establece como objetivo que un 10% del consumo de gas de la Unión Europea sea biometano. El principal reto que enfrentan los combustibles producidos a partir de residuos es alcanzar un precio tan competitivo como los combustibles fósiles. Teniendo en cuenta la escalada de precios en la que se encuentran inmersos estos últimos y los avances en I+D, probablemente, no sea necesario esperar mucho tiempo para equilibrar la balanza.
A día de hoy, hay quien plantea los biocombustibles como sucesores de los combustibles derivados del petróleo, y quien los comprende como una transición hacia fórmulas aún por descubrir. Lo cierto es que por parte de los gobiernos se está incentivando su uso con el objetivo de alcanzar independencia energética y reducir la huella de carbono, lo que sin lugar a dudas plantea un futuro halagüeño.