El biogás procede de la degradación biológica de la materia orgánica por parte de microorganismos, mientras que el biometano es un gas producido por el tratamiento del biogás, en el cual se incrementa la proporción de metano a través de distintas técnicas.
El biogás puede aprovecharse para generar electricidad y calor. En cambio, el biometano tiene usos más específicos como, por ejemplo, la producción de combustible para vehículos o la calefacción doméstica.
Uno de los aspectos destacados del biogás es que reduce las emisiones respecto a los combustibles fósiles. Desde el punto de vista de la economía circular, su interés radica en que se puede generar a partir de residuos agrícolas y ganaderos, cultivos energéticos, residuos procedentes de estaciones de tratamiento de aguas o de residuos orgánicos, tanto domésticos como industriales.
Europa tiene una importante organización no gubernamental que promueve el uso de biogás. Se trata de la European Biogas Association, que aboga por el reconocimiento del biometano y otros gases renovables como fuentes de energía sostenibles, y flexibles, que proporcionan múltiples beneficios socioeconómicos y medioambientales.
Entre otros argumentos, sostiene que el biogás contribuye a la seguridad energética y que es capaz de desempeñar un papel importante como complemento de la generación de electricidad eólica y solar, especialmente, en épocas de baja producción de estas fuentes. En definitiva, posee un carácter estratégico.
En 2016, el estudio específico de la Comisión Europea Towards a better exploitation of the technical potential of waste-to-energy definió la conversión de residuos en energía como un término amplio que engloba diversos procesos de tratamiento de residuos que generan energía. Si bien cada uno de estos procesos tiene un impacto medioambiental y ocupa un lugar diferente en la jerarquía de residuos, la propia Comisión reconocía un potencial de estímulo de la economía circular en este grupo de procesos.
Esta línea se precisó en 2017 con la comunicación The role of waste-to energy in the circular economy, que destacaba la importancia de conseguir inversiones en futuras instalaciones de tratamiento de residuos en una perspectiva de economía circular a largo plazo y en coherencia con la jerarquía de residuos de la UE y los objetivos de la UE.
Además, el papel de los denominados gases renovables ha sido reconocido dentro de la estrategia para el clima y la energía en el horizonte 2050.
Estrategias nacionales
La Unión Europea también ha analizado en detalle todos los aspectos del biogás en relación con los residuos en el documento Optimal use of biogas from waste streams.
Este estudio señala la ausencia de un marco de inversión estable y fiable y la falta de apoyo efectivo a la producción de biogás. A partir de aquí la Comisión formula varias recomendaciones y pide a los Estados miembros que desarrollen estrategias nacionales sobre el papel del biogás y del biometano para alcanzar los futuros objetivos en materia de energías renovables y clima, en cooperación con las partes interesadas en el biogás.
También pide la creación de un marco político a largo plazo para el desarrollo y el apoyo del sector del biogás que abarque las áreas relacionadas, como la agricultura y la gestión de residuos. El estudio recomienda encarecidamente hacer un mayor uso del calor residual de las instalaciones de biogás e informar a los ciudadanos sobre los proyectos locales de biogás, sus beneficios y las directrices de seguridad correspondientes.
En todo este escenario, no hay que olvidar el liderazgo de Europa a nivel mundial en biogás en cuanto a producción de electricidad y también en relación con el uso de biometano para combustible en la automoción, según se señala en el documento Biogas: developments and perspectives in Europe.