Cambio climático: escepticismo y negacionismo
03/06/2022

En 2020 el World Economic Forum hizo públicas algunas estadísticas, que fueron presentadas en su reunión global de ese año, acerca de la visión sobre el cambio climático y calentamiento global en distintas regiones del mundo. Los datos revelaban que es en el sudeste asiático donde se tiene mayor confianza en la ciencia cuando esta afirma que el cambio climático de origen antropogenético es una realidad. En este artículo vamos a tratar el negacionismo del cambio climático y los países en los que más se desarrolla.

Países como India, Pakistán o Bangladesh son los tres donde esta confianza está más enraizada, con cifras superiores al 70%. China, Turquía, México, Indonesia o Colombia son otros países donde la ciencia climática es muy poco contestada.

Los países en los que existe mayor escepticismo/negacionismo, es decir, donde menos del 50% de los encuestados da crédito a las afirmaciones sobre el cambio climático son Francia, EE.UU., Ucrania, Japón y Rusia. En este último el porcentaje es de tan solo un 23%. España estaría en una posición media en esta tabla, con el 56%.

La primera constatación, a partir de los datos obtenidos en este trabajo encargado por el World Economic Forum a  SAP+Qualtrics, es que el escepticismo/negacionismo en relación con el cambio climático no es marginal, sino muy importante.

Conocer para comprender

Si se considera que esto es negativo para afrontar un hecho que ha sido avalado por la comunidad científica en todo el mundo, habrá pues que tratar este escepticismo y negación del cambio también con el método científico. Por tanto, habrá que conocer la magnitud y la importancia que tiene esta visión para estudiarla y, eventualmente, trabajar para modificarla.

Este punto de partida es importante porque si, ante porcentajes tan elevados de escepticismo/negacionismo, la respuesta es la inhibición o la indiferencia, con ello se envía un mensaje de refuerzo de estas posturas. Si alguien dice que existe un reto crucial y urgente, pero le da igual que los demás lo cuestionen, lo que está señalando a fin de cuentas es que quizás no sea ni tan crucial ni tan urgente. La proactividad (generar nuevos argumentos, fomentar debates, crear mensajes de convicción más sofisticados) es la única opción posible.

Otro aspecto relevante para gestionar el escepticismo/negacionismo es no tratarlo como una disfunción. Sí, es verdad, en este terreno hay paranoicos y conspiracionistas, pero también personas absolutamente funcionales y normales.

El mecanismo psicológico de negar la evidencia es una acción humana típica ante malas noticias, situaciones de estrés o de amenaza. “No puede ser que esto esté ocurriendo” es una respuesta natural de la mente ante una situación que desagrada profundamente y en la que opera un mecanismo de defensa que apela a la irrealidad de la situación.

Hay que comprender también el contexto comunicativo en el que el origen humano vive inmersa en la tercera década del siglo XXI no tiene nada que ver con el de 1970. En aquella época, los medios de comunicación no eran cuestionados. Hoy la multiplicación de canales y las posibilidades tecnológicas de crear fake news han llevado a un sentimiento de sospecha cada vez más extendido sobre los discursos mediáticos y oficiales.

Claro está que, paradójicamente, aquellos que más dudan de “lo que dicen los medios” suelen estar dispuestos a creerse a pies juntillas “lo que diga cualquier persona” sobre todo si sintoniza con su forma de pensar. Además, los algoritmos de internet suelen estar diseñados para que cualquier usuario tienda a ir a parar a aquellos sitios que refrendan sus prejuicios en un círculo vicioso e imparable. El problema no solo persiste, sino que empeora.

Principio de precaución

Es aquí donde podría intervenir positivamente el principio de precaución que, en primer lugar, es de sentido común, si bien también está normativizado. Uno de los motores del rechazo a las tesis sobre el cambio climático se encuentra en la sensación que tienen muchas personas de que el poder se sostiene infundiendo el miedo. El rechazo a la realidad del cambio climático podría ser en muchos casos un rechazo al miedo.

El principio de precaución no pone énfasis en catástrofes y amenazas sino en un enfoque algo más relajado: ante la duda, mejor actuar para evitar problemas. El por si acaso no pone a las personas en la situación de tener que creer obligatoriamente en algo, solo sugiere ser un poco razonable. Si se presta atención al discurso de la crisis climática hegemónico se comprobará que en realidad hay muy poco tono de sugerencia en él y lo que domina es la exigencia, el dramatismo y la emergencia.

Esto último tiene que ver otra cuestión, que es la de las actitudes. ¿Cuántas ciudades que han decretado la emergencia climática continúan permitiendo la circulación por sus calles de decenas de autobuses que emiten gases de efecto invernadero durante horas y que están destinados únicamente al deleite de los turistas?

Seguramente todas las personas que están convencidas de que el cambio climático y las emisiones de gases son una realidad deberían pensar en mejorar su capacidad dialéctica para persuadir a aquellos que lo minimizan o lo niegan. Pero podría ser aún más importante que los convencidos prestaran mayor atención a sus acciones y actividades humanas que a sus propias palabras.