Hoy en día, resulta normal viajar en coche desde Jaén hasta Zamora casi sin ver árboles en el trayecto, o conducir por carreteras solitarias al más puro estilo Far West americano, pero tratándose en este caso de la A-5 de Extremadura a Madrid. El paisaje español se vuelve seco, con apenas algunos arbustos y un sol que aprieta a medida que el calor se hace cada vez más asfixiante. Este es el futuro que se dibuja para el territorio de la península si las condiciones ecológicas no mejoran y el empeoramiento del cambio climático no remite.
El proceso de desertificación avanza y el 74% de España es susceptible a este proceso por razones climáticas. Así lo ponía de manifiesto, hace años, un informe del Ministerio de Agricultura. La tendencia ha continuado, y lo acaba de confirmar el último informe de WWF publicado en el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía: “Crónica de una sequía anunciada”.
El diagnóstico no es muy alentador. Según lo expuso el Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX, en un estudio realizado en 2017 en colaboración con la Oficina Española de Cambio Climático, en 2040 las precipitaciones en España se reducirán entre un 2% y un 4%. Por lo que las sequías ya no serán fenómenos excepcionales, sino que serán recurrentes y cada vez más intensas. Según el informe de WWF, España se ha convertido en “experta en gestionar crisis a golpe de medidas excepcionales” y pone de ejemplo un Real Decreto Ley de junio de 2017 que intentaba paliar los efectos de una sequía en determinadas cuencas hidrográficas.
Las propuestas lanzadas desde la organización para estar más preparados frente a las sequías futuras son las siguientes:
- Avanzar en la recuperación de costes de los servicios del agua que requiere la Directiva Marco del agua: Es decir, establecer una política de precios del agua “que reduzca la presión e incentive el uso eficiente de los recursos hídricos” por lo que se pasaría de hacer exenciones generales a la recuperación de los costes.
- Revisar los indicadores de sequía para mejorar la prevención: Es decir, seguir mejorando los sistemas de indicadores de sequía de los actuales Planes Especiales de Sequía para ser capaces de adelantarse con suficiente tiempo a los períodos de sequía excepcionales.
- Adaptar las demandas a los recursos hídricos realmente disponibles: Hay que gestionar las sequías antes de que se produzcan y para ello en necesario que nuestras necesidades se adapten a los recursos a nuestro alcance. Según WWF, las autoridades del agua deberán reducir la presión sobre ríos y acuíferos para evitar la sobrexplotación de las masas de agua subterráneas y se deberá aumentar la persecución contra el uso ilegal del agua. Así nuestros sistemas naturales estarán mejor preparados para afrontar las épocas de menores precipitaciones.
- Utilizar fuentes alternativas de recursos hídricos en períodos críticos: Una respuesta rápida en estas situaciones puede ser la desalación de agua marina, ya que permite incrementar en poco tiempo el nivel de agua para satisfacer las demandas estratégicas.
- Apoyar la cultura del ahorro de agua en España: Se debe continuar concienciando a la sociedad española sobre su relación con el agua, promoviendo un empleo más sostenible de los recursos hídricos, especialmente quienes hacen más uso de ellos, como es la agricultura.
La visión de Europa
La Comisión Europea establece una diferencia entre la escasez de agua, “el desequilibrio entre la capacidad de atender las demandas y los recursos disponibles de forma natural”, y las sequías, “situaciones ocasionales y recurrentes de descenso de las precipitaciones” que, si se alargan lo suficiente, pueden generar impactos socioeconómicos y ambientales desfavorables.
Ya en 2012, esta institución europea diseñó algunas de las medidas políticas con las que los gobiernos pueden abordar estos problema, y las incluyó en su informe “Policy Review for wáter scarcity and droughts”. Éstas pasaban por la fijación de precios adecuados para desincentivar el malgasto y la contaminación, una financiación relacionada con el agua más transparente y oportuna o la mejora de tecnologías y prácticas para mejorar la eficiencia del agua.