Los bosques cumplen con varias funciones ecosistémicas esenciales para nuestro planeta: nos ayudan a mantener un aire limpio, pero también a reducir el riesgo de desastres naturales como inundaciones, desprendimientos, sequías o tormentas de arena y polvo. Al mismo tiempo, los suelos, la tierra, el agua y la conservación de la biodiversidad influyen en la atenuación del cambio climático mientras que contribuyen a la adaptación al mismo. El Plan estratégico de la ONU para los bosques plantea aumentar un 3% la superficie forestal para el año 2030. Dicho objetivo supondría expandir en 120 millones de hectáreas la superficie boscosa de la Tierra. Así, la conservación de los bosques es un punto esencial para garantizar la sostenibilidad de nuestro planeta y la gestión forestal será la herramienta mediante la que lo haremos posible.
¿Qué es la gestión forestal sostenible?
Más allá de su función ecosistémica, los bosques son también un elemento productivo, ya que de ellos extraemos madera, alimentos, combustible, forraje… Pero no podemos explotar los bosques de forma descontrolada si queremos mantenerlos y seguir beneficiándonos de ellos en todas sus dimensiones. Tomando como punto de partida este planteamiento, surge la gestión forestal sostenible, que tiene como objetivo mantener y mejorar el valor ambiental, económico y social de los bosques, para garantizar su sostenibilidad, teniendo en cuenta los siguientes puntos:
- Dimensión de los recursos forestales.
- Biodiversidad forestal.
- Salud y vitalidad de los bosques.
- Funciones productivas de los recursos forestales.
- Funciones protectoras de los recursos forestales.
- Funciones socioeconómicas de los bosques.
- Marco jurídico, normativo e institucional.
Para poder alcanzar todos estos objetivos, la gestión forestal interviene en aspectos administrativos, jurídicos, técnicos, económicos, sociales y ambientales del uso y la conservación de los bosques.
Retos de futuro para la gestión forestal
La gestión forestal se traduce en la salvaguarda y mantenimiento de los ecosistemas forestales y sus funciones, desafortunadamente, no todos los países cuentan con una legislación que promueva la gestión forestal sostenible y, de hecho, aunque la UE ya dispone de varias líneas de acción para promoverla, aún no cuenta con una política forestal común.
Cualquier plan de gestión forestal requerirá profesionales medioambientales especializados en botánica agronómica, fitopatología, topografía agraria, maquinaria e instalaciones agroforestales, técnicas de educación ambiental… Esto supondrá un gran reto para países en desarrollo no cuentan con financiación ni recursos humanos cualificados para poder poner en marcha planes de gestión forestal. Y es que la urgencia con que debemos trabajar en una gestión forestal sostenible ha dado lugar a que en la actualidad gobiernos como el de nuestro país hayan decidido intervenir en la formación de profesionales lanzado programas específicos.
A esto se suma que en la explotación de los bosques hay muchas partes involucradas, y es necesario diseñar mecanismos específicos que prevengan los denominados conflictos forestales. Ya que en la gestión y explotación de los bosques intervienen usuarios forestales locales, organismos gubernamentales de dentro y de fuera de la administración forestal, la sociedad civil y el sector privado, y es frecuente que entre ellos haya conflictos de intereses. Además, la gestión forestal puede estar sometida a marcos jurídicos confusos, superpuestos, competitivos o contradictorios por lo que, si no se realiza una gestión colaborativa de conflictos, el resultado puede ser la pérdida de ingresos, de empleo, y de servicios ambientales, además de actos de violencia.
Otro gran reto es la dimensión económica. Normalmente, los administradores de la tierra buscan una rentabilidad a corto o medio plazo, y esto encaja, por ejemplo, con la explotación maderera y no tanto con la producción sostenible de productos no madereros (resinación de pinares, recolección de setas…) o los servicios ecosistémicos que son los grandes objetivos de la gestión forestal sostenible. Como veremos a continuación, las experiencias demuestran que este modelo tiene un impacto económico positivo.
Casos de éxito en gestión forestal
Alrededor del mundo encontramos multitud de ejemplos de cómo una buena gestión forestal puede suponer una transformación a múltiples niveles:
- Costa Rica promovió cambios estructurales en el sector agrícola que han beneficiado la protección de los bosques y controles jurídicos para evitar que el bosque pudiera destinarse a otros usos (el 50% de la superficie forestal se encuentra en área estatal, la otra mitad está en manos privadas). Desde 1997, dispone de una financiación estable destinada a los bosques a través de un sistema de pago por servicios ambientales que ha permitido que su superficie boscosa haya crecido notablemente en los últimos años.
- Georgia desarrolló un modelo de gestión sostenible de los bosques basado en priorizar la protección del monte junto al desarrollo agrícola. Para ello, no solo se aumentó la inversión, sino que introdujeron políticas que trataban de proteger a todas las partes implicadas y se invirtió en I+D, infraestructuras y apoyo a los pequeños productores
- En el caso de Gambia, su gobierno optó por trabajar en colaboración con las comunidades locales, transfiriéndoles la propiedad de los bosques y encargándoles su conservación de manera participativa. Esto, sumado al aumento de la superficie de tierra cultivable, ha hecho incrementar la producción agrícola y al mismo tiempo mejorar la alimentación de la población.
Las opciones de intervención son tan variadas como interesantes, pero no cabe duda de que el compromiso de los gobiernos es el punto de partida para transformar la gestión forestal y poder acercarnos a modelos cada vez más sostenibles.