Soluciones para reducir la huella ecológica
19/07/2019

¿Sabes cuánto C02 emites cuando compras, viajas o comes?

Uno de los argumentos que más se suelen usar para justificar el rechazo o la falta de compromiso con el consumo responsable es la desconfianza en el poder de las acciones individuales para solventar problemas mayores, como reciclar, contratar energía verde, dejar de comer carne o coger menos vuelos para ayudar a paliar la crisis climática.

“No hay diferencia si yo hago esto o lo dejo de hacer, si el sistema va a seguir siendo el mismo. Son las grandes empresas las que tienen que comprometerse”.

¿Cuántas veces lo habremos oído?

Reducir las emisiones de Co2 es una prioridad

Se acerca el inicio de una nueva década. Los objetivos de reducción de emisiones de la estrategia 20-20-20 (20% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en relación con los niveles de 1990, 20% de energías renovables en la UE y 20% de mejora de la eficiencia energética al llegar a 2020) están presionando tanto a los gobiernos como a las organizaciones y al conjunto de los ciudadanos para acelerar la transición ecológica.

Desde el sector privado, algunas empresas están desarrollando productos que conectan a las personas con las consecuencias de su actividad, con el fin de ayudarnos a ser más conscientes de la cantidad de emisiones que liberamos con nuestras decisiones cotidianas.

Oroeco una solución de control de emisiones Co2

Desde que se lanzara en 2014 la aplicación Oroeco ya no hay ningún pretexto para ignorar cuál es nuestra huella de carbono (y, así, parte de nuestra incidencia en el cambio climático).

Esta app recoge todas nuestras compras, las analiza y las agrupa por temas (restaurantes, viajes, comida, consumo de carne, utilización del transporte públic, compras, etc). No sólo calcula la cantidad de contaminación que producimos, si no que compara el dato con el de gente de nuestro alrededor, gracias a Facebook y otras redes sociales.

Pero también han implementado un programa de recompensas que da medallas y puntos al usuario cuando éste reduce la ingesta de carne roja, el uso de bolsas de plástico, ahorra energía o agua. Incluso si consigue que gente de su entorno se baje la aplicación. Llegado el momento, cuando los premios logrados alcanzan el suficiente nivel, éstos se transforman en recompensas en la vida real.

Este ejemplo ha llegado a la banca y una empresa sueca de banca móvil, Doconomy, ha desarrollado la tarjeta de crédito DO Black, que rastrea las emisiones de gases de dióxido de carbono de las compras para ayudar al cliente a reducir su impacto climático reduciendo su huella de carbono. El concepto de huella de carbono se refiere a la cantidad de gases de CO2 emitidos de forma directa o indirecta como consecuencia de nuestra actividad.

En Europa, la huella de carbono de cada uno es bastante alta, dada a la gran cantidad de CO2 emitido en nuestro modelo de producción y nuestra forma de consumir productos.

Esta tarjeta da ejemplo desde su misma composición ya que es biodegradable y está impresa con la tecnología AIR-INK (tinta realizada a partir de las partículas de contaminación del aire). Los ciudadanos pueden saber cuánto CO2 están generando sus acciones y, si apuestan por una opción más radical, pueden incluso activar el bloqueo de todas las transacciones una vez se haya alcanzado el límite de emisiones razonables para un año, como si se tratara de un presupuesto de carbono. Para ello, usan el llamado Åland Index, un método para calcular la huella de carbón de todas las acciones personales.

CarbonFund, otra solución para reducir la huella de carbono

Al otro lado del charco, la organización estadounidense CarbonFund está también llevando a cabo iniciativas orientadas a reducir la huella de carbono tanto de la ciudadanía como de las empresas. Un ejemplo de ello es el proyecto de Truck Stop Electrification Project, que se centra en la electrificación de las paradas de camiones y que actualmente está funcionando en al menos trece estados: Texas, Utah, Tennessee, California, Georgia, Arkansas, Illinois, Louisiana, Minnesota, Nueva Jersey, Ohio y Pensilvania.

Hasta la implementación de este proyecto, los camiones, cuando hacen su parada rutinaria, dejan el vehículo encendido para que no se les enfríe la mercancía que llevan y para poder calentar o enfriar sus cabinas. Esto supone tanto un gasto descomunal en gasolina como un desgaste innecesario del motor, que precisará una reparación más temprana. A partir de esta electrificación, los conductores podrán apagar el motor y usar esa energía a través de unos módulos con mangueras que se conectarán con una unidad externa. De esta manera es posible mantener la carga a la temperatura correcta y también climatizar la cabina, lo que además conllevará un ahorro de 3,78 litros de combustible por hora de media, según los cálculos de CarbonFund.