En España tenemos kilómetros y kilómetros de costa, más si contamos las islas Canarias y el archipiélago Balear, y un montón de tipos distintos de playas de tamaños muy variados y arena de colores muy diferentes ¿Por qué?
De todos nosotros depende tener (y disfrutar) de playas sanas, limpias y ecológicamente equilibradas. Piensa en ello la próxima vez que visites una de ellas, y sobre todo, recuerda que la colilla o la lata que dejas tirada contaminará este espacio natural tan frágil como bello. Haz uso del litoral con responsabilidad a través de su conocimiento. Además, disfrutamos de ellas no sólo en verano. Por ejemplo, ¿sabes por qué hay playas con arenas de diferente color?
Sabemos que la arena de las playas está formada por sedimentos procedentes de rocas y otros restos marinos como conchas, corales, animales, algas, e incluso arena misma que viaja con los ríos hasta que desembocan en el mar… Por la erosión del agua, del viento, de la lluvia y el oleaje, o por efecto de las diferencias de temperatura (heladas o temperaturas muy altas) se van haciendo más y más pequeños.
Pero ¿Qué determina su tamaño? ¿Por qué hay playas de arena fina y otras de gruesos cantos? Es cierto que el tiempo, y una mayor exposición a la erosión es un factor que influye. Pero hay otro elemento todavía más importante: el oleaje. Cuánto más fuerza tienen las olas de una playa más capacidad tienen de arrastrar fragmentos más grandes de sedimentos y, también para ejercer una erosión mayor sobre rocas y acantilados.
¿Y el color? Tenemos claro por qué playas como en la isla de Lanzarote son de color negro, ya que están formadas por sedimento volcánico. Pero ¿y el resto? Es el tipo de mineral que formaba las rocas de las que proviene la arena lo que determina su coloración.
Así, cuando su color es blanco es que proviene de piedra caliza erosionada. Mucha glauconita o hierro le da un tono rojizo. Sin embargo, el cuarzo le da un color amarillento, nos explican en el Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología de Monterrey.
Hay casos maravillosos de tonalidades y compuestos únicos. Por ejemplo, la arena rosa de las playas de la isla de Harbour, en las Bahamas, gracias a los corales. Y la olivina, una piedra semipreciosa, colorea de verde la playa de Papakolea Beach, Hawaii. Todavía más espectacular es la visión que ofrece de noche la playa de Vaadhoo, en Las Maldivas: el fitoplancton bioluminiscente que vive entre sus granos de arena brilla de noche como luces de color neón.
Y es que la arena de la playa sirve de refugio y despensa a muchos seres vivos. Las navajas o determinados cangrejos se esconden bajo sus granos y algunos tipos de tortugas la usan para enterrar sus huevos y protegerlos. También hay aves que han tenido esta misma idea: los martines pescadores.
Así que las playas se pueden considerar ecosistemas que debemos preservar y la arena y las partículas que las forman pueden decirnos mucho sobre la salud del agua que las riega. Es decir, si en una zona determinada de la costa hay vertidos contaminantes o si se tiran a sus aguas muchos residuos o basuras, inevitablemente éstos acabarán formando parte de la arena (y al revés). Por eso, para mantener la salud del agua y la arena es determinante no abandonar residuos en la playa.