Nuestros modelos de consumo en los últimos años han estado estrechamente vinculados a una alta producción de residuos. Tan solo comparando una bolsa de la compra actual con una de hace 50 años, encontraríamos que en la segunda el volumen de residuos derivados sería mínimo. En este contexto surge el movimiento Residuo Cero, que promueve una transformación consciente y positiva.
Que es el Residuo Cero o Zero Waste
Cuando hablamos de Residuo Cero o Zero Waste nos referimos a una serie de acciones que tratan de reducir el volumen de residuos que generamos. Se trata de un movimiento con dimensiones éticas, económicas, sociales y medioambientales que, inevitablemente, requiere un cambio de enfoque, ya que para conservar los recursos de nuestro planeta es necesario modificar nuestros modelos de producción y consumo, y también mejorar la gestión de residuos.
La filosofía Residuo Cero toma como referencia los ciclos naturales, en los que los materiales desechados cumplen una función y tienen un impacto positivo en su entorno, y trata de extrapolarlos a nuestra vida. El objetivo ha de ser evitar trasladar nuestros residuos, o las consecuencias de su procesado, al aire, la tierra o al agua, reduciendo las amenazas para nuestra salud y la de los ecosistemas.
Cómo alcanzar el objetivo Residuo Cero
Lo cierto es que, si pensamos en el número de bolsas de basura que salen de nuestra casa cada semana, el objetivo Zero Waste puede resultar lejano, pero sólo la intención de reducir el volumen de residuos tendrá un impacto muy relevante en el cómputo global.
El punto de partida es reducir el consumo de bienes. A título individual, debemos adoptar un papel consciente reduciendo el consumo impulsivo, constante y de elementos innecesarios (frutas y verduras envasadas en bandejas, bolsas de plástico para hacer la compra…). En este sentido, la obsolescencia programada es un gran enemigo, por lo que contar con el compromiso de las empresas de diseñar productos duraderos es esencial.
Por otro lado, los envases deben recurrir a materiales reciclables, compostables o retornables y reducir la toxicidad de los que no cumplen ninguna de estas características. Ya existen leyes que establecen un límite en el uso de plásticos de un solo uso, y a esto se suma la ciencia, que se ha convertido en el aliado perfecto desarrollando envases compostables y bioplásticos, que han logrado que, por ejemplo, en algo tan cotidiano como la compra en el supermercado, logremos reducir notablemente el consumo de plástico.
Impulsar la reparación y reutilización de bienes, incluso desde su diseño, es otro gran objetivo. Las propias marcas ya empiezan a contar con programas de segunda vida para sus productos, y son estas las tendencias que deben potenciarse y afianzarse.
El reciclaje es otro de los grandes aliados del residuo cero, ya que nos ayudará a reducir la extracción de materias primas y a ofrecer un destino útil a elementos que, de otro modo, sólo serían contaminantes. Cada vez se recicla más y mejor, el objetivo es seguir aumentando el compromiso con el reciclaje y mejorando los procesos.
En definitiva, el Residuo Cero se desvela como una filosofía esencial en el modelo de economía circular y sostenible hacia el que poco a poco nos vamos trasladando. Introduciendo pequeños cambios y desarrollando un consumo consciente tenemos mucho que aportar en este objetivo que sin duda alcanzaremos.