Sequía: España se seca
25/06/2019

Hoy en día, resulta normal viajar en coche desde Jaén hasta Zamora casi sin ver árboles en el trayecto, o conducir por carreteras solitarias al más puro estilo Far West americano, pero tratándose en este caso de la A-5 de Extremadura a Madrid. El paisaje español se vuelve seco, con apenas algunos arbustos y un sol que aprieta a medida que el calor se hace cada vez más asfixiante. Este es el futuro que se dibuja para el territorio de la península si las condiciones ecológicas no mejoran y el empeoramiento del cambio climático no remite.

El proceso de desertificación avanza y el 74% de España es susceptible a este proceso por razones climáticas. Así lo ponía de manifiesto, hace años, un informe del Ministerio de Agricultura. La tendencia ha continuado, y lo acaba de confirmar el último informe de WWF publicado en el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía: “Crónica de una sequía anunciada”.

El diagnóstico no es muy alentador. Según lo expuso el Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX, en un estudio realizado en 2017 en colaboración con la Oficina Española de Cambio Climático, en 2040 las precipitaciones en España se reducirán entre un 2% y un 4%. Por lo que las sequías ya no serán fenómenos excepcionales, sino que serán recurrentes y cada vez más intensas. Según el informe de WWF, España se ha convertido en “experta en gestionar crisis a golpe de medidas excepcionales” y pone de ejemplo un Real Decreto Ley de junio de 2017 que intentaba paliar los efectos de una sequía en determinadas cuencas hidrográficas.

Las propuestas lanzadas desde la organización para estar más preparados frente a las sequías futuras son las siguientes:

La visión de Europa

La Comisión Europea establece una diferencia entre la escasez de agua, “el desequilibrio entre la capacidad de atender las demandas y los recursos disponibles de forma natural”, y las sequías, “situaciones ocasionales y recurrentes de descenso de las precipitaciones” que, si se alargan lo suficiente, pueden generar impactos socioeconómicos y ambientales desfavorables.

Ya en 2012, esta institución europea diseñó algunas de las medidas políticas con las que los gobiernos pueden abordar estos problema, y las incluyó en su informe Policy Review for wáter scarcity and droughts”. Éstas pasaban por la fijación de precios adecuados para desincentivar el malgasto y la contaminación, una financiación relacionada con el agua más transparente y oportuna o la mejora de tecnologías y prácticas para mejorar la eficiencia del agua.