El flujo de productos en la logística parte de los proveedores y luego pasa a una fábrica o distribuidor. Desde allí, los productos llegan a los minoristas y a los clientes. La gestión de la logística inversa, como su nombre indica, comienza al revés: parte del consumidor y, avanza en sentido contrario, y lleva los productos por la cadena de suministro hasta el punto de origen de donde salieron.
En un mundo cada vez más dominado por las ventas online se ha impuesto una idea de la logística inversa que no es la única posible, pero que quizás sea la más conocida. Se trata de aquella que está al servicio de las devoluciones de productos que se efectúan por errores en la compra, insatisfacción, u otros motivos.
El retail (online o no) está caminando a pasos agigantados hacia un modelo dominado absolutamente por el cliente al cual se debe servir cada día mejor en todos los aspectos y la devolución es uno de ellos. Las compañías, para ser competitivas, se plantean esta posibilidad de forma prácticamente incondicional o con condiciones muy favorables al cliente y, en consecuencia, sus políticas son cada vez más laxas para contentar a un mayor número de personas.
Es un hecho comprobado que las tasas de devolución suelen ser el doble en la compra online que en la que se realiza en la tienda física. De hecho en España, el 36% de los compradores online ha devuelto algún producto en el último año.
En la logística inversa de devoluciones, cabe preguntarse cuál es el destino final de los ítems. Estamos de acuerdo en que vuelven al punto de partida ¿pero que les ocurre a partir de entonces? A falta de estudios sólidos sobre esta cuestión hay que basarse en el periodismo. Sin ir más lejos un reportaje publicado por la web de información económica estadounidense CNBC que ha abordado el tema.
En esta pieza se da cuenta de la enorme complejidad y los grandes costes logísticos que implican las devoluciones. Naturalmente de los datos disponibles no se pueden deducir patrones universales, pero sí que llama la atención el hecho de que algunos vendedores tiran a la basura el 25% de las devoluciones y estas acaban en vertederos.
El resto de las devoluciones experimentan diferentes tratos: en algunos casos el producto simplemente se vuelve a poner a la venta; en otros es sometido a un reempaquetado; algunos pasan a canales de liquidación con precios muy bajos y, en algunos casos -pero no sabemos cuántos-se opta por la recuperación y reciclaje o por el upcycling, es decir los productos devueltos sirven para fabricar otros productos diferentes.
Hay otro concepto de logística inversa que es aquel que ya está directamente pensado para procesos de reutilización, reparación, restauración y reciclaje. La diferencia con el ejemplo anterior es que los productos son recuperados porque alguien los ha rechazado sin consumirlos. En este concepto del que hablamos ahora, el cliente ya ha consumido la bebida y devuelve el envase, o bien ha usado durante mucho tiempo unos pantalones y los lleva a un punto de ropa usada.
100% circular
Imaginemos por un momento que esta práctica, por otra parte bastante conocida y llevada a cabo en algunos ámbitos, se fueran extendiendo a todo tipo de bienes y materiales: coches, edificios, máquinas de todo tipo, herramientas, etc. Sería una logística inversa 100% al servicio de la circularidad.
La logística directa y la logística inversa no pueden tener el mismo tipo de gestión. Recorrer la cadena de suministro en una dirección o en otra no es lo mismo. De entrada, la directa se puede planificar, pero ¿quién sabe el grado de aceptación o de no aceptación que va a tener un producto? ¿cómo prever las posibles devoluciones?
Estos problemas podrían verse minimizados en el caso de una logística inversa al servicio de la circularidad desde la concepción original del producto porque propondría una secuencia de acciones a partir del fin de vida, lo cual requeriría una serie de infraestructuras de reintroducción en el ciclo económico. Quizás sea un poco especulativo pero habría que rediseñar los canales, el transporte, los almacenes y todo tipo de infraestructuras.
La logística inversa de devoluciones puede proporcionar algunos beneficios a la empresa – a no ser que se vea desbordada por un exceso de ellas- son, entre otros, la mejora de su imagen a través de un trato más amable al cliente, o la obtención de información sobre la calidad de sus productos y sobre la mentalidad y hábitos de sus clientes.
En el caso de la logística inversa para la circularidad los beneficios serían para toda la sociedad y eso incluye también a las empresas, que podrían crear nuevos modelos de negocio basados en este paradigma.