Cuando hablamos de eficiencia bioclimática nos referimos a una dimensión de la arquitectura que tiene como objetivo lograr que sus construcciones sean eficientes gracias al diseño y los materiales de construcción empleados. Se trata de viviendas que logran un confort interior idóneo, recurriendo al menor uso de energía posible en lo referente a climatización y luz.
Este tipo de arquitectura no sólo plantea una ventaja económica (el ahorro energético que aporta oscila entre el 70% y el 90%), sino que ofrece un modelo de vivienda sostenible.
La rama de la arquitectura que se focaliza en la eficiencia bioclimática también se conoce como arquitectura pasiva, ya que la vivienda aprovecha el clima y las características del entorno para mejorar las condiciones interiores recurriendo a los mínimos servicios externos: orientación al sur en lugares fríos, ventilación cruzada en lugares cálidos, protecciones solares…
Estrategias de eficiencia bioclimática
La arquitectura logra la eficiencia bioclimática a través de diferentes técnicas. Debemos tener en cuenta que, en esta forma de construir, se adapta la construcción a las condiciones del entorno que, de hecho, determinan tanto el diseño como los materiales empleados. Esto es lo que el ser humano ha hecho a lo largo de toda nuestra historia: viviendas de adobe en zonas de calor, iglús en zonas de frío extremo… La diferencia es que, a día de hoy, la evolución en materiales y técnicas permite ir un paso más allá trabajando, por ejemplo, con el aprovechamiento de la radiación solar o introduciendo sistemas de almacenamiento y de liberación del calor.
A continuación, recogemos algunas de las principales estrategias que hacen posible la eficiencia bioclimática en viviendas:
- Aislamiento Térmico: Es el punto de partida cuando tratamos de lograr que una vivienda suponga un espacio de protección con respecto a las condiciones del exterior, ya sean de frío o de calor. Implica el uso de ventanas y puertas que garanticen el menor intercambio de temperatura posible (buenos cerramientos con materiales que no generen un puente térmico). Los muros y tejados deben tener un grosor que garantice el aislamiento o bien construirse con una cámara de aire que se rellenará con materiales con baja conductividad térmica.
- Gestión de la energía solar: Es uno de los principales factores a tener en cuenta para lograr la eficiencia bioclimática de una vivienda. Teniendo en cuenta que la radiación solar se convierte en calor, el objetivo es aprovechar ese calor en lugares fríos y evitar la incidencia directa en lugares cálidos. También es posible el uso de elementos móviles que permitan adaptar la vivienda en función de las estaciones en lugares en los que el clima es más cambiante.
- Muros y suelos acumuladores térmicos: El valor añadido que aportan estos elementos es que, al estar diseñados con materiales y tecnologías específicas, permiten recoger el calor de la radiación solar y almacenarlo, para después liberarlo en función de las necesidades de climatización de la vivienda.
- Inercia térmica. La inercia térmica es la responsable de la eficiencia energética de una vivienda, ya que influye directamente en la estabilidad de la temperatura interior. El factor que determina la inercia térmica es el material de construcción de sus muros, que ha de tener una masa y coeficiente de conductividad térmica que garantice el menor intercambio energético posible. De este modo logramos, por ejemplo, que una casa que durante el día ha estado climatizada con calor, pueda prescindir de climatización por la noche gracias al calor retenido en los muros.
- Ventilación nocturna o Free Cooling. Es una estrategia muy utilizada en climas cálidos, en los que durante la noche se produce un descenso de temperatura en el exterior, y recurriendo a la ventilación es posible reducir la temperatura de la vivienda. Después, durante el día, gracias a la inercia térmica de los muros será posible mantener una temperatura más fresca que la del exterior, garantizando un ambiente confortable sin recurrir a fuentes de energía adicionales.
- Doble piel. En realidad, esta estrategia alude a un doble muro cuya capa exterior funcionaría como protector solar, mientras la interior quedaría aislada, manteniendo una cámara de aire entre ambas que tiene la cualidad añadida de poder ventilar el calor acumulado. Esta fórmula también permite crear colchones térmicos e incluso precalentar el aire de la cámara y utilizarla para climatización, recurriendo a muros parietodinamicos.
- Cubiertas. La arquitectura bioclimática encuentra en las cubiertas un elemento estratégico, ya que, en función de cómo se utilicen, pueden proporcionar un aislamiento adicional al edificio. Lo más habitual son las cubiertas ajardinadas, que protegen de la radiación solar, el ruido y protegen la capa impermeabilizante, al mismo tiempo que purifican el aire, pero también se usan con frecuencia las cubiertas estanque, que cumplen una función similar, pero recurren a un estanque de agua o bien a sacos con agua.
En la actualidad, el 75% de las viviendas en la Unión Europea son ineficientes desde el punto de vista energético. Los edificios son responsables del 40 % del consumo total de energía de la UE y del 36 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las viviendas construidas bajo principios de eficiencia climática nos trasladan a un modelo 100% ecoeficiente que apuesta por la reducción de la huella de carbono y de la huella hídrica, al optimizar el uso de agua en el interior de la vivienda, aprovecha al máximo los recursos naturales y mantiene una apuesta constante por la innovación, tanto en materiales como en tecnologías.