Se reconoce la selva amazónica como el pulmón de nuestro planeta. Un pulmón que arde poco a poco y que, salvo que logremos frenar los constantes incendios a los que se ve sometido, nos dejará sin un órgano vital en pleno proceso de cambio climático.
Una herramienta natural en la lucha contra el cambio climático
El gran valor de la Amazonia para la Tierra es su vegetación. Se trata del bosque tropical más extenso del planeta, con siete millones de kilómetros cuadrados, repartidos entre nueve países. Sus árboles actúan como elemento regulador del aire, siendo capaces de absorber millones de toneladas de CO2 al año, esto contribuye a regular las lluvias y a limitar el calor en la atmósfera de nuestro planeta, mitigando los efectos del cambio climático.
La Amazonia ofrece el ecosistema terrestre más biodiverso: el diez por ciento de todas las especies conocidas se encuentran en esta selva en la que de hecho aún existen especies desconocidas para los científicos, especialmente en áreas remotas. Pero también su vegetación guarda un valor que va más allá de su actividad medioambiental: más de 10.000 especies de plantas de la selva amazónica tienen ingredientes utilizados para el desarrollo de medicamentos, cosméticos e incluso para el control biológico de plagas.
La selva del amazonas está gravemente amenazada por la acción de fuegos que no solo ponen en riesgo su papel regulador del medioambiente, sino que son capaces de generar un daño inversamente proporcional: los incendios que azotan el amazonas se convierten en una de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero: el carbono procedente de la combustión se almacena en el bosque y se libera al aire, donde puede permanecer durante cientos de años y contribuir a un calentamiento global aún mayor.
¿Por qué arde el Amazonas?
Desde hace 12 años la Amazonia se ve expuesta de manera constante a la amenaza del fuego. Al problema ya grave de la deforestación por tala de árboles se suma un elemento más rápido y destructivo que este año ha logrado alcanzar una cifra récord, con más de 40.000 incendios tan sólo en la zona de la Amazonía brasileña. A continuación, analizamos las causas de estos fuegos:
- Industria ganadera y agrícola. Actualmente Brasil es el principal exportador de carne de vaca del mundo (responsable del 20% de las exportaciones mundiales). Para poder satisfacer la demanda de los mercados es necesario aumentar el número de explotaciones ganaderas y esto requiere recursos que encuentran en el Amazonas un entorno perfecto. Para poder cultivar soja (que es el alimento de vacas, cerdos, aves… utilizado para mantener la ganadería brasileña, y exportable a otros países), es necesario contar con extensiones agrícolas que permitan un crecimiento acorde, y la amazonia se convierte en ese espacio después de un incendio. Esta amenaza sólo puede multiplicarse (como viene ocurriendo), si las empresas encuentran en el Amazonas un espacio rentable para sus actividades.
- Industria de la maderera. La selva amazónica alberga árboles cuyas maderas son muy valoradas (madera de caoba, ipé). El hecho de que los mercados europeos demanden estas materias primas crea un caldo de cultivo perfecto para la tala ilegal, que impulsa la deforestación. Esto tiene un efecto directo en los incendios: la tala de árboles altera los ciclos hídricos naturales, se reducen las lluvias, suben las temperaturas y los terrenos se mantienen más secos. Si además contamos con las ramas y hojas que quedan después de la tala encontramos el contexto perfecto para un fuego rápido y descontrolado.
- Políticas medioambientales. Los intereses económicos son el peor enemigo del medioambiente. Cuando se contempla la amazonia como una empresa rentable, es imposible que se pueda respetar su integridad, y esto es lo que ha ocurrido con el gobierno de Brasil, que recoge dentro de sus fronteras la mayor extensión de Amazonia, seguido de Perú. Durante el mandato de Bolsonaro el gobierno incentivó una agresiva expansión de la industria en la selva amazónica al mismo tiempo que permitió el relajamiento de las políticas medioambientales. Reduciendo los recursos de protección y conservación de la amazonia se dejó vía libre para deforestarla durante algo más de 4 años, ya sea a través de la tala indiscriminada o de incendios.
Según el Panel Científico por la Amazonía, una iniciativa convocada por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDSN), los incendios podrían dañar irreparablemente la capacidad de la selva del Amazonas para protegerse contra el calentamiento futuro, si no frenamos los incendios y la deforestación la selva del Amazonas en el año 2050 podría comenzar a aportar más gases de efecto invernadero al aire de los que absorbe.