Medir los recursos con que cuenta la Tierra y analizar el uso que hacemos de estos para mejorar las oportunidades económicas e incrementar el bienestar humano. Esta es la función principal del World Resources Institute (Instituto Mundial de Recursos), una organización sin ánimo de lucro basada en Washington DC (Estados Unidos) que investiga en más de ochenta países y gracias a más de un millar de especialistas. Se centra sobre todo en la interacción entre el desarrollo y el medio ambiente, concretamente en siete asuntos “críticos”:
- Clima
- Energía
- Agua
- Bosques
- Ciudades
- Océanos
- Alimentación
Origen del World Resources Institute
Aunque tal vez en España no sea tan conocido como a nivel internacional, lleva más de treinta años operando y poniendo en circulación informes sobre el estado del planeta y sus recursos. Fue fundado por Gus Speth en 1982, fruto de la ola de preocupación social por el medio ambiente que comenzó en la década de los 60 y cogió fuerza en los 70.
Lo hizo gracias a una beca de 15 millones de dólares de la Fundación John D. and Catherine T. MacArthur de Chicago, aunque hoy en día recibe fondos de un sinfín de organizaciones: desde el Banco Mundial hasta el Grupo de Liderazgo Climático de Ciudades C40, pasando por Bloomberg Philanthropies, el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), los ministerios de medio ambiente de varios países como Francia y Holanda o la Agencia de Desarrollo Internacional y Cooperación de Suecia, entre muchas otras entidades.
37 años elaborando informes sobre medio ambiente
En estos 37 años que lleva activo, el WRI ha elaborado informes y plataformas de datos tan conocidas como el Aqueduct, que evalúa el riesgo hídrico en las diferentes regiones del mundo. Su actual presidente, Andrew Steer, es un reconocido economista que trabajó durante muchos años en el Banco Mundial, sobre todo en temas de medio ambiente, desarrollo sostenible y cambio climático.
El enfoque que subyace en todos los trabajos del WRI podría resumirse en “medir para cambiar y escalar” (“count it – change it – scale it”). “Comenzamos con los datos, creando sistemas de información, protocolos y estándares fáciles de usar. Llevamos a cabo investigaciones independientes e imparciales para analizar las relaciones y diseñar soluciones, y comunicamos nuestros hallazgos de manera convincente”, explican desde el WRI en su página web.
Después, trabajan con líderes de ciudades, empresas y países “para lograr el cambio, probando nuestras ideas en situaciones complejas, desordenadas y del mundo real. Establecemos objetivos claros y nos hacemos responsables”. Por último, identifican y superan “las barreras al cambio” para que las soluciones probadas se difundan rápida y ampliamente. “Trabajamos con coaliciones de líderes notables que transforman los sectores empresariales, las sociedades y las economías, a nivel nacional y mundial”, aseguran.
Desde su sede en Europa (en La Haya, Holanda), el WRI mantiene también activas sus relaciones con iniciativas socias como, entre otras, la Iniciativa de Agua, Paz y Seguridad o la Alianza para la Aceleración de la Economía Circular (PACE, por sus siglas en inglés). Por otro lado, en Londres el WRI forma parte del Better Buying Lab, así como de la Coalición para Transiciones Urbanas y de la Coalición de la Comida y el Uso del Suelo (FOLU).
World Resources Institute y la COP25
El WRI estuvo presente en la COP25 de Madrid, la cumbre del clima de Naciones Unidas presidida por Chile y celebrada en la capital española, donde Helen Mountford, vicepresidenta de Clima y Economía del WRI, lamentó que las negociaciones por la reducción de emisiones de carbono “se quedaran cortas” respecto a lo que se esperaba de ellas. “En lugar de liderar la búsqueda de más ambición, la mayoría de los grandes emisores estaban ausentes en acción, u obstruidos. Esto refleja lo desconectados que están muchos líderes nacionales de la urgencia de la ciencia y de las demandas de sus ciudadanos. Necesitan despertar en 2020”, manifestó.
Mountford también resaltó el hecho de que los países desarrollados no proporcionaron en la cumbre “suficientes garantías” de que movilizarían una financiación “adecuada y previsible” para ayudar a los países vulnerables a responder a los efectos del clima. “Esto dio lugar a negociaciones enconadas sobre la financiación de las pérdidas y daños y sobre la forma de evaluar los progresos en la consecución del objetivo de movilizar 100.000 millones de dólares anuales en la financiación de la lucha contra el cambio climático para el año 2020. La puerta sigue abierta para un mayor progreso en estos temas en el futuro”.