Tratado global de los océanos, defenderlos en tarea de todos
09/12/2022

Dos terceras partes de los océanos son aguas internacionales. Esto a efectos prácticos significa que están muy explotados y poco regulados al quedar fuera de cualquier jurisdicción nacional. El Tratado Global de los Océanos trata de regular la manera en que explotamos el mar, al ritmo actual de destrucción se calcula que para 2050 los océanos tendrán más masa plástica que peces.  

Los océanos amenazados

El panorama que encontramos en los océanos en 2022 es realmente desolador. La acción de los vertidos de petróleo, la pesca destructiva, la acidificación que sufren, la utilización del mar como un vertedero de plástico y el cambio climático hacen que sus ecosistemas sufran daños a muy diferentes niveles: los hábitats del fondo marino se han convertido en lodo por la intervención de los barcos que realizan pesca de arrastre. La biodiversidad se encuentra terriblemente perjudicada por acción de vertidos y plásticos y podemos ver que más de 800 especies se encuentran seriamente amenazadas (especialmente aves y mamíferos marinos).  

Los arrecifes de coral están desapareciendo, igual que gran parte de los peces grandes que consumimos alrededor de todo el mundo. Esto, inevitablemente, repercute en que diversas cadenas alimenticias se han visto obligadas a reestructurarse y simplificarse.  

Es necesario contar con una legislación que regule las aguas internacionales de cara a la acción de la pesca industrial, la explotación petrolera y la minería en aguas profundas, que están destruyendo la biodiversidad marina. La única esperanza para nuestros océanos es que seamos capaces de lograr la colaboración internacional.  

Qué es el tratado global de los océanos

El pasado mes de agosto tuvo lugar en Nueva York la Conferencia Intergubernamental IGC5 de la ONU como parte del proceso BBNJ (Biodiversidad Marina más allá de la Jurisdicción Nacional), con el objetico de negociar un Tratado Global de los Océanos para proteger los ecosistemas marinos en aguas internacionales.  

A pesar de que las negociaciones llevan en marcha desde 2018, y de que muchos países ya habían mostrado su apoyo al Objetivo 30×30 que trata de lograr la protección del 30% de los océanos del mundo para el año 2030, para salvaguardar la vida natural y ayudar a mitigar los impactos del cambio climático, la evolución del encuentro no fue la esperada. 

La IGC5 sucedía al IGC4 que tuvo lugar en el mes de marzo. Aunque esta última cita había hecho albergar muchas esperanzas desafortunadamente también terminó sin tratado. El principal motivo de esta falta de acuerdo lo encontramos en los intereses de los gobiernos, que priorizan el descubrimiento y explotación por parte de industrias farmacéuticas y químicas de los recursos genéticos marinos para desarrollar fármacos y cosméticos.  

La oposición al tratado global de los océanos

El principal obstáculo que ha encontrado el Tratado Global de los Océanos es la lentitud con la que han intervenido para llegar a acuerdos tanto los países de la High Ambition Coalition como EE. UU. Por su parte tanto China como Rusia bloquearon muchos de los compromisos por cuestiones ideológicas.   

El grupo de países del Caribe y las islas del Pacífico jugó un papel muy importante tratando de impulsar el cierre del Tratado pero, a grandes rasgos, el posicionamiento de los países del Norte Global fue el de no hacer concesiones para satisfacer las necesidades del Sur Global en temas clave relacionados con la equidad, argumentando, entre otras cuestiones, que el propósito principal de un área marina protegida no debe ser la conservación.   

Aunque en última instancia, (un día antes del cierre de la conferencia), el Norte Global se mostró más predispuesto a alcanzar compromisos para cerrar el acuerdo, el IGC5 terminó sin lograr cerrar el tratado, lo que deja sobre la mesa un desafío: proteger los océanos para que puedan recuperarse de los daños que sufren actualmente antes de que sea demasiado tarde.  

Próximos pasos

El Tratado Global de los océanos trata de dar solución a cuestiones tan complejas como el reparto de los beneficios del uso de los recursos genéticos del océano, el establecimiento de medidas de conservación y la creación de un marco legal para la explotación de aguas internacionales.  

El IGC5 ha permitido que el borrador del Tratado evolucione hacia un modelo que busca la administración común y la responsabilidad colectiva, pero son muchos los acuerdos y decisiones que deben cerrarse para alcanzar un Tratado Global de los Océanos que verdaderamente permita alcanzar el objetivo 30×30: 

Aunque aún no existe una cita, científicos y organismos medioambientales insisten en la importancia de cerrar el Tratado Global de los Océanos si queremos conservar el mayor ecosistema del planeta, responsable del 50% del oxígeno que respiramos. Transformar la manera en que nos relacionamos con él nos ayudará a multiplicar por seis la capacidad de los océanos para alimentarnos, generar 40 veces más energía renovable y ayudar a sacar de la pobreza a millones de personas.