El reciclaje, para ayudarnos a transformar el actual modelo de consumo de materias primas, ha de contar con un gran aliado: la reciclabilidad. El diseño y producción de productos debe abordarse teniendo como objetivo final el reciclaje, sólo de este modo lograremos materializar un modelo de consumo circular: trabajando en él desde el momento de concepción del producto.
Entender la reciclabilidad
Cuando hablamos de reciclabilidad nos referimos a la medida en que los componentes de un producto pueden transformarse en materiales reciclados de calidad. Según la organización PRE (Plastic Recyclers Europe), esto vendrá determinado a su vez por varios factores:
- Es necesario que exista un sistema que permita la recolección y recogida separada de residuos (accesible a los ciudadanos y con una red de cobertura acorde a las necesidades reales), para después procesarlos a escala industrial.
- Se debe poder clasificar el producto y separar sus componentes una vez se ha convertido en residuo, de modo que pueda introducirse en la línea de reciclaje más adecuada (rígido, flexible -LINK AL POST “ENVASES FLEXIBLES”-, etc.).
- Su procesamiento y reciclaje debe ser acorde a los métodos y medios comerciales disponibles en la Unión Europea.
- El material obtenido tras el proceso de reciclaje debe ofrecer la calidad suficiente para producir nuevos productos.
Cómo mejorar la reciclabilidad de envases
Uno de los principales retos que enfrenta la economía circular es el reciclaje de envases. Hablamos de un hábito cada vez más afianzado, y es que en 2022 se reciclaron en nuestro país 1.627.313 toneladas de envases domésticos, un 3,6% más que año anterior.
El poder recuperar y reutilizar materias primas procedentes de envases es el gran reto que enfrenta la UE y, de hecho, en España nos sumamos a ese objetivo a través de la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular y el Real Decreto de envases y residuos que nos ayudarán a alinearnos con las directivas europeas para el cumplimiento con la Estrategia Europea para el plástico en una economía circular, que establece que en 2030 todos los envases deberán ser reciclables, reutilizables o compostables.
A todo esto se suma la norma UNE-EN 13430:2004 para envases y embalajes, que plantea que para que un envase sea reciclable debe cumplir una serie de requisitos relacionados con su diseño, producción, uso, recogida, clasificación y tecnologías de reciclaje.
Los envases deben contar con un Certificado de Reciclabilidad que permita identificar el porcentaje de fracción reciclable y, en base a él, el grado de compatibilidad con una línea de reciclado normalizada en Europa. Esta información se cruzará con las posibles penalizaciones que pueda tener el envase (elementos que perjudiquen a su reciclabilidad como tintas, adhesivos, aditivos, etc.), y con todo ello se establecerá una categoría y calidad de reciclado (que irá de la A la F).
Diseño y reciclabilidad
El diseño de un envase es la etapa que más influirá en su reciclabilidad. Hablamos de que en la concepción del producto debe subyacer la premisa de su circularidad, lo que implica entender que en el momento en que termina su vida útil, el producto no puede convertirse en residuo, sino que debe ser un recurso que permita obtener materias primas de calidad. Para ello, será necesario diseñar teniendo en cuenta los parámetros de reciclaje, lo que significa utilizar materiales con un alto potencial de reciclabilidad y recurrir a componentes fácilmente separables, y detectables por las técnicas vigentes.
Como norma general pueden tenerse en cuenta las siguientes pautas a la hora de diseñar envases:
- Reducir el número de materiales. A mayor número de materiales que intervienen en un producto o envase, menor será su reciclabilidad (es lo que ocurre con los envases de estructura multicapa).
- Atención a los sistemas de cierre, etiquetas y fundas. Todos estos elementos suelen implicar la combinación de materiales, pero existen combinaciones que no suponen un gran obstáculo, como el uso de tapones de PP en botellas de PET, que al tener una densidad muy diferente son fácilmente detectables y separables.
- El peligro de las impresiones. Los pigmentos y las tintas presentes en los envases originales intervienen en el aspecto visual de los reciclados y limitan su uso posterior. Por tanto, es recomendable minimizar su uso, y limitar determinados pigmentos que puedan mermar la reciclabilidad, como por ejemplo los negros de humo.
- La tecnología barrera. Presente en envases fabricados mediante coextrusión que están formados por varias capas de diferentes materiales. Ofrece un reto al reciclaje por la dificultad que supone en algunos casos su separación.
- Seleccionar correctamente los adhesivos. Las etiquetas presentes en los envases deben desprenderse del mismo en la etapa de lavado, por lo que para mejorar su reciclabilidad debe optarse por adhesivos con base de agua, o solubles a las temperaturas de lavado.