Llegado el S. XXI, nos encontramos con que nuestros ecosistemas se están erosionando y se encuentran al borde del colapso en algunos lugares. Nos hemos convertido en la especie más peligrosa para nuestro planeta y esto requiere transformar nuestra manera de estar en el mundo. En estos momentos, el sistema económico imperante es el capitalista, que se fundamenta sobre la idea de crecimiento exponencial. El agotamiento de materias primas como el petróleo pone en cuestión la vigencia de este modelo y abre la puerta a otros como la economía regenerativa o circular.
De explotar a regenerar
El propio nombre de este modelo económico nos da una idea de su intención: regenerar. Actualmente, nuestro consumo sobrepasa la capacidad de regeneración de nuestro planeta hasta el punto de que consumimos en un año los recursos que corresponderían a 1,7 planetas Tierra.
Afortunadamente, el nivel de conciencia acerca de la problemática que enfrentamos es cada vez mayor. Gobiernos, instituciones y empresas empiezan a intervenir con estrategias de todo tipo, pero empieza a ser urgente que alcancemos un nivel de conciencia muy superior, de manera que logremos que el impacto de nuestra especie sobre el medio sea no neutro, sino positivo.
¿En qué se fundamenta la economía circular o regenerativa?
En tan sólo 200 años, hemos logrado poner en jaque el equilibro natural de nuestro planeta. La economía circular y regenerativa plantea volver atrás sobre nuestros pasos y observar la naturaleza para encontrar respuestas y soluciones. Hemos evolucionado técnicamente y así lo demuestran muchos de los avances que nos permiten recurrir al uso de energías limpias, desarrollar tecnologías que facilitan nuestra manera de vivir, reciclar nuestros residuos…
La economía circular o regenerativa se basa en la sobriedad y en la observación de operaciones probadas por la naturaleza durante millones de años:
- Sobriedad en el uso de recursos. En la naturaleza no existen residuos inútiles y esa es la fórmula que debemos poner en nuestro horizonte. Debemos ser eficientes utilizando lo justo para producir, consumir lo que realmente necesitamos, reduciendo a la mínima expresión el residuo final.
- Ausencia de extracción: La extracción de materias primas (como el petróleo, minerales o metales en particular) es culpable de más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 80% de las pérdidas de biodiversidad. La única forma de preservar y regenerar los ecosistemas es respetar los recursos vírgenes. Por otro lado, eliminar la extracción de recursos como petróleo o gas deriva en el uso de energías limpias.
- Economía local. Esto implica mejorar la resiliencia y la autonomía de un territorio, pero también evitar el derroche de energía que requiere hacer llegar un determinado tipo de producto a todas partes del mundo. Por otra parte, una economía local implica el desarrollo de soluciones (de abastecimiento, de gestión de recursos y residuos…), que de otro modo no se darían.
- Cooperación en lugar de competencia. Sustituir la competencia por cooperación significa transformar la relación entre los diferentes agentes, ya que parte de un principio de equidad que facilita la difusión de información y genera una inteligencia colectiva horizontal que permite adaptarse mejor a un entorno cambiante.
- Promueve el equilibrio. En el momento que el objetivo deja de ser el crecimiento constante, es posible orientar dichos esfuerzos a mejorar el ecosistema y la convivencia en él. En realidad, es un proceso natural: cuando dejemos de explotar todos los recursos podremos orientarnos a mejorar nuestra vida con el menor impacto posible para los ecosistemas en que vivimos.
Pese a lo que pueda parecer, la economía regenerativa no es una entelequia, y ya existen ejemplos en los que encontramos un estrechamiento de distancia con respecto a este modelo: la reducción de importaciones en China, la regeneración de regiones concretas del Amazonas o la introducción de la agrosilvicultura y la permacultura en Vietnam son solo algunos de ellos.
La economía regenerativa será nuestra mejor aliada en la lucha contra el cambio climático. Tomar como referencia los principios que rigen la naturaleza y replicarlos en nuestro modo de vida es la única fórmula que nos permitirá convivir con ella y frenar la destrucción a la que la hemos estado sometiendo. El objetivo no es otro que alcanzar ese modelo en el que la especie humana podrá convivir con las demás sin destruirlas, ya sea de manera directa o indirecta y sin ponerse a sí misma en riesgo.