A principios de este año surgió la noticia de que la compañía holandesa de navegación sostenible EcoClipper había adquirido un viejo barco de vela construido en 1912 -De Tukker- para incorporarlo a su flota. Naturalmente, el barco en cuestión ha tenido que someterse a un proceso de rehabilitación intenso para estar en plenas condiciones y volver a prestar servicio, ya que dejo de navegar en 2012. En este artículo vamos a hablar de la navegación a vela y el camino de la industria marítima hacia la sostenibilidad.
Desde 1912 a 1980, el EcoClipper fue un barco de carga y a partir de ese año se convirtió en un barco-escuela destinado a acoger actividades para jóvenes holandeses desfavorecidos por razones socioeconómicas. En 2012, los costes de las reparaciones necesarias no fueron asumibles. De modo que De Tukker está experimentando la oportunidad de una “segunda vida” que nadie habría imaginado hace una década.
La noticia, curiosa y evocativa de los grandes viajes marítimos del siglo XIX, tiene también la virtud de llamar la atención sobre un fenómeno muy poco conocido. En los últimos años, están apareciendo en el mundo diversas iniciativas empresariales para recuperar la navegación a vela de transporte de mercaderías, del que EcoClipper es solo un ejemplo significativo.
Un concepto para el siglo XXI: navegación a vela
Según se informa en la web de esta compañía, en este momento hay más de 20 proyectos de buques de carga a vela en marcha a nivel global. Se afirma también que “el concepto ha demostrado su eficacia en el siglo XXI”.
Existen por lo menos un par de organizaciones de cierta relevancia trabajando en este ámbito. Por una parte, está la Wind Ship Association (IWSA), cuya misión es facilitar y promover la propulsión a viento para la navegación comercial en todo el mundo y reúne a todas las partes interesadas en el desarrollo de un sector fuerte, con la idea final de influir en las visiones de la industria y los gobiernos.
Por otra parte, cabe señalar la Sail Cargo Alliance (SCA) que se define como una alianza de organizaciones que comparten la pasión por la carga que viaja a vela y por el compromiso de ético de crear un transporte que promueva la preservación del entorno para las generaciones futuras.
Un modo de descubrir los detalles de este mundo y de conocer el who’s who que hay detrás de él es prestar atención a los premios anuales que la IWSA otorga.
A priori, parecería que este tipo de navegación está destinada a ser marginal y verse reducida a usos muy modestos, pero no es así. Los nuevos propietarios del De Tukker afirman que lo han dotado de un espacio suficiente como para transportar entre 50 y 70 toneladas de carga y han detectado una oportunidad de negocio para establecer una línea fija de transporte sostenible en el Mar del Norte.
La ambición no se queda aquí. El año pasado, EcoClipper presentaba una estrategia para establecer una flota de barcos de este tipo, ya sea de nueva construcción o procedentes de la transformación, reparación y reutilización de buques existentes.
Cabe recordar que el transporte del 80% de las mercaderías del mundo se hace por vía marítima y que este sector es responsable de un 2% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). Algunas fuentes apuntan al 90% y al 3% respectivamente. Sea como fuere, este modelo no puede alterarse ni en un día ni en un año, pero entre los nuevos combustibles y el viento la industria del transporte marítimo está iniciando un largo camino hacia la sostenibilidad. Quizás lento, pero irreversible.
El hecho que, como ocurre en el caso de EcoClipper, implique un estímulo a la circularidad confiere todavía un mayor valor añadido a estas nuevas iniciativas.