De todas las ciudades, territorios y países que poseen planes sólidos para avanzar hacia la economía circular, Amsterdam quizás sea uno de los actores más decididos. Hace ahora un año, coincidiendo con uno de los momentos más duros de la pandemia, la ciudad holandesa impulsó una nueva etapa de su estrategia circular.
Estamos ante un ejemplo de apuesta a largo plazo y también de políticas persistentes encaminadas a un objetivo. Ha transcurrido una década desde que Amsterdam decidió desarrollar un plan sobre economía circular. Para empezar, llevó a cabo un análisis a fondo del metabolismo urbano para conocer cuáles eran los flujos de recursos, materiales, y residuos de la ciudad. Una tarea complementaria fue explorar el potencial de una posible implementación de la economía circular en distintos sectores.
El resultado de este análisis fue descubrir que la aplicación de estrategias de reutilización de materiales tenía el potencial de crear un valor de 85 millones de euros al año dentro del sector de la construcción y de 150 millones de euros al año a partir de los flujos residuales orgánicos más relevantes. A partir de aquí se lanzaron decenas de iniciativas con impacto en el urbanismo, el mundo empresarial y la innovación.
Esta visión y la hoja de ruta correpondiente están contenidas en el documento Amsterdam Circular publicado en 2015. Una de las claves del éxito en este camino es que la responsabilidad de la transición al nuevo modelo económico es compartida por empresas, instituciones y por los propios habitantes de la ciudad.
Totalmente circular en 2050
La Venecia del Norte ha encarado la nueva década con una estrategia particular hasta 2025 que da continuidad a sus planteamientos iniciales. Para ese año, el 65% de los residuos domésticos deberán separarse para permitir su reciclaje o reutilización. Además, se pretende reducir significativamente el uso de nuevas materias primas. La ciudad trazará varios flujos de materiales, con el objetivo de preservar el valor de las materias primas. Con ello se quiere llegar reducir a la mitad el uso de nuevas materias primas para 2030 y conseguir una ciudad totalmente circular para 2050.
Amsterdam ha adoptado como emblema (y también como realidad de aplicación) el concepto de economía del dónut formulado en 2017 por la economista británica Kate Raworth.
Con este modelo Kate Raworth propone superar las insuficiencias del actual sistema económico mundial y la dicotomía (que cada vez parece más irresoluble) entre el bienestar social y la sostenibilidad medioambiental. Para esta economista es posible operar en un espacio seguro y justo que permita a las sociedades prosperar sin dañar los ecosistemas. Este sería un resumen telegráfico, la teoría es más profunda y compleja, se basa en sólidos fundamentos y ha recibido una notable atención desde diversas instancias.
La imagen del dónut es el esquema completo que ilustra y da sentido al modelo de Kate Raworth. El límite interior del dónut representa la base social. Doce categorías se derivan de las normas sociales mínimas acordadas internacionalmente, como el acceso al agua, la salud y la paz y la justicia, etc. Son normas que tienen mucho que ver con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El límite exterior del dónut representa el techo ecológico de nuestro planeta. Este techo consta de nueve categorías. Cada categoría presenta una amenaza para un sistema o proceso que es importante para mantener la estabilidad del planeta. No se puede ir más allá de estos límites si se quiere garantizar la vida de las generaciones futuras. Entre ambos límites se situa el espacio donde la humanidad debe desarrollar su actividad.
A Amsterdam, esta visión le pareció lo suficientemente icónica y a la vez factible para trabajar con Kate Raworth en su estrategia hacia la circularidad. Y es esta visión la que está inspirando los procesos participativos y las decisiones de la ciudad, con más de 100 stakeholders implicados. Se están priorizando tres cadenas de valor para actuar: construcción, biomasa y alimentación, y bienes de consumo. Amsterdam sigue estando de este modo en la vanguardia de la economía circular y se ha convertido en la primera ciudad-dónut del mundo.