Galicia es una de las comunidades españolas que ya cuenta con una estrategia de economía circular para esta década. El primer signo positivo de este planteamiento aparece en la introducción del documento que la contiene, que repasa la profundidad intrínseca al concepto de circularidad, así como la coexistencia de distintas definiciones, que recoge con voluntad didáctica.
Pero el documento no se queda ahí. Una vez expuesto un mosaico de ideas, propone una definición de síntesis que merece ser reproducida por su gran precisión y elegancia. Reza así: «La economía circular representa un cambio de paradigma en la forma en que la sociedad humana se interrelaciona con la naturaleza y tiene como objetivo prevenir el agotamiento de los recursos, cerrar los ciclos de la energía y de los materiales y facilitar el desarrollo sostenible mediante su implantación a nivel micro (empresas y consumidores), meso (simbiosis entre agentes económicos) y macro (ciudad, regiones y gobiernos)”.
Siguiendo con esta claridad conceptual, la estrategia gallega destaca los factores determinantes para avanzar en una economía circular: las políticas (regulación) y las acciones que tienen que desarrollar los agentes (empresas, individuos…), tanto del lado de la oferta como del de la demanda. También reclama la necesidad de una normativa para construir un marco legal que apoye acciones en el lado de la oferta, como una producción más limpia, o el desarrollo de metabolismos industriales y modelos de negocio sostenibles. No obstante añade la necesidad de estimular la innovación organizativa en las empresas, siendo fundamental la cercanía geográfica y la capacidad para trabajar de forma interconectada.
El documento cita el contexto europeo y el español, con una mención a la estrategia nacional y a las estrategias catalana, vasca y andaluza. Además, propone metas clave para Galicia en el terreno de la circularidad. Veámoslas a continuación sucintamente.
Metas clave para Galicia
- Promover una economía basada en el conocimiento, para lo cual es necesario impulsar el desarrollo tecnológico fomentando la colaboración público-privada entre instituciones y organismos de investigación.
- Las extensiónes de la filosofía de ciclo de vida y el ecodiseño en la cultura empresarial, ya que se estima que hasta un 80 % de todos los impactos medioambientales de un producto en su ciclo de vida vienen determinados por su diseño.
- La necesidad de promover una plataforma de información de economía circular que permita difundir información de buenas prácticas y, en general, de aquellos agentes implicados en el desarrollo de tecnologías y modelos de negocio circulares en Galicia.
- La importancia de introducir la economía circular en la educación formal y en la no formal.
- Fomentar nuevos modelos de negocio que sustituyan la propiedad de productos por el consumo de servicios; impulsar el uso comunitario de bienes y servicios públicos; y prolongar la vida de los productos mediante la promoción de la reparación.
- Desarrollar uno polo biotecnológico es otra meta explícita. Este polo debe destinarse a la producción de productos de alto valor añadido en el sector primario que permitan la reducción de los residuos.
- Promover un urbanismo ecoeficiente, un ámbito destacado para la intervención y comprende la construcción de asentamientos más sostenibles que minimicen el uso del suelo y las necesidades de desplazamientos motorizados. En este ámbito, se pide la introducción del enfoque del ciclo de vida en la construcción y el urbanismo.
- En cuanto al ciclo del agua, se pretende fomentar su reutilización procurando obtener productos de alto valor añadido en el agua urbana e industrial.
- Finalmente, se plantea que la circularidad debe llegar a la gestión de los residuos, con la aplicación efectiva de la jerarquía de residuos, y promoviendo una recogida separada de calidad para el compostaje y el reciclaje.
Más allá de su riqueza de contenidos y de la ambición de sus propuestas, otra virtud de la estrategia gallega es que cuenta con un cronograma muy bien definido de implementación, que se divide en cuatro etapas hasta 2030. Para 2025 se prevé un proceso de evaluación y seguimiento que tendrá que garantizar el correcto desarrollo de todas las propuestas.