Mantener limpias las casas, las oficinas, las empresas… no solo es una cuestión de higiene, sino que también va a condicionar la calidad del entorno donde vivimos y el impacto en el medioambiente que esto significa. Existen opciones más sostenibles que otras cuando se trata de limpiar los espacios de interior.
Jabones, detergentes, suavizantes, guantes, lejía, limpiacristales, fregonas, bayetas, ambientadores, aspiradoras , lavavajillas, lavadoras… Existe un mundo de productos y aparatos pensados para mantener los espacios de interior limpios y saneados, pero… ¿cuál puede ser el coste ambiental?
No solo hay que pensar en nuestros hogares, donde todos y cada uno de nosotros somos quienes tomamos la decisión de ser más sostenibles, sino también en la actividad de la limpieza a una escala más industrial de aeropuertos, bibliotecas, centros comerciales, hospitales, polideportivos, cines y teatros, palacios de congresos, estaciones de tren, dotaciones de las administraciones públicas… Esta actividad profesional genera más de 100.000 empleos en España, según la Federación Nacional de Empresas de Limpieza.
En ambos casos, la limpieza de hogares e interiores de espacios públicos nos da la posibilidad de tomar decisiones que protegen el medioambiente y reducen la contaminación. De hecho, los dos objetivos a corto plazo de los fabricantes de productos y de las empresas de servicios dedicadas a la limpieza son dos: más sostenibilidad y transitar hacia la digitalización.
Ambientalmente sanos
Muchos de los productos utilizados para la limpieza de interior son de origen químico y se compran en envases, normalmente de plástico, a la vez que los aparatos eléctricos consumen energía y agua.
Por todo ello, limpiar es una actividad que tiene una huella ambiental importante, pero no tiene por qué ser así. Tenemos la posibilidad de comprar productos sostenibles, más ecológicos y con menos contaminantes para que nuestra limpieza un menor impacto en el entorno y consuma menos energía y agua.
Pero ¿qué requisitos han de tener estos productos? Estos son algunos:
- La toxicidad para los seres humanos y el impacto en el medioambiente es mínima o inexistente. Por ejemplo, no puede contener productos cancerígenos o mutágenos, ni materiales pesados, como plomo, selenio o zinc.
- No pueden superar el nivel 2 en la escala de peligrosidad de productos químicos de la Organización Mundial de la Salud.
- No pueden ser dañinos para la piel o los ojos.
- Todas sus fragancias tienen que estar aprobadas por la Asociación Internacional de Frangancias, IFRA.
- Deben ser totalmente biodegradables, según las normas establecidas por la OCDE, y no pueden dañar la capa de ozono.
- Reducen las emisiones de C02 y otros gases de efecto invernadero y contaminantes durante todo su ciclo de vida (producción, distribución, consumo y reciclaje).
- No están testados en animales.
- Los colorantes utilizados son naturales o clasificados como de uso alimenticio.
- Las etiquetas contienen de manera clara y legible toda la información sobre el producto y sus características.
- Utilizan envases 100% reciclables y producidos con material reciclado.
- Debería tener un precio competitivo y asequible para que la limpieza sostenible, poco a poco, acabe siendo más barata que la convencional.
- Aunque no es tanto una característica del producto en sí mismo, es muy importante que los consumidores reciclen los envases después de usarlos. Para eso, las empresas cumplen con sus obligaciones ambientales pagando el llamado “punto verde” que permite financiar los sistemas de recogida selectiva (contenedores y papeleras amarillas y azules para los envases domésticos).
Europa se limpia en verde
Desde hace un tiempo está en marcha una iniciativa en Europa para promover la limpieza sostenible. Se trata de la plataforma Cleanright, una iniciativa de la industria de los detergentes y productos de limpieza que ofrece información al consumidor sobre cómo mejorar el medioambiente y buenas prácticas ya existentes.
Además, los productos de las empresas que forman parte de la plataforma se pueden identificar a través de un sello identificativo. No obstante, la etiqueta más oficial que se otorga a los productos ambientalmente sostenibles en la UE son los sellos Ecolabel. Por ejemplo, estos sellos son claves en la industria fabricante de detergentes para que sean menos perjudiciales para los sistemas acuáticos reduciendo el uso de residuos químicos.