En gran medida, nuestro modelo económico actual se basa en prácticas empresariales herederas de la Revolución Industrial. Bajo el supuesto de que habrá una oferta constante y económicamente viable de recursos naturales, el desarrollo económico que ha tenido lugar desde entonces ha ido acompañado de la mentalidad -ya casi desfasada- que consiste en “extraer-fabricar-eliminar”. Lo que conocemos por economía lineal.
Sin embargo, este enfoque basado en la extracción de recursos, la producción de bienes y servicios, y, una vez finalizada su utilización, la eliminación de los residuos, parece estar cambiando en los últimos años.
Ya sea por una verdadera convicción por parte de las empresas, como nosotros en Ecoembes -sensibilizadas cada vez más con la necesidad de minimizar su impacto ambiental-, por coerción -fruto de una legalidad cada vez más exigente en materia medioambiental- o por conveniencia -la apertura de nuevas oportunidades en el mercado “verde” y/o por pura supervivencia-, el modelo de economía circular viene pisando fuerte y con él , también vienen riesgos que se suman a los que ya afrontan las empresas que se han “estancado” en el modelo tradicional.
El problema de la economía lineal y no hacer nada
La diferencia entre economía lineal y circular es clave para el medio ambiente. Esta es la idea central del informe “LINEAL RISKS” publicado en mayo por el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD). El texto, escrito a modo de ensayo, pretende servir como guía para que las empresas valoren los riesgos potenciales a los que se enfrentan si siguen empleando una estrategia lineal. Estas amenazas pueden surgir por factores diversos, como la finitud de los recursos -abocados a agotarse-, o los cambios en la demanda.
“Es importante tener en cuenta que tanto las prácticas de modelos de negocio lineales, como los factores de riesgo, los consideramos aquí en un sentido amplio, que va más allá de la simple cuestión del acceso a los recursos”, reza el informe. Aunque admite que algunas de las situaciones y riesgos que se contemplan también se aplican a modelos circulares, afirma que más empresas con estrategias circulares prevén medidas para mitigar esos riesgos, y por tanto tienen menos probabilidad de afrontar “riesgos lineales”.
La economía lineal es igual a Recursos agotables
El documento sugiere que el enfoque económico lineal está sometido a “cada vez más presión”, pues “los recursos no renovables que antes se consideraban inagotables están alcanzando los límites de la oferta asequible”, y que los impactos ambientales negativos derivados del consumo de recursos, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, “se están acelerando y están siendo regulados a nivel local, nacional e internacional”, lo que a su vez plantea desafíos al modelo de negocio lineal.
Desde el WBCSD aseguran que el 80 % de las empresas encuestadas para un informe que realizaron el 2017 afirmaron que sus principales incentivos para adoptar estrategias circulares fueron el crecimiento acelerado y la competencia de los emergentes modelos de negocio (no lineales). El 20 % de las mismas, no obstante, reconoció que, en su caso, el motor para el cambio fue la mitigación de riesgos.
La matriz de riesgos de la economía lineal
Por ello el informe ofrece a las empresas lo que llama la “matriz de riesgos lineales”, una suerte de guía para entender los diferentes contratiempos que pueden surgir en los modelos de negocio tradicionales al combinar las prácticas propias de estos modelos -el uso de recursos no renovables, dar prioridad a las ventas de nuevos productos, fracasar al colaborar, o la incapacidad de innovar para adaptarse-, con factores de riesgo que existen en el mercado, en las operaciones de la empresa, en los negocios y, como ya hemos visto, en el ámbito legal (sobre todo desde la COP21 de París).
Con este esquema, se pretende que los inversores y las propias empresas identifiquen su nivel de exposición a los riesgos que, lejos de ser meras especulaciones, ya son una realidad.
Amenazas que ya son reales
Por ejemplo, la práctica de dar prioridad a las ventas de nuevos productos tiene que hacer frente a, entre otros, el surgimiento de nuevos modelos de negocio, como ha ocurrido con el coche compartido y su impacto en las ventas del automóvil. La consultora PWC estima que en 2030 Europa tendrá unos 80 millones de vehículos menos dado el acelerado desarrollo tecnológico y el coche compartido.
Por su parte, la incapacidad de innovar para adaptarse -o falta de resiliencia- frente a la escasez de recursos, se hace palpable en, por poner un ejemplo, el caso de las incineradoras. Muchas plantas de incineración de residuos ahora se vean obligadas a importar basura de otros países o regiones para poder amortizar sus costes. El incremento del reciclaje y la consecuente reducción de los residuos hace que no puedan llegar al mínimo con que necesitan llenar sus hornos para ser rentables.
Todas las industrias, en toda la geografía
Desde el WBSCD indican además que estos riesgos -entre los muchos que detallan- no son solo aplicables a determinados sectores, sino que “todas las industrias y geografías son vulnerables” a los mismos.
Es por ello que -aduce el informe- cada vez más empresas están en transición hacia una economía circular, a fin de asegurar su futuro minimizando los riesgos: “Las empresas que emplean estrategias de economía circular reducen su dependencia de recursos naturales escasos y se cubren frente a la futura volatilidad de los precios”, concluye.