Este es el título de un documento publicado recientemente por la Fundación Ellen MacArthur que trata de cómo la industria alimentaria, en concreto, las marcas de alimentos y los supermercados tienen el poder de hacer que los alimentos con un impacto positivo para la naturaleza se conviertan en la norma.
La versión íntegra del documento, de unas 80 páginas, está disponible solo en inglés y en mandarín, si bien cuenta con un resumen ejecutivo en español con el título El gran re-diseño de los alimentos-regenerando la naturaleza con la economía circular.
En él se señala que en Europa, incluyendo el Reino Unido, las 10 principales empresas de bienes de consumo de rápido movimiento y los minoristas influyen sobre lo que sucede del 40% de las tierras agrícolas.
A partir de aquí, el informe analiza cómo estas empresas y minoristas pueden, al repensar los ingredientes que utilizan y sus formas de producción, ofrecer opciones que sean mejores para los clientes, para los agricultores, y para el clima, y a la vez evitar el fuerte impacto que tiene hoy el sector alimentario en la pérdida de biodiversidad.
Como siempre, cabe destacar el enfoque pragmático y positivo de la Fundación Ellen MacArthur, que contrasta con un ambiente cultural dominado por el extremismo y la intransigencia en tantos terrenos. Este enfoque se pone de manifiesto en el hecho de que se considere que los agentes que “forman parte del problema” -según el informe- “tienen una oportunidad única para realizar una contribución a gran escala”.
El momento del rediseño de los alimentos es ahora
Otra expresión de este enfoque orientado a la acción es que se subraya que el cambio debería realizarse ahora, sin más dilación. El informe sostiene que “existen beneficios significativos a ser cosechados si realiza una acción audaz en este momento”.
Existen algunos datos significativos que corroboran el sentido de esta última afirmación. Así, el documento de la Fundación Ellen MacArthur apunta que las ventas de alimentos y bebidas orgánicos alcanzaron un valor sin precedentes en 2019 y que las marcas sostenibles de los gigantes de la distribución alimentaria crecieron casi un 70% más rápido que el resto.
El estudio explora cuatro “oportunidades de diseño de alimentos” que podría leerse como cuatro pilares fundamentales para un nuevo paradigma en el sector de la alimentación. A saber: el uso de una mayor diversidad de variedades y especies animales y vegetales como ingredientes; la utilización de ingredientes de menor impacto ambiental (que se puede lograr con sustituciones simples) ; el uso de ingredientes reciclados con la transformación de coproductos alimenticios no comestibles en nuevos ingredientes, y último, pero no menos importante, la producción de ingredientes de manera regenerativa, de manera que tengan un impacto positivo en el medio.
El gran rediseño de los alimentos regenerando la naturaleza con la economía circular reconoce que la transición no va a ser fácil pero, gracias a las pautas enunciadas en el parágrafo anterior, existe la posibilidad de establecer hojas de ruta con ideas claras.
Feed back del mercado
Lo cierto es que algunas empresas líderes ya han iniciado este camino de innovación en alimentos, sin duda incentivadas, por el feed-back positivo que obtienen en el mercado. En algún caso, estas iniciativas tienen una dimensión de coalición mundial como es el caso de One Planet Business for Biodiversity orientada a proteger y restaurar la biodiversidad cultivada dentro de las cadenas de valor.
Un elemento muy importante en esta transición consiste en implementar los principios de la economía circular en todo el ciclo productivo, incluido el envasado y el diseño industrial de los mismos. Por otra parte, la diversificación de los ingredientes tiene un gran potencial que no se aprovecha.
A título de ejemplo, el estudio explica que, en determinadas regiones del mundo, reemplazar la harina de trigo convencional por harina de guisantes en las cajas de cereales permitiría reducir las emisiones de GEH en un 40% y la pérdida de biodiversidad en un 5%. La clave consiste, más allá del ejemplo concreto, en pasar de considerar los ingredientes alimentarios de forma aislada a contemplarlos dentro de los ecosistemas a los que pertenecen.
La incorporación de la circularidad al mundo de la alimentación no solo tendrá la capacidad de reducir las emisiones y beneficiar a la biodiversidad, sino también de aumentar la producción total de alimentos y de aumentar la rentabilidad por hectárea de las tierras. El documento presenta cálculos y resultados en este sentido.
Transición agroalimentaria
Para que este cambio sea posible se tendrán que desarrollar políticas de apoyo en el diseño de productos, pero El gran rediseño de los alimentos-regenerando la naturaleza con la economía circular pone el acento en la iniciativa empresarial y en la imaginación de las compañías para crear nuevas carteras de productos, establecer nuevas formas de colaboración con los agricultores, consensuar métricas y definiciones comunes para “hablar un mismo idioma” y también desarrollar productos icónicos que muestren todo el potencial del diseño circular para alimentos.
Con todo ello se está hablando del food design como una disciplina de una transición agroalimentaria que debería tener una dimensión equivalente a la transición energética o a la transición digital. Es decir, de un cambio no cosmético, sino fundacional, en el que las bases del sistema actual deben ser sustituidas.
El sistema agroalimentario tal y como lo hemos conocido en los últimos 40 años, no solo causa problemas el entorno ambiental y social, sino que se encuentra al borde del colapso. La cadena francesa Arte lo acaba de demostrar con un documental de visión obligatoria para aquellos que pretendan comprender cómo funciona de verdad el mundo actual. Se llama Hypermarchés la chute de l’empire y está disponible en abierto.