Vestirnos es una necesidad básica, pero hacerlo como lo hacemos se ha convertido en un grave problema medioambiental. El denominado fast fashion es responsable de esta situación que da lugar a que, cada año, 101 millones de toneladas de ropa terminen en los vertederos. Hablamos de una inmensa cantidad de residuos cuya fabricación también ha tenido un impacto negativo en el medioambiente. La necesidad de replantear el negocio de la moda se vuelve urgente.
La amenaza del fast fashion
Bajo la atractiva idea de democratizar la moda, se esconde en negocio del fast fashion. Hablamos de una fórmula completamente instaurada en nuestra sociedad que nos lleva a consumir muy por encima de nuestras necesidades. El objeto de este consumo son prendas de tendencia, económicas y de muy baja calidad, que nos introducen en una espiral de compra y renovación de la que es difícil salir.
Esta fórmula, inevitablemente, impacta en el mundo en que vivimos. Con redes de fabricación y distribución internacionales, el fast fashion es ya responsable del 10% de las emisiones globales de CO2. Por otro lado, la confección de prendas según este modelo consume más de 100 millones de toneladas de petróleo.
Por último, nos encontramos con el impacto social: vender a bajo coste exige fabricar a un coste aún menor, por lo que las empresas instalan sus fábricas en países donde los salarios de los trabajadores son muy bajos y, desafortunadamente, no siempre se garantizan sus derechos.
¿Qué es la moda circular?
La propuesta plantea desvincular los ingresos del sector de la fabricación de nuevos productos, de manera que se reduzca el uso de recursos y de residuos.
Hablaríamos, por tanto, de tres grandes líneas de actuación que contribuirán a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación y los impactos en la biodiversidad:
- Reventa. El tradicional mercado de segunda mano se reinventa. Ropa de influencers, de lujo, con pocos usos o sin estrenar salta de nuevo al mercado en busca de un ciclo de vida más largo.
- Alquiler. Invertir en prendas a las que quizá sólo se les va a dar uso en un evento es un planteamiento aceptado, pero el alquiler de ropa replantea la fórmula, de modo que es posible utilizar una prenda una sola vez a un precio muy inferior o incluso ir renovando constantemente el armario a través de paquetes de prendas de temporada.
- Reparación. Los negocios de reparación van desapareciendo gradualmente, mientras la obsolescencia programada llena nuestros vertederos. La baja calidad y precio de la moda hace que muchos productos terminen en la basura cuando podrían ser reparados, prolongando su vida.
- Reconstrucción. La reconstrucción o transformación de prendas abre un universo de posibilidades. Normalmente, esta forma garantiza una mejor calidad (lo natural es transformar prendas de cierta calidad), unicidad y un diseño adaptado a las necesidades y el cuerpo de quien lo llevará.
Beneficios de la moda circular
La principal ventaja de las fórmulas citadas anteriormente es que se logra aumentar el uso de prendas en el tiempo, lo que inevitablemente exige diseños de calidad y atemporales. Según un estudio realizado por el Hot Or Cool Institute de Berlín, para cumplir con los objetivos fijados por el Acuerdo de París para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, sólo deberíamos comprar 5 prendas nuevas cada año. Quizá esta cifra suene descabellada, pero nos remite a datos de 2010.
El siguiente logro de estas fórmulas es conseguir más usuarios por producto. A través de plataformas online, es posible lograr que las prendas pasen de un consumidor a otro, de manera que también se contribuye a aumentar su uso.
Todo esto significa que la industria de la moda enfrenta un nuevo reto: ir más allá de los productos físicos, diseñando servicios y fórmulas que permitan acceder a estos modelos de consumo de moda para que sea posible desbancar el fast fashion. Actualmente, plataformas como Vinted, Vestiaire Collective, Hibuy… contribuyen a que el mercado de segunda mano vaya más allá de la moda vintage y dan claras muestras de que es una fórmula rentable y sostenible.
Curiosamente, los modelos analizados hasta la fecha demuestran que la moda circular puede, de hecho, proporcionar mejores márgenes de producto y competitividad. Tengamos en cuenta que la moda circular prescinde de la fabricación del producto porque son prendas que ya existen y, aunque existen otros costes derivados (de sastrería, reparación, personalización…), el impacto medioambiental es radicalmente inferior.
A día de hoy, los negocios de moda basados en estas cuatro fórmulas tienen un valor global de 73.000 millones de dólares y, según datos de la fundación Ellen MacArthur, tienen el potencial de crecer del 3,5 % actual al 23 % para el año 2030. Contribuir a esta transición es también responsabilidad de los consumidores. Es importante priorizar el consumo consciente frente a la compra impulsiva y escoger calidad frente a tendencia.