La magnitud y gravedad de la crisis sanitaria por la pandemia nos ha obligado a tomar medidas de precaución como, por ejemplo, intentar no juntarnos con otras personas en espacios cerrados. Así, para tomar algo en una cafetería o en un bar, mucha gente decide reunirse para tomar algo en las terrazas, a pesar del invierno.
Afortunadamente, están las estufas. Por eso, en vista del incremento de la demanda de mesas al aire libre, donde el riesgo de contagiarse del coronavirus es menor, en diciembre de 2020 los restaurantes y cafeterías de España habían agotado las existencias de estufas.
Pero estos apartados tienen un elevado impacto ambiental, algo que lleva tiempo levantando polémica entre los más concienciados con la crisis climática y los amantes de las terrazas pese al frío. Se estima que cada estufa exterior de gas —que fueron las primeras en agotarse en España, según la información que maneja ExpoMaquinaria— emite unos 14kg de CO2 diarios, algo que se ha comparado a recorrer 90km en coche de emisión media (de unos 150g de CO2 por kilómetro).
Este impacto climático ha llevado a algunas ciudades a plantearse incluso prohibir su uso. Es el caso, por ejemplo, de Rennes, la localidad francesa que en 2019 decidió acabar con esta costumbre de calentarse al aire libre comprometiendo el futuro del planeta y, por extensión, de los humanos y otras especies que habitamos en él. A pesar de que la medida iba a perjudicar la actividad en los cafés y bares de Rennes, los representantes del sector hostelero estuvieron de acuerdo. Según recogía entonces el teletipo de la agencia de noticias francesa AFP, “en plena era de las tribunas de Greta Thunberg en la ONU sobre el cambio climático”, el presidente del Sindicato de profesionales de Industria y Hostelería de Rennes, François De Pena, se preguntaba cómo explicar a sus hijos y a clientes “que un aparato de 2.000 vatios calienta las calles en 2019 en Francia”.
Así, desde el día 1 de enero de 2021, las estufas de las terrazas no están permitidas en Rennes. El resto del país se debate entre seguir o no el ejemplo para evitar el despilfarro energético, una discusión que todavía no ha concluido.
¿Qué alternativas hay?
Una opción algo más eficiente y ecológica que la estufa de gas para calentar las terrazas es la estufa de pellets. El pellet es un tipo de combustible extraído de la naturaleza a partir de serrín, virutas o astillas. Al quemar biomasa y no gas o gasolina, el calor se produce de manera más respetuosa con el entorno. Funciona de manera parecida a la de una estufa de leña, pero los pellets aprovechan más la energía, puesto que constan de un ventilador que hace recircular el aire y permite mejorar la combustión, al expandir el calor por una superficie más amplia. Algo importante que hay que tener en cuenta antes de utilizar estos aparatos es aislar el suelo en el lugar donde se vaya a situar la estufa.
¿Qué ocurre con las estufas eléctricas? Siempre que éstas utilizaran energía de producción renovable, serían una buena opción, aunque el gasto de calentar un espacio abierto es para muchos especialistas un despropósito. En todo caso, se calcula que el coste de usar calentadores eléctricos es un 65% mayor al de usar bombonas de butano, y por eso las estufas de gas son las más extendidas entre los hosteleros.
Otras recomendaciones para evitar el derroche energético es que los restaurantes y cafeterías creen estructuras cerradas y bien aisladas para proteger sus terrazas del frío. O, como hacen en los países nórdicos, poner a disposición de los clientes mantas para que puedan abrigarse mientras disfrutan de sus bebidas.