Dar de comer a más de 8.000 millones de personas no es tarea fácil, pero muchos expertos, incluida la propia ONU, apuntan a que puede haber alimentos para todos, si bien el problema está en la distribución y el acceso. Son nuestros hábitos de consumo los que determinan el modelo de producción de alimentos y condicionan el uso de la tierra y el tipo de dietas más populares. Por eso, el hambre y la seguridad alimentaria también están directamente ligadas a la protección del medio ambiente.
Problemas actuales en la seguridad alimentaria
Definir el problema es sencillo acudiendo a las consecuencias finales: más de 800 millones de personas sufren hambre en el mundo. El hambre se define como una situación extrema donde se consume menos energía (calorías) de la que necesitamos. 2.000 millones de personas no tienen acceso regular y seguro a alimentos suficientes y nutritivos. La FAO afirma que en 2024 necesitaría de manera urgente 1.800 millones de dólares para salvar a 43 millones de personas que están en una situación de hambre extrema.
Por otro lado, la agricultura intensiva (el sistema más implantado en el mundo) es la respuesta a la creciente demanda mundial de alimentos, pero necesita más tierra, usa fertilizantes y pesticidas, genera emisiones de C02 y suele basarse en el monocultivo. Esto provoca episodios de contaminación del suelo y el agua, y la reducción de la diversidad biológica.
Relación entre producción de alimentos y medio ambiente
Hay datos claves para comprender rápidamente la urgencia del problema de la alimentación mundial y los impactos de la producción y distribución de alimentos sobre el medio ambiente. De hecho, la FAO está reenfocando sus análisis hacia lo que se denomina los costes ocultos del sector agroalimentario; es decir, intentan averiguar su verdadera huella ambiental y social (los costes reales) para acometer una profunda transformación una vez asumido que el actual modelo no es viable a largo plazo.
- Los sistemas agroalimentarios dan trabajo a 1.000 millones de personas y nos proveen de alimento. Por ello, su valor es indudable, son imprescindibles.
- El Sistema de Contabilidad de Costes reales (CCR) permite detectar las ineficacias del sistema y arrojar luz sobre los impactos en toda la cadena de valor de los alimentos.
- La FAO calcula que actualmente (solo con datos de 154 países y sin contar el 100% de los impactos) los costes ocultos en el sector agroalimentario ascienden a 10 billones de dólares.
- Son muy significativos los impactos no cuantificados en la salud humana, mientras que el 20% de estos costes ocultos tienen que ver con impactos negativos en el medio ambiente, especialmente por las emisiones de C02, la contaminación del agua y el sobreuso del nitrógeno.
- La creciente urbanización del Planeta (cada vez somos más viviendo en ciudades) provoca que las dietas sean menos saludables: más productos ultraprocesados y menos alimentos frescos.
Estrategia de sostenibilidad y circularidad
El sector agroalimentario es la principal industria manufacturera de la UE con un valor de 1,1 billones de euros. Hay 290.000 empresas que generan 4,6 millones de empleos. El 95,8% de estas empresas tienen menos de 50 empleados. En España, esta industria (alimentación y bebidas) representa el 2,3% del PIB.
Europa produce alimentos, pero también los importa, porque es una de las regiones del mundo con un mayor consumo agroalimentario. De ahí que la UE esté intentando mejorar la sostenibilidad de su sistema alimentario, pero también los hábitos de alimentación para reducir la huella ambiental y mejorar la salud de las personas, a la vez que se combate el grave problema del desperdicio alimentario.
La estrategia “De la granja a la mesa” de la UE es su herramienta para lanzar iniciativas con este enfoque de sostenibilidad social y ambiental. Según se define en la estrategia el sistema alimentario debe:
- Tener un impacto ambiental neutral o positivo.
- Ayudar a mitigar el cambio climático y adaptarse a sus impactos.
- Invertir el efecto de pérdida de biodiversidad.
- Garantizar la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud pública.
- Asegurar alimentos suficientes, seguros, nutritivos y sostenibles.
- Fomentar la competitividad del sector de suministro de la UE.
- Promover el comercio justo.
El futuro de la alimentación circular
Una alimentación sostenible, sana, equilibrada y que provenga de sistemas de producción sostenible respetuosos con el medio ambiente son objetivos que solo se pueden alcanzar implementando la idea de circularidad innovadora por parte de empresas y consumidores:
- Consumo responsable. Tenemos en nuestra mano la posibilidad de elegir productos más sostenibles influyendo en la oferta. España es el país de la UE que más superficie agrícola dedica a producir alimentos ecológicos.
- Sostenibilidad. Es el paradigma clave para la industria agroalimentaria en el siglo XXI. Hay que producir más pero con menos impactos ambientales, reduciendo la huella de carbono de los alimentos y mejorando la convivencia entre producción de alimentos y conservación de la biodiversidad.
- Dietas sanas y de proximidad. Hay que comer sano, está claro, pero también es importante ver la procedencia de los alimentos para conocer su huella ambiental. Cada vez son más las ciudades que promueven la producción y consumo de alimentos de proximidad, apoyando a los pequeños productores de agricultura ecológica y ganadería extensiva, o promoviendo la creación de redes de huertos urbanos.
- Envases ecoamigables y circulares. El envase forma parte de nuestra comprar tanto como el producto que contiene. Cada vez encontrarás más envases hechos a partir de material procedente del reciclaje y que, a su vez, son 100% reciclables. Una vez usados, tienen que acabar en los contenedores amarillos para que los materiales sigan su ciclo de vida.