Pese al nivel de evolución intelectual, técnica y tecnológica que hemos alcanzado en el siglo XXI, la naturaleza sigue dándonos lecciones. En este caso, lecciones de reciclaje: un gusano nos da las claves para reciclar el poliestireno. Los millones de años de evolución que nos saca de ventaja la naturaleza la consolidan como referente, más aún cuando lo que está sobre la mesa es el medioambiente y la sostenibilidad. En este artículo vamos a hablar sobre cómo la naturaleza se encuentra a la cabeza del reciclaje de plásticos.
El reciclado de plásticos es una industria relativamente novedosa, en los años 90 la mayoría de los países desarrollados pusieron en marcha industrias específicas de reciclaje (en Europa, de hecho, comenzó a legislarse la gestión de envases de forma específica en 1994). Esto nos ha permitido reducir el volumen de residuos que generamos, pero el reciclaje va de la mano de la innovación y está inmerso en un constante proceso de evolución que, logra mejoras en los procesos para hacerlos más eficientes.
En este sentido, uno de los retos del sector es el reciclaje del poliestireno, y su derivado más popular: el poliespan o poliestireno extendido, un material muy ligero e higiénico que no se pudre, no genera moho ni se descompone, y al mismo tiempo es aislante térmico y protege el interior de golpes e impactos. Todo esto lo ha convertido en un producto recurrente para el envasado de productos de consumo alimenticios.
Hoy en día, existen varios procedimientos ligados al reciclaje del poliespán:
· Densificación mecánica. Este método requiere el uso de energía mecánica y térmica para obtener partículas compactas. Dado que el poliestireno expandido contiene un alto porcentaje de aire, su volumen se puede reducir considerablemente para así transportarlo de manera más eficiente.
· Disolución química. Al igual que en el proceso anterior, este procedimiento busca facilitar el transporte reduciendo el volumen del poliespán, pero en este caso se realiza mediante elementos químicos, como disolventes, que permiten disolver los diferentes espumados que se quieren transportar obteniendo materiales menos voluminosos.
· Reciclaje. A la hora de reciclar el poliespán, el procedimiento consiste en desmenuzar el corcho blanco en piezas más pequeñas para después unirlas a material nuevo y crear nuevos productos que pueden contener hasta un 50% de material reciclado.
Sin lugar a duda, el poder simplificar estos procesos y hacerlos más eficientes, sería un gran paso hacia la optimización del reciclaje de poliespán y la reducción del volumen de residuos.
La naturaleza nos brinda una alternativa
Como anticipábamos al inicio, la solución la encontramos en un gusano: zophobas morio común. No es un gusano exótico (aunque su origen está en centroamérica y parte de Suramérica), de hecho, sus larvas se conocen como gusano de la harina o gusano rey, y se comercializan como alimento para mascotas (reptiles, roedores, aves…).
Un equipo de investigación de la Universidad de Queensland, en Australia, ha descubierto la capacidad de estos gusanos para comer y digerir el poliestireno gracias a una enzima presente en su aparato digestivo. Lo interesante es que funcionan como pequeñas plantas de reciclaje, ya que los desechos originados por el zhophobas morio común tras ingerir poliestireno podrían ser utilizados por otros microbios para crear compuestos de alto valor, como los bioplásticos.
El objetivo del estudio ahora no es generar plantas de reciclaje con gusanos, ya que, aunque al alimentarse de poliestireno completaban su desarrollo habitual de forma exitosa, también es cierto que sufrían una pérdida en la diversidad microbiana de los intestinos. La propuesta ahora es cultivar bacterias intestinales en el laboratorio y probar más a fondo su capacidad para degradar el poliestireno, esto permitirá más adelante imitar el proceso en el que de maneras natural se combina la trituración mecánica (a través de las mandíbulas) y la biodegradación enzimática (a través del aparato digestivo), y trasladarlo a plantas de reciclaje.
Resulta paradójico que un pequeño gusano ofrezca la solución a uno de los grandes retos del reciclaje. Una vez más, la ciencia y la naturaleza unidas en un tándem perfecto nos sorprenden demostrando que no hay límites para el conocimiento y la evolución.